1200 ovejas han muerto en Cotopaxi desde el 2019, el post verificado le da a esto una connotación de ataque político
La información sobre estas muertes fue confirmada, pero se pretende relacionar el tema con los seguidores de un grupo político.
Casi todo —o todo— puede ser utilizado políticamente. Esto se demuestra con este post que, usando la información sobre la muerte de 1200 ovejas en Cotopaxi desde el 2019, lo acompaña intencionalmente con la siguiente frase: “Ya estamos a poquito de que los borregos mamertos le culpen a Guillermo Lasso de estar acabando con los borregos”.
La información es engañosa porque el dato sobre la muerte de ovejas es real, pero la interpretación tiene la clara intención de identificar la palabra ‘borregos’ con los seguidores del expresidente Rafael Correa, hoy sentenciado por corrupción y prófugo de la justicia. Esto, porque esa era la forma en la que muchos opositores a ese Gobierno se referían a los correístas. Sin embargo, ni la política ni el correísmo tienen nada que ver en este tema.
La información sobre la muerte de aproximadamente 1.200 ovejas la confirmó la Gobernación de Cotopaxi, este 22 de marzo, tras los reportes de los comuneros de los cantones Saquisilí, Sigchos, Pujilí y Latacunga, en Cotopaxi, quienes reportaron las primeras 25 muertes en noviembre del 2019.
Según los comuneros y voceros ambientales, la causa de la muerte de estos animales es la acción de una manada de depredadores, perros ferales, que desde noviembre de 2019 hasta la fecha generó pérdidas económicas a 21 comunidades y 85 familias de comuneros de Cotopaxi, ya que cada oveja cuesta entre 180 y 220 dólares, lo que en promedio sumarían pérdidas de 245.000 en dos años y cuatro meses.
Las últimas ovejas muertas fueron reportadas en la comunidad de Maca Grande, del cantón Latacunga, donde unas 32 ovejas han sido asesinadas en el transcurso de este fin de semana.
El Ministerio de Agricultura inició un recorrido por las comunas de Acchipamba, Atapulo, Saraugsha, Mulintimi, Jatun Era, Llamahuasi, Yanaúrco Grande, Salacalle, Palouctopamba y Chulcotoro, en Pujilí, para ubicar la manada que se comió a todos estos rebaños.
La doctora veterinaria y directora del Proyecto Sacha, Eliana Molineros, explicó que “los perros ferales tuvieron casa en algún momento, pero que fueron abandonados. han aprendido a sobrevivir en el bosque o en sectores hostiles fuera del contacto humano. Se vuelven salvajes».
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