El 39% de las empresas en Quito reportan pérdidas de entre el 21% y 31% sólo por el corte de luz de ayer. Los pequeños negocios también se ven severamente afectados por los apagones. Las consecuencias si la situación se alarga pueden ser graves. 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto

De repente, los frigoríficos dejaron de sonar su particular ronroneo, única muestra, junto con la luz que alumbra los productos en el interior, de que continúa funcionando. También se apagó la pantalla con la que registra las ventas, conectada a una computadora antigua con un sistema que, a duras penas, corre el software que utiliza en su negocio. Los focos dejaron de brillar, la música dejó de sonar. La luz se fue. 

“Ya uno se cansa de que esto pase a cada rato”, dice Hugo Peñaherrera, de 42 años, quien atiende todos los días una panadería en el norte de Quito. “Uno llega listo para trabajar y se va la luz. A nosotros el corte nos cogió desde las 05:00, que es justo una hora después de que llegamos a hacer el pan. Entonces, se nos complica, porque no nos da el tiempo para terminar de hacer el pan que sale en la mañana, porque varios de los implementos funcionan con luz. Al menos tenemos hornos de gas, eso sí podemos utilizar”. 

Algunas partes del proceso de preparación tuvo que adelantarlas y otras tuvo que recurrir a hacerlas a mano, todo para poder salir el día y alcanzar a “abastecer lo que la gente llega a comprar, porque aunque no lo crea la gente sí llega bastante para comprar el pan en la mañana”. Sin embargo, no fue suficiente. Los cortes de luz no le permitieron tener las bandejas necesarias disponibles para la venta de un martes normal. En otras palabras, hoy, por la mañana, ya tuvo pérdidas a causa de los cortes de energía, ocasionados por la falta de lluvias y la crisis eléctrica que vive el país. 

“Yo no sé cómo voy a arreglarme para sobrellevar estos cortes, porque está difícil. Uno necesita vender para vivir, para pagar el arriendo, para dar de comer a mi familia. Hay mucho que depende de que a la panadería le vaya bien. Y el problema es que no es sólo el pan. Los frigoríficos dejan de funcionar, ahí hay lácteos, quesos, yogures; todo empieza a afectarse y la vida útil de la mercadería se pierde. Entonces, cada vez es más complicado y los productos duran menos, lo que significa que pierdo también dinero”, dice. “Si la cosa sigue así, si los productos siguen subiendo de precio y si la crisis se pone cada vez peor, muy probablemente ya no pueda seguir con mi negocio, uno con el que ya llevo seis años más o menos”. 

Recuerda cómo sobrevivió a la pandemia, a la inseguridad y a la inflación de productos que ocupa en su negocio, lo que bajó la demanda. Sin embargo, no sabe si podrá sobrevivir a más arremetidas de este tipo. “Quizá con los cortes de luz nos terminan de liquidar, según cuanto duren. Y es que la única opción que me queda es comprar un generador, pero son caros y mantenerlos también es caro. Es complejo”, dice. 

Lo mismo ocurre en otros casos y en otro tipo de negocios. Un ejemplo de esto se también se puede presenciar en el micromercado de Fabiola Granda, de 36 años. 

En un espacio ubicado en Tumbaco, la mujer atiende todos los días este local, abastecido con todo tipo de productos, sean alimenticios o de aseo, para sacar adelante a sus dos hijos, quienes están aún estudiando la universidad y los últimos años de colegio. 

“Yo llevo ya como 15 años con este negocio y he logrado hacerme con un grupo de clientes importante. Eso me ha permitido sobrevivir y poder sacar el negocio adelante y también sacar a mi familia adelante. Pero ya la situación se pone cada vez más difícil, tanto para la economía familiar como para el negocio, que está cada vez más duro”, dice. 

Y es que los apagones, a pesar de que han sido de pocos días todavía, ya le han causado pérdidas por la baja en clientes. “Llegan cada vez menos clientes porque no hay luz y se toca cerrar más temprano el local. Hay personas que llegan en las noches del trabajo y llegaban a hacer compras, pero ahora se complica, porque no se puede tener todo abierto hasta tan tarde. Sobre todo porque luego las calles son inseguras a oscuras”. 

Hoy, le preocupa cuánto puede aguantar su negocio esta situación y la necesidad de mantenerlo vivo para seguir ayudando a su familia en el futuro. Esta misma preocupación la comparten otros quiteños y ecuatorianos. 

Cifras 

Según una encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Quito, 39% de las empresas de la ciudad reportan que han tenido pérdidas que van desde el 21% al 30% de sus ganancias por los cortes de luz. Sin embargo, el total de las empresas encuestadas que han reportado que los cortes de luz les han representado reducciones en las ganancias y la rentabilidad sobrepasa el 70%. Y este dato sólo engloba lo registrado en el apagón del ayer, que ciudades como Quito rondó las 11 horas de corte. 

Asimismo, la segunda mayor afectación está entre el 31% y el 40%, valores que el 18% de locales registrados reportaron tener pérdidas de este nivel. 

Asimismo, si se analiza los motivos y formas de afectación de los apagones, dato que también se refleja en la encuesta realizada por la Cámara de Comercio. 

Según los datos, el 30% de las empresas reportaron pérdidas de horas de producción. El 22% de empresas registraron que la mayor pérdida fue un menor número de ventas en su diario; 17% señaló una escasa comunicación; 13% más inseguridad; 11% daños en equipos y maquinaria y 7% pérdidas de productos y cadena de frío.

Daniel Pabón, economista, asegura que estas estadísticas reflejan sólo una parte de los grandes problemas que podrán generar los apagones para el país y para las empresas de la ciudad. “Imagina cuánto se puede afectar con el pasar del tiempo y con la continuidad de la medida. Las empresas tendrán aún más difícil alcanzar su rentabilidad, haciendo que la economía decrezca aún más. Porque no hay que olvidar que Ecuador ya viene de una serie de decrecimientos económicos que tienen raíz en acciones que iniciaron en 2014”. 

Para el experto, la economía, que ya venía en crisis, no puede aguantar estos golpes que terminan siendo muy duros para un país como Ecuador. “Esperemos que se tengan soluciones conjuntas con los gremios y las empresas, porque, si no, estamos hundiéndonos en un hueco del que la economía va a salir con inflación, menos empleo aún y cierre de empresas y negocios”. 

Según el Comité Empresarial Ecuatoriano, cada hora de apagones puede generar pérdidas por $12 millones a escala nacional. Para Pabón, esto es preocupante y es algo que el Gobierno debe tomar en cuenta para poder evitar una crisis mayor. 

Asimismo, existen estudios globales que permiten analizar los golpes de las crisis eléctricas en la economía. Un estudio del Banco Mundial concluye que los cortes de electricidad frecuentes pueden reducir el PIB en un rango del 0,5% al 4%. En este caso, se detalla que las actividades más afectadas en esta dinámica son la industria, la manufactura y el comercio. El impacto, detalla el estudio, es aún más fuerte en pequeñas y medianas empresas de estas ramas. 

“Las empresas en países con baja fiabilidad eléctrica experimentan una caída de hasta un 30% en la productividad en comparación con aquellas en países con sistemas eléctricos estables”, dicta el texto. 

Asimismo, según un estudio elaborado por el Fondo Monetario Internacional, la escasez de electricidad desalienta la inversión, afecta la confianza empresarial y genera entornos de incertidumbre. 

Muchos de estos factores ya se están cumpliendo. Por esto, las cámaras de comercio, de industrias y gremios solicitaron al Gobierno dar certezas sobre la crisis eléctrica y sobre las medidas a tomar, para prever también las acciones futuras desde el sector privado. Por esto, el Ministro de Energía anunció que los cortes se anunciarán con anterioridad y que permanecerán vigentes mientras dure la crisis y la sequía. 

El estudio también remarca que los cortes de electricidad pueden reducir la participación laboral de la población, lo que también deriva en un decrecimiento económico. Para Pabón, estas son señales de cuidado.

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