Rocío Carpio
Opinión
Un video -que más parecería un sainete- en el que Jaime Galarza, Alfredo Vera y Orlando Pérez llaman a votar por el No circula en las redes como una muestra más del tipo de propaganda fallida que quienes van por esta opción promueven. No podían faltar, por supuesto, los epítetos «consulta mañosa», «cuántico traidor», y un bonus: un inquietante mensaje del exDirector de Diario El Telégrafo en que manifiesta que la consulta «violenta, dinamita y aniquila el espíritu ciudadano de lo que fue la Constituyente de Montecristi».
Es bastante difícil creer que a Pérez, en un lapsus de ingenuidad, se le hayan salido aquellas palabras; más bien parecerían un constructo bien pensado para desafiar a sus detractores. Un exfuncionario acusado y sentenciado por violencia de género y con un pasado guerrillero usando palabras como «violenta y dinamita», no puede tratarse sino de una paradoja o bien, llena de estulticia, o bien, colmada de descaro.
La tónica de la campaña por el No se maneja peligrosamente por los linderos de la violencia y la desfachatez. No en vano la respuesta de varios ciudadanos ha ido por el mismo nivel: un video en el que una persona arroja huevos a Rafael Correa durante una caravana por el No ha circulado en redes y varios medios como una especie de «quien a hierro mata, a hierro muere».
En este aparente «palo con piedra» que el No alienta entre ambas posturas, está la otra cara de la moneda. Los videos que circulan en redes por el Sí revelan, además de una mayor calidad técnica, y por lo tanto, inversión, que la estrategia de la posición oficialista busca por un lado anular los aspavientos del No, haciéndolos caer por su propio peso, y por otro, empezar a captar votantes.
Por ejemplo, en la plataforma YouTube circulan como publicidad pagada dos videos de «Yo apoyo a Lenín», en los que la estrategia de una semana a otra ha cambiado considerablemente. En los primeros días, la propaganda que se emitía era justamente una que buscaba anular la campaña sucia de quienes van por el No, haciendo referencia a todos los lemas en contra de Moreno acuñados por este bando, sin hacer referencia a contenido alguno de la consulta.
Hoy, por el contrario, el video que circula empieza a centrarse en las preguntas y busca acercarse al votante joven que claramente había estado abandonado hasta ahora. Dicho spot hace referencia a la desinformación existente en este grupo etario y, además, lo vincula directamente con los intereses que tendría respecto a la consulta: la minería y el Yasuní, tal como se analizó en un artículo anterior de este espacio.
No obstante, el tratamiento termina siendo aún básico y sigue apelando al voto emocional, que, aunque distinto al voto visceral-agresivo que promueve el No, procede del mismo lugar: las emociones. Y aunque también en esta columna se ha analizado el papel poco crítico de los medios al quizás ayudar a que el voto se dé de una manera poco reflexiva, lo cierto es que de lo observado en estas semanas, quizás el medio que ha exhibido un perfil más crítico en sus espacios informativos ha sido Diario La Hora.
En una entrevista a César Montúfar publicada ayer (23 de enero), trasluce que el periodista indaga un poco más en lo que realmente significa la consulta en el contexto actual del país y lo que significaría realmente que gane el Sí. Por ello, las preguntas conducen a la exhortación de Montúfar que titula la entrevista: el Sí debe ser un sí crítico y reflexivo.
Sólo para contrastar, una entrevista a César Monge de CREO, publicada también ayer en Diario Expreso muestra, por el contrario, una conducción más básica de la conversación que repite los lugares comunes que se han manejado en el proceso, como la inquietud de si la pregunta sobre el Consejo de Participación Ciudadana solamente cambiará de membrete correísta a morenista, o si CREO apoya el Sí pero aún criticará al gobierno, etc.
Aunque la idea del Sí reflexivo empieza a tomar cuerpo en los últimos días, no es del todo conveniente para la campaña, pues hay el riesgo de que la «reflexión» termine en un No, y por ello quizás la tónica del voto emocional pero vinculado a las preguntas más empáticas socialmente hablando sea lo que se viene próximamente.  Mientras, el No seguirá apostando, seguramente, a la visceralidad.