A usted, querido lector, le mintieron. Casi el 90% de los contenidos que verificó Ecuador Chequea en redes sociales fue desinformación: publicaciones falsas, engañosas o imprecisas. Todo para favorecer a un candidato o perjudicar a su rival. ¿El fin justifica los medios?
Tal vez cuando usted está en Facebook, Instagram, Tik Tok o WhatsApp, ha visto videos que aseguran que el binomio de la alianza ‘ADN’ quiere privatizar la educación y la salud o, que el binomio de la Revolución Ciudadana ha legalizado las drogas en el país. Estas han sido publicaciones que se han viralizado en redes sociales con desinformación para confundir o manipular a la ciudadanía en esta época electoral.
Sin embargo, estas prácticas no son nuevas, la desinformación es una estrategia que ha sido utilizada siempre para posicionar o perjudicar a un candidato. Comúnmente, en elecciones, este fenómeno toma fuerza y se expande mucho más rápido a través de internet.
Aunque, la situación se agravó en Ecuador, al vivir un proceso sin precedentes, luego de que el 17 de mayo, el presidente, Guillermo Lasso, disolvió la Asamblea con el Decreto 741 y dispuso al Consejo Nacional Electoral (CNE) que llame a elecciones anticipadas. Éste fue el caldo de cultivo perfecto para que la desinformación penetre mucho más en la sociedad y sus redes intenten llegar a más personas, como nunca antes se había visto. Además, la situación que ha vivido el país, tras la muerte cruzada, la escalada de inseguridad y violencia que desencadenó el asesinato al excandidato presidencial Fernando Villavicencio, también fueron usados en esta campaña electoral para generar distintos tipos de contenidos desinformativos.
Y es que, en este período, la desinformación estuvo más presente que otros procesos electorales. Desde el 29 de mayo hasta el 18 de agosto, el 86,5% de los contenidos que verificó Ecuador Chequea en redes sociales fue clasificado como falso o engañoso. De los 171 posts que fueron analizados en la primera vuelta, ninguno resultó cierto.
Pero también, en redes sociales se generó otra estrategia de desinformación, según las verificaciones realizadas por este medio de comunicación. Luego de que se cumpliera la primera vuelta electoral; la balanza con desinformación electoral empezó a inclinarse más hacia un lado, contra uno de los candidatos.
Entre el 21 de agosto y el 1 de septiembre, Ecuador Chequea realizó un total de 23 verificaciones de contenidos desinformativos electorales que circularon en redes sociales. 19 de estos estuvieron afilados contra la candidatura del candidato Daniel Noboa (alianza ‘ADN), mientras que apenas 3 afectaron a la correísta Luisa González. Aunque, después, con el tiempo, del desbalance se fue reduciendo ligeramente, la tendencia se mantuvo hasta el final de la campaña.
Pero, ¿qué ha ocurrido en la segunda vuelta?
Desde el 21 de agosto hasta el 12 de octubre, este medio verificó un total de 105 contenidos que circularon en redes sociales. De estos, el 88,57% corresponde a desinformación, es decir, publicaciones que fueron clasificadas como falsas, engañosas e imprecisas, mientras que el 11,43% fue categorizado como ciertos, sátiras y contenido inverificable.
En la segunda vuelta electoral, la estrategia que más se utilizó para confundir al electorado fueron declaraciones pasadas de los distintos candidatos. Como muestra de ello, en varias ocasiones circularon afirmaciones descontextualizadas de los presidenciables o sus binomios, declaraciones que habían sido dichas en otros momentos y en otras circunstancias, pero que la desinformación las tomó para hacer creer a la ciudadanía que eran expresiones recientes, o que incluso eran propuestas de la campaña electoral.
Análisis
Natalie Becerra, consultora en comunicación política, asegura que la desinformación es un tipo de posverdad y que ya va algunos años en nuestras vidas de manera presente. Además, recalcó que en momentos de campaña electoral se ha exacerbado, pero que esto ocurre día a día. En época electoral, explica, aumenta sus niveles porque los ánimos están más caldeados, los candidatos están tratando de deslegitimar la propuesta del opositor, que se vea la suya más fuerte y solvente, de capitalizar votos y conseguir rédito electoral.
“Penosamente, sí puedo decir que, al ser la época en la que tenemos más acceso a información, es una de las que la gente menos busca información, porque tienes tanta, que la que ven, la dan por cierta. Muy difícilmente si uno recibe una noticia, la contrastas y busca la fuente, eso generalmente lo hacen quienes hacen periodismo o, como yo, que trabajo con la información, que no queremos cometer errores de citar mal o de viralizar una información que no sea verdadera. Pero el común denominador recibe la información y simplemente la da por cierta (…)”, dice.
La consultora menciona que la estrategia de la desinformación está de lado y lado, y que, a veces, no viene de los equipos de campaña. “Todos perdemos cuando lo que se comienza a comentar, a viralizar y a estar dentro de la conversación son mentiras en lugar de hechos y propuestas reales”. Para Becerra, el último año ha sido muy duro en temas de desinformación y ataques, por ello recalca que se ha tomado como un campo de batalla a las redes sociales, lo que afecta mucho a la decisión ciudadana.
Diego Cazar, editor de La Barra Espaciadora y coordinador de proyectos de la fundación Periodistas sin Cadenas, mencionó que la sociedad se encuentra frente a un problema épico y que esto atraviesa a todos los sectores, incluidos medios de comunicación, líderes políticos y la sociedad civil. La desinformación, para él, se ha convertido en una herramienta de divulgación de narrativas políticas y esto se refleja en ciertos resultados que llevan a ciertos políticos al poder.
“El ejercicio del poder, lamentablemente, sobre todo en América Latina, es resultado, sobre todo, de la divulgación de desinformación, de mensajes tendenciosos, manipulados y de un uso inescrupuloso e indiscriminado de los principios básicos de la democracia”, afirma Cazar.
El periodista y editor señaló que la primera preocupación de quienes operan las redes de la desinformación es comprender cómo operan las dinámicas en las poblaciones periféricas, para entender cuáles son las necesidades, las carencias y las prácticas que se imponen sobre estas carencias. “(…) Hay una responsabilidad de la academia en todas sus instancias, desde la formación primaria, secundaria, tercer y cuarto nivel. Es urgente que el sistema educativo de un país como el nuestro atienda esas necesidades y promueva programas de formación relacionados con alfabetización digital (…)”, enfatizó.
Albertina Navas, directora de Comunicación Estratégica de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), agrega que la desinformación ha sido un eje transversal de toda la campaña y que la única diferencia de una etapa y otra fueron las temáticas a las que se refirió la desinformación.
“¿En qué lo podemos ver? En que se evidencian las tres formas básicas de la desinformación, que son: contenidos verdaderos en contextos falsos (…), hechos falsos en contextos verdaderos (…) y también hechos verdaderos sin contexto, lo cual buscaba inferir o llegar a conclusiones no válidas. Creo que eso hubo de lado y lado, no sólo desde las candidaturas, sino de actores políticos, que no sólo querían posicionar una candidatura, sino desmerecer la contraria”, asegura Navas.
Para la experta, la desinformación es una herramienta de los actores políticos y lo lamentable es que se vuelve cada vez más recurrente e importante en el ejercicio de la política y también del marketing electoral.
“Esto ocurre cuando tenemos contextos de cultura política débiles, donde no hay un diálogo y un debate profundo sobre los planes de gobierno. Y, en realidad, más que ganar una elección por la argumentación de un plan de trabajo, se gana en tanto en cuanto se salga mejor librado de una batalla de acusaciones, en muchos casos de desinformación. Lo que vemos de manera más evidente es que hay la participación más masiva y activa de agentes de negatividad en redes sociales. Eso sí lo podemos ver, que son estos trolls y troll centers que, si bien han existido siempre, a diferencia de elecciones anteriores, son más grandes y mucho más estructurados”, concluye Navas.
Para no caer en el engaño de la desinformación hay que evitar dejarse llevar por las emociones, analizar las publicaciones que se viralizan, tomarse el tiempo para verificar la información y contrastarla. Pero, sobre todo, si duda de la veracidad de un contenido, lo mejor es no compartirlo, para no ser parte de la cadena de la desinformación.
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