Ambientalistas alertan sobre graves consecuencias para la biodiversidad tras el incendio de gran magnitud que se registra en Quito. La recuperación puede tomar décadas, advierten. Esta mañana, el Cuerpo de Bomberos de Quito estimó que se quemaron al menos 120 hectáreas.

POR: Juan Camilo Escobar 

Quito tiene contrastes entre la naturaleza y la civilización; sin embargo, ahora se encuentra en un estado de emergencia ambiental. Ayer, 24 de septiembre, inició un incendio de gran magnitud, en Guápulo. Sus consecuencias se sentirán durante años e incluso décadas, según expertos consultados.

Así, la ciudad vibrante y llena de vida, a pesar de los apagones que han ocasionado caos en la circulación vehicular, se empezó a sumir en una atmósfera de incertidumbre y preocupación bajo un manto de ceniza que la tarde y noche de ayer. 

El incendio forestal que inició en las laderas de Guápulo, envolvió a gran parte de la ciudad en una densa nube de humo. Las llamas embravecidas por vientos cálidos, devoraron hectáreas de bosque, convirtiendo el cielo de la tarde en una noche crepuscular. Una de las consecuencias ambientales inmediatas fue que la calidad del aire se empezó a deteriorar a niveles alarmantes, especialmente en el corazón de la ciudad y en las zonas del norte.

La Secretaría de Ambiente emitió una alerta por las partículas en suspensión, producto de la combustión, que pueden llegar a penetrar en los pulmones de los quiteños, irritando las vías respiratorias y agravando las afecciones preexistentes. Niños, ancianos y personas con problemas respiratorios son los más vulnerables ante esta amenaza. 

Todo esto sucedía mientras el Cuerpo de Bomberos lucha contra el fuego en condiciones extremas. Las altas temperaturas y la baja humedad dificultan las labores de extinción. Los bomberos equipados con máscaras y trajes protectores, combaten las llamas en una batalla desigual contra la naturaleza. 

Este incendio, al igual que muchos otros registrados en las últimas semanas, forma parte de un preocupante panorama de sequía severa que ha llevado a las autoridades a emitir alertas desde diversas áreas, incluyendo la gestión de riesgos y el sector energético. Según un informe del Municipio de Quito, el descenso en los caudales de las cuencas del sur y la Amazonía —donde se ubican las principales hidroeléctricas del país— continúa afectando el suministro eléctrico que abastece a un tercio de la demanda nacional.

En su último balance, actualizado al 23 de septiembre de 2024, el Municipio reporta un total de 299 incendios forestales en las diez Administraciones Zonales, con tres incidentes adicionales atendidos por el Cuerpo de Bomberos fuera de la jurisdicción del Distrito Metropolitano de Quito, resultando en la pérdida de 1.843 hectáreas de cobertura vegetal. Las zonas más afectadas, según el mismo informe, son Tumbaco, Eugenio Espejo, Los Chillos y Quitumbe.

Además, el Municipio registra 1.760 quemas de desechos en estas diez administraciones, las cuales afectaron 134 hectáreas. Las administraciones con mayores pérdidas por estas quemas son, Los Chillos, Eugenio Espejo, La Delicia, Tumbaco, Choco Andino y Calderón.

El informe también destaca que el 30 de agosto de este año, fue el día con mayor actividad, registrando 49 quemas, mientras que el 4 de septiembre marcó el día con el mayor impacto, con 597 hectáreas afectadas. Hasta el 24 de septiembre, se han contabilizado 27 nuevos incendios, con los más significativos ocurridos en los sectores de la Av. de los Conquistadores, La Tolita (Guápulo), Av. Oswaldo Guayasamín (Peaje – Miravalle), Parque Metropolitano Guangüiltahua (Bellavista) y González Suárez y Rubio Orbe.

Hasta el cierre de esta nota, el Municipio de Quito no proporcionó el balance de hectáreas afectadas ni otros detalles sobre el impacto ambiental del incendio que comenzó ayer en Guápulo. Esto, debido a las numerosas reactivaciones de las llamas en distintos puntos, que han requerido la intervención de militares, policías y bomberos de otras ciudades. La complejidad de la situación ha dificultado la recopilación de información precisa sobre los daños. En un primer informe, el comandante del Cuerpo de Bomberos de Quito, Esteban Cárdenas, estimó que se afectaron 120 las hectáreas quemadas.

El impacto ambiental inmediato fue la espesa cortina de humo que envolvió la ciudad. Pero más allá de esta visibilidad, dos expertos ambientales consultados alertaron sobre las consecuencias a largo plazo que dejan miles de víctimas invisibles. 

Se trata de una gran cantidad de especies de animales y vegetales que son cruciales para la regulación del clima, la conservación del agua y la calidad del aire en Quito.

Verónica Arias, ambientalista y exsecretaria de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito, recalcó las dramáticas consecuencias que los incendios forestales tienen sobre los ecosistemas locales. “Hay víctimas silenciosas que son incuantificables, porque son intangibles de toda la biodiversidad que se pierde, tanto de flora como de fauna. Animalitos calcinados o quemados, se les lleva a las clínicas veterinarias. Todo lo que significa animales mamíferos, reptiles, aves, que mueren asfixiados por los incendios habría que cuantificar para tener un valor”, señaló Arias, destacando la magnitud de la tragedia.

Arias también alertó sobre los efectos devastadores en los bosques y su papel fundamental para la vida silvestre: “Los bosques, árboles y arbustos que son refugios de vida silvestre, especialmente en las quebradas, se pierden y se necesitan muchos años en restaurarlos”.

Arias advirtió que «esto afecta a las personas porque hay menos oxígeno. Hay un proceso de emisión de carbono muy importante», creando un círculo vicioso que perjudica tanto a la biodiversidad como a los seres humanos. 

Adrian Soria, biólogo y también ambientalista especialista en la conservación de páramos también indicó que, el impacto ambiental del incendio de Guápulo “es la destrucción muy grande no sólo en la parte que se ve, de bosques y matorrales, sino también del suelo y del subsuelo, que son necesarios par que se mantengan varios de los ecosistemas donde están los insectos o bichos, que son indispensables para que funcionen los ecosistemas de la ciudad”.

Arias explicó dos alternativas para la recuperación de las zonas afectadas por incendios forestales. La primera opción es dejar que la naturaleza siga su curso, permitiendo que el proceso de restauración y regeneración de la flora y fauna se desarrolle por sí mismo. «Esto puede tardar entre cinco y diez años», señaló.

La segunda alternativa es la reforestación, un proceso que podría extenderse entre 10 y 25 años, dependiendo de las condiciones y el tipo de intervención necesaria. “Si se logra procesos de reforestación, que casi nunca se logra en laderas, estos pueden tardar entre 20 y 25 años en recuperarse, dependiendo de la especie”.

Adrián Soria, biólogo y también ambientalista especializado en la conservación de páramos, advirtió sobre las graves consecuencias de este siniestro. “El impacto ambiental es considerable, no sólo en la superficie visible, como la destrucción de bosques y matorrales, sino también en el suelo y el subsuelo, que son esenciales para mantener varios ecosistemas”.

“Estos ecosistemas son el hogar de insectos y otros organismos, conocidos como ‘bichos’, que son indispensables para el funcionamiento del entorno urbano” de Quito, señaló.

Según el biólogo, la ciudad ha perdido importantes indicadores de la salud de su medio ambiente con la desaparición de pequeñas especies de aves, mamíferos y reptiles que habitaban las extensas áreas afectadas por el incendio, hoy reducidas a cenizas.

«Es lamentable perder la vida de pequeños animales que no se ven, como ratones nativos andinos, zarigüeyas y aves. Muchas de estas aves migratorias llegan a Quito desde Canadá y Estados Unidos entre agosto y febrero. Estas pequeñas aves, reptiles y anfibios simplemente desaparecen con el fuego», explicó Andrián.

La pérdida de estas numerosas especies no sólo significa una tragedia biológica, sino también un duro golpe para la capacidad de la ciudad de monitorear la calidad de su ecosistema. «Estas especies son indicadores clave de la salud ambiental, y ahora, lo que antes era un refugio para la vida silvestre se ha reducido a cenizas», agregó Soria.

El ecosistema de Guápulo ofrecía múltiples servicios ambientales esenciales para Quito. Los bosques y matorrales que se perdieron, regulaban el clima de la ciudad, ayudando a mantener las temperaturas más frescas en áreas con vegetación. «Es posible comprobarlo en las zonas donde hay árboles y matorrales. Si uno baja por las quebradas, se siente un aire mucho más fresco. Ahora, sin esa cobertura vegetal, el clima se calentará más, afectando el bienestar de los habitantes», indicó.

La pérdida de vegetación también tiene serias implicaciones para la seguridad del terreno. Sin árboles ni matorrales que retengan el suelo, las lluvias intensas aumentarán el riesgo de derrumbes y deslizamientos. «Estos ecosistemas también funcionan como barreras naturales para las lluvias fuertes. Sin ellos, las aguas descenderán rápidamente por las pendientes, erosionando el suelo y provocando desastres», explicó el experto.

Adrián Soria advirtió que el impacto de este incendio no debe verse como un evento aislado. «Este es un ciclo que muchas veces no entendemos, lo que daña a los ecosistemas también nos afecta a los seres humanos. Nos quedamos sin los servicios que nos proveen los bosques y sin la protección natural contra el cambio climático y los desastres», enfatizó.

Este incendio forestal en Guápulo es una dolorosa llamada de atención sobre la urgencia de proteger y restaurar los ecosistemas de Quito. Las autoridades locales y los ciudadanos deben tomar medidas inmediatas para prevenir futuros desastres y mitigar el impacto del cambio climático en la región.

¿Cuáles son las especies afectadas? 

Soria elaboró un listado de las numerosas especies de aves, anfibios, reptiles y mamíferos que han sufrido los estragos del siniestro. Las especies más pequeñas, como los quindes, gorriones y ranas, probablemente se quemaron durante el incendio, mientras que otras especies han perdido por completo su hábitat.

El biólogo elaboró para Ecuador Chequea un listado de las especies que fueron afectadas por el incendio forestal en Guápulo y sus alrededores.

Aves

· Colibrí gigante (Patagioenas fasciata) ·         Tórtola (Zenaida auriculata) ·         Colibri herreroColibri coruscans ·         Colibrí colalargaLesbia victoriae ·         Quinde bunga (Chaetocercus mulsant) ·         Quilico (Falco sparverius) ·         Carpintero (Colaptes rivolii) ·         Cachudito (Anairetes parulus) ·         Pájaro brujo (Pyrocephalus rubinus) ·         Contopus fumigatus ·         Myiotheretes striaticollis ·         Golondrina de pecho blanco (Pygochelidon cyanoleuca) ·         Golondrina de pecho gris (Orochelidon murina) ·         Sinsonte (Mimus gilvus) ·         Mirlo (Turdus fuscater) ·         Eufonia (Chlorophonia cyanocephala) ·         Matorralero (Arremon assimilis) ·         Gorrión (Zonotrichia capensis) ·         Matorralero (Atlapetes latinuchus) ·         Matorralero (Atlapetes leucopterus) ·         Huiragchuro (Pheucticus chrysogaster) ·         Thlypopsis ornata ·         Rigche (Rauenia bonariensis) ·         Congo (Diglossa humeralis) ·         Picocono (Conirostrum cinereum) ·         Rocoto (Piranga rubra) Migratoria ·         Gavilán aludo (Buteo platypterus) Migratorio ·         Contopus (Contopus cooperi) Migratorio ·         Mirlo de Swainson (Catharus ustulatus) Migratorio ·         Reinita (Setophaga ruticilla) Migratorio ·         Reinita pechilistada (Setophaga fusca) Migratorio

Mamíferos

·         Zorrillo (Conepatus semistriatus)

Anfibios y reptiles

·        Rana Terrestre (Pristimantis unistrigatus) ·         Guagsa (Stenocercus guentheri) ·         Culebra boba (Liophis epinephelus albiventris) ·         Rana marsupial (Gastrotheca riobambae)

En este contexto, el Ministerio del Ambiente expresó su preocupación por el impacto que los incendios forestales están teniendo sobre la fauna silvestre en Quito. A través de un comunicado, la entidad pidió a la ciudadanía seguir una serie de recomendaciones para proteger a los animales afectados.

Según la entidad, es vital que si se observa un animal desorientado o herido, no se le lastime ni se intente manipular. En su lugar, se pide reportar el incidente de inmediato al ECU-911 o a las entidades especializadas, como el Hospital de Fauna Tueri o el Zoológico de Quito.

Peligros ambientales

El incendio forestal que inició ayer en Guápulo no solo trajo consigo una densa humareda que cubrió Quito, sino que también desencadenó una serie de fenómenos químicos que agravan la calidad del aire y ponen en riesgo tanto la salud pública como el equilibrio ambiental. Valeria Díaz, coordinadora de la red de monitoreo de la calidad del aire en Quito, advirtió sobre un fenómeno particular generado por estos incendios: la formación de ozono troposférico, un gas irritante que tiene graves consecuencias para el entorno urbano y rural.

Díaz explicó que los gases liberados por el incendio forestal se mezclan con los óxidos de nitrógeno producidos por la combustión de automóviles e industrias, lo que provoca la formación de una capa de ozono en la troposfera, una zona de la atmósfera cercana a la superficie terrestre. «Es el mismo ozono que nos protege de los gases cósmicos en la estratosfera, pero cuando se forma en la troposfera se convierte en un gas irritante y perjudicial», afirmó.

Este ozono troposférico, a diferencia de la capa de ozono beneficiosa en la estratosfera, es altamente nocivo para la salud humana. 

Además del efecto inmediato sobre la salud de los quiteños, Díaz dijo que el ozono troposférico tiene un impacto duradero en las zonas rurales. Los vientos desplazan este gas hacia las áreas rurales, donde su acumulación puede deteriorar el suelo y contribuir al avance de la desertificación y afectar la calidad del agua.

“Puede afectar a la calidad del agua si los gases que van flotando se precipitan con la lluvia”, acotó.

Por su parte, Verónica Arias, exsecretaria de Ambiente de Quito, expresó su preocupación por el descuido en los planes de prevención y capacitación en las parroquias rurales. Según la experta, estas medidas son esenciales no sólo para evitar que los pobladores realicen quemas incontroladas, sino también para asegurar el funcionamiento efectivo de los sistemas de alerta temprana. 

Arias destacó que, tras siete años de la adquisición del primer helicóptero, Quito debería haber incorporado un segundo para los bomberos, lo que no solo mejoraría la respuesta ante incendios forestales, sino que también permitiría optimizar las operaciones de rescate y control de emergencias.

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