Con la llegada de junio, Ecuador empezará la transición a la época seca, una temporada que enciende alertas en un país que vive una crisis energética y meses de estiaje. Conoce cuáles son los riesgos que traerán estos meses y cómo el Gobierno debe estar preparado.
Las nubes podrían empezar a retirarse del ‘campo de juego’, que, con tonos azules y celestes, deja pasar el brillo enceguecedor del sol. Al paisaje de Quito, tintado de luz y azul, lo acompañan fuertes vientos, que golpean contra ventanas y puertas, causando el ruido característico del inicio de la época seca. Pese a que también ha habido fuertes lluvias, estos panoramas ya se han empezado a vivir en la ciudad y en otros puntos del país, anunciando un cambio en el clima. Y es que luego de varias lluvias y sequías focalizadas, el país se prepara para un nuevo ‘verano’.
Esta época del año, sin embargo, llega en medio de una crisis en el sector eléctrico, causada por la reducción de los caudales de los ríos que alimentan las diferentes hidroeléctricas del país. Además, llega también en medio de un año que, según la ONU, ha presentado el potencial para convertirse en el más caluroso de la historia; catalogando este escenario como de “alta probabilidad”. Abril, por ejemplo, este año fue el más caluroso registrado en la historia moderna. Esto, según datos de Copernicus, servicio meteorológico de la Unión Europea. Ese mes fue 1,58 grados centígrados más cálido que la media de abril antes de la industrialización y 0,67 grados por encima de la media de abril entre 1991 y 2020.
Pero estos episodios de calor no solo se han registrado en países europeos. En abril de este mismo año, Colombia, vecino de Ecuador, vivió una sequía que puso en serio riesgo el abastecimiento de agua en regiones capitales y centros poblados, lo que también puso en riesgo el abastecimiento de energía de Ecuador, puesto que el país continuaba comprando este recurso a Colombia en medio de un nuevo estiaje.
Con el avance de los meses y la inminente llegada de la época seca al país, es pertinente cuestionarse acerca de cómo se puede preparar el Gobierno para enfrentar los posibles retos y cuáles serán estos.
Aumento en la temperatura
En Ecuador, la temporada seca tiene una transición que va desde junio y puede llegar a concluir en septiembre, según las condiciones climáticas que se vivan. Vladimir Arreaga, director de Pronóstico y Alertas Tempranas del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), explica que este periodo, que es mal llamado verano, “porque Ecuador no tiene verano, sino época seca”, se vivirá en tres regiones del país: “región costera, región insular y el callejón interandino”.
“En Ecuador no vivimos verano e invierno, sólo hablamos de estación lluviosa y estación seca. Y, justamente, la estación seca se caracteriza porque el contenido de humedad en el ambiente disminuye, sobre todo en la Sierra, y con esto tenemos un incremento en temperaturas diurnas, así como los índices de radiación ultravioleta aumentan”, dice. Sólo en estos días, el Inamhi ha emitido dos alertas por radiación ultravioleta alta.
Esta época, sin embargo, no se vive en la región Amazónica: “En la Amazonía, debido a sus propias características, existe un volumen importante de lluvias, por lo que en esta región las lluvias por lo general suelen ser constantes” y no se rigen por épocas del año, necesariamente.
El experto asegura que Ecuador debe esperar que este incremento de temperatura se registre en varios sectores de la Sierra. Aunque, “por ahora es complicado conocer con exactitud si se podrá establecer un nuevo récord de temperaturas diurnas”, Arreaga aclara que existe una probabilidad alta de que en la Sierra las temperaturas puedan llegar a “superar su promedio normal para la época”. Asimismo, detalla que en la Costa y en Galápagos se esperará quede julio a septiembre las temperaturas bajen por el arribo de la corriente fría de Humboldt a las costas; “Lo que en el caso de la Costa o la región insultar también implica una reducción en las precipitaciones”.
Esto, en otras palabras, refleja el panorama en que Ecuador deberá prepararse para unos meses en los que las temperaturas pueden incrementar considerablemente y verse mermadas las lluvias en todo el país. Esto, a su vez, presenta riesgos en temas como el acceso al servicio eléctrico, una nueva preocupación entre los ecuatorianos tras los prolongados cortes de luz que se han registrado en los últimos dos Gobiernos.
Riesgo eléctrico
Para Víctor Herrera, experto en sistemas de electricidad, la falta de lluvias es una amenaza a considerar para países como Ecuador, en los que la mayor parte del suministro de electricidad viene de hidroeléctricas y este tipo de infraestructuras que dependen directamente de los ríos y su abastecimiento para la generación.
“En Ecuador nosotros tenemos una matriz energética mayormente de hidroeléctricas, porque más del 80% de la electricidad que se produce en el país llega de hidroeléctricas. Por eso, en la época seca, que es una temporada habitual por nuestra región geográfica, se convierte en un riesgo inminente para la generación de electricidad”, dice. “Pero, estas últimas temporadas van saliendo de lo habitual, porque por factores como el cambio climático vemos que cada vez son más altas las temperaturas que se alcanzan en estos meses y que las lluvias son cada vez menores”.
Estos factores, dice, contribuyen a que los ríos se sequen parcialmente, que el agua de los embalses se evapore “mucho más rápido”, lo que, a su vez, pone en alerta a los medios de generación hidroeléctrica, que deben asegurar el abastecimiento de agua para cumplir con la cuota y no caer en déficit, “algo que ya está viviendo el país y por eso vemos tantos racionamientos”.
Por esto, para el experto, “tomando en cuenta que Ecuador ya está viviendo una crisis”, el riesgo de que los cortes deban volver con fuerza en caso de una época seca fuerte es “alto”. Y es que, opina, el país debe prepararse para afrontar esta temporada; “sino los cortes van a seguir prolongándose cada vez más”.
“Ya tuvimos un ejemplo de la época de estiaje del año pasado, que las consecuencias las sufrimos a finales de año. Este fue un primer llamado de atención y, por eso, ya debería estar en la planificación estatal la consideración de estos riesgos en el sector eléctrico en caso de que no llueva”, dice.
Para él, el país debe prepararse con las termoeléctricas, dándoles el mantenimiento pertinente, para con eso aumentar la capacidad instalada. “Lo más probable es que necesitemos comprar más energía a Colombia, en caso de que la época seca sea bastante cruda, pero tenemos que estar preparados”.
Por esto, la palabra clave es la “prevención, porque debemos pensar que las épocas secas serán cada vez más crudas, muy probablemente, por lo que se necesita también pensar a largo plazo para pensar hacia dónde vamos y cómo reforzar la matriz energética. Eso nos evitaría estar en el ‘corre corre’ al momento en el que llegan junio o julio”.
Otros factores
Pero estos no son los únicos riesgos en torno al agua. Y es que en la época seca también se da un aumento considerable de consumo de agua en las grandes ciudades. Por ejemplo, en Quito el consumo, que en promedio se mantiene en los 140,7 litros diarios por persona, llega a incrementarse hasta los 250 litros. Esto, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud asegura que una persona necesita alrededor de 100 litros diarios de agua para satisfacer sus necesidades.
Estas cifras, además, colocan a la ciudad como la que más agua consume, por encima de Cuenca, donde el consumo llega máximo a 180 litros diarios en época seca, o Sangolquí, que también se encuentra en el top, con un consumo máximo de 170 litros diarios de agua. Y es que esto, junto con la falta de lluvias, puede poner en riesgo el abastecimiento del líquido vital para las personas que viven en las urbes. Por esto, uno de los consejos para estas fechas es dar el racionamiento adecuado al agua, para no gastarla más de lo necesario.
Pero el aumento de la temperatura también trae consigo otros riesgos, como el incremento de incendios forestales. Solo en 2023, el número de incendios forestales en Quito se triplicó, con relación a lo reportado en 2022. Esto incluye un total de 536 flagelos de este tipo. Por otro lado, a nivel nacional, en 2023 se registraron 3.003 incendios forestales, lo que ocasionó la pérdida de 28.416,70 hectáreas de cobertura vegetal, lo que equivale a 17 campos de fútbol.
La mayor parte de estos incendios, según el Cuerpo de Bomberos de Quito, son causados por acción humana, sea por quemas de basura no controladas, otro tipo de quemas sin supervisión o por actos premeditados. Y es que la vegetación seca y otros productos funcionan como combustible en este tipo de escenarios, ayudando a la Veloz propagación del fuego. En este caso, el consejo se enfoca en el buen manejo del fuego y en evitar realizar quemas a cielo abierto sin supervisión de personal capacitado.
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