La propagación de desinformación es una amenaza global para las democracias y su combate ha sido establecido como una prioridad por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La amenaza en América Latina y, particularmente, en Ecuador es una realidad. Lo es más ante el desafío que representa la pandemia y al tratarse de, 2020, un año preelectoral.
Difundir información precisa y verificada es un puente para conectar con la comunidad. Pero también es real que resulta imposible verificar todas las mentiras que circulan en Internet, por lo que resulta imperante desarrollar estrategias multisectoriales que empoderen a los distintos actores y sectores de la ciudadanía en conocimiento y herramientas para combatir la falsedad.
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