Si quieres ‘mirar’ todo lo que sucedió ‘detrás de las cámaras’ durante la visita del líder opositor venezolano, Edmundo González, a quien Ecuador reconoce como presidente electo, lee está crónica escrita a cuatro manos, desde el interior del Palacio y desde la Plaza Grande.
POR: Hugo Constante y Juan Camilo Escobar
Edmundo González llegó al Palacio de Carondelet a las 10:00 y fue recibido con los honores equivalentes a un Jefe de Estado: alfombra roja, calle de honor a cargo de los Granaderos de Tarqui, música marcial, Himno Nacional. El jefe de la oposición venezolana, reconocido por Ecuador como presidente electo de su país, estuvo acompañado de su esposa, Mercedes López.
A lo largo de las intervenciones públicas, él sería tratado como Presidente de Venezuela y ella como primera dama. Noboa les recibió en la entrada del Palacio; al pie de la escalinata para acceder a los pisos superiores estuvieron colocadas tres banderas de Venezuela y tres de Ecuador, donde González, López y Noboa se tomarían una de las tantas fotos oficiales de la jornada. El resto del encuentro fueron reuniones privadas.
En sólo dos ocasiones saldrían para tener contacto con la prensa nacional e internacional que se dio cita en el lugar para registrar este momento. La primera fue en el Salón del Gabinete para que los medios puedan realizar las tomas de paso iniciales a la reunión ampliada. En el salón, los primeros fueron los ministros de Gobierno, Javier De la Gasca; del Interior, Mónica Palencia; y de Defensa, Gian Carlo Loffredo, quienes charlaban amenamente. Luego se les unirían otros funcionarios de Gobierno y de la delegación de González.
Noboa ingresó junto a González para cumplir un rápido saludo protocolario con estrechón de manos, que tuvo que repetirse al final de esa corta ceremonia para que fotógrafos y camarógrafos pudieran registrar gráficamente el momento: el saludo inicial no pudo ser captado en plenitud porque, por su ubicación, los invitados tapaban al líder de la oposición venezolana. En un breve mensaje, Noboa destacó esta reunión bilateral ya que comparten, aseguró, principios democráticos; en respuesta, González agradeció el empeño puesto por el Gobierno de Noboa para “acoger a cientos de miles de venezolanos”, tras lo cual se retiraron a la reunión ampliada.
La ceremonia central
El segundo momento de contacto que Noboa y González tuvieron con la prensa fue en el Salón Amarillo. Ahí González recibió la condecoración de la Orden Nacional “Al Mérito” en el Grado de Gran Collar. En el Decreto 514, con el que se viabiliza está condecoración, se asegura que fue elegido presidente constitucional de Venezuela “con una contundente mayoría popular, reflejo del respaldo del noble pueblo venezolano y la confianza depositada en su liderazgo para guiar al país hacia un futuro de desarrollo, estabilidad y reconciliación”. Dicha elección, consta en el Decreto, ha sido reconocida por la comunidad internacional y diversas organizaciones internacionales y multilaterales.
En los discursos de rigor, Noboa aseguró que el líder venezolano encontrará en Ecuador un sólido respaldo para restablecer la democracia en su país y volver de las “oscuras fuerzas de la dictadura”. El primer mandatario aseguró que su Gobierno defenderá la institucionalidad democrática de Venezuela y que ha sido claro en respaldar los pronunciamientos en contra del “dictatorial régimen de Nicolás Maduro”, a quien acusó, además, de querer dominar a Venezuela y reprimir “de forma alarmante las manifestaciones populares” y haber hecho uso del sistema judicial venezolano contra opositores, por lo que expresó la necesidad de tomar acciones contundentes. “Ya se acabaron los tiempos o el momento de sólo condenar. Uno tiene que actuar y tiene que actuar de manera fuerte. Así como las personas que amenazan a la democracia actúan”, aseguró.
Por su parte, González manifestó que es el presidente legítimamente electo de su país y agradeció a Noboa por su claridad y valentía al reconocer los resultados de las elecciones presidenciales de Venezuela: “Este acto de reconocimiento no es sólo es un gesto diplomático sino un compromiso con la verdad, la justicia y la democracia en nuestro continente”, manifestó.
En el marco de esta reunión se concretaron tres acuerdos:
- Declarar al Tren de Aragua como grupo terrorista.
- Reducir el financiamiento al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. En el caso de que existan sanciones internacionales, Ecuador podrá vender hasta 250.000 barriles diarios de petróleo a países que actualmente compran crudo a Venezuela.
- Firmar un convenio de cooperación entre la Secretaría de Integridad Pública de Ecuador y el equipo del presidente electo González para combatir el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas y otras amenazas.
Mientras tanto en la Plaza Grande…
El líder de la oposición venezolana salió al balcón de Carondelet para ver a los cientos de venezolanos reunidos en la Plaza Grande y se despidió de ellos alzando su sombrero al aire. González pronunció un breve discurso, interrumpido varias veces por vítores y consignas de apoyo.
Los asistentes, que se habían congregado desde temprano en la mañana, mostraron su respaldo a la visita de González a Ecuador y a su encuentro con el presidente Noboa, con quien salió al balcón y mostró la bandera venezolana. A pesar del calor, muchos permanecieron de pie durante más de dos horas para escuchar su mensaje, que González leyó de un papel que, en ocasiones, el viento descontrolaba.
La multitud no se dispersó de inmediato. El mensaje de González, que resonó entre los presentes, provocó una conversación colectiva en la Plaza. Los asistentes continuaron discutiendo lo que acababan de escuchar, especialmente la promesa del líder opositor de continuar su gira internacional en busca de una salida democrática que le permita asumir la Presidencia de Venezuela.
También aprovecharon para formar pequeños grupos con el propósito de izar banderas y tomarse fotos. El joven venezolano Héctor García no sólo ayudaba a los grupos que le pedían tomar fotos, sino que, con una gran bolsa plástica en mano, recogía papeles que la multitud había arrojado en el suelo de la Plaza Grande. Esa era, precisamente, la misión que le encomendó el colectivo político al que pertenece.
«González es el presidente electo», dijo García, con firmeza. «No sólo es el líder de la oposición, es el presidente legítimo, respaldado por millones de electores y por la diáspora venezolana en todo el mundo». En su voz se percibía la emoción de quien cree que la historia finalmente tomará el rumbo que le corresponde. También agradeció al pueblo ecuatoriano por su calidez, por el recibimiento. Y añadió: «Esta lucha no es sólo por la democracia en Venezuela, es por toda la región, por América Latina. Necesitamos su apoyo para vivir en una región libre, democrática».
Soraya Rodríguez, una de las muchas caras presentes, también dejó fluir su emoción. «Estoy superemocionada», dijo, con voz temblorosa. «El mensaje de nuestro presidente legítimo nos llena de esperanza. De aquí en adelante, debemos seguir teniendo fe, porque esta lucha es hasta el final, hasta que podamos regresar a nuestro país».
En medio de la multitud que se agolpaba en la Plaza Grande, entre rostros marcados por años de lucha y desarraigo, se encontraba Josué Perdomo, un hombre cuya historia refleja el desgarro de quienes se ven forzados a abandonar lo que les pertenece. En 2017, la presión del régimen de Nicolás Maduro sobre su empresa de seguridad y vigilancia privada lo obligó a tomar una decisión que no dejó espacio para la duda: «Cerrar, venderlo todo y emigrar con toda mi familia».
Ocho años después, el exilio no ha matado su esperanza, aunque la nostalgia siga viva. «No me arrepiento», dijo con firmeza, aunque su mirada, un tanto lejana, no puede ocultar el deseo de regresar. «Pero para eso», advertía, «todos los venezolanos en el exilio debemos seguir luchando por la libertad».
A su lado, Yuamer Bravo, una licenciada en contabilidad, observaba la escena con la misma mezcla de esperanza y desesperación. En 2014, ella tenía un trabajo seguro, una vida estable como gerente de una empresa. Pero, como muchos otros, se vio atrapada en un país donde la inseguridad se desbordaba. «En tres ocasiones fui víctima de secuestros exprés», recuerdaba, con una mezcla de dolor y rabia. «Me pedían parte de mis ingresos. ¿Qué se puede hacer cuando la violencia no distingue entre política y criminalidad?».
«En Venezuela no solo hay problemas de violencia política, sino también de violencia criminal», dijo. «Ya no teníamos seguridad, ni salud, ni bienestar. No teníamos nada, ningún servicio básico para poder ofrecerles a mis hijos».
Esa es su motivación, la que la impulsa a seguir. «Queremos que se recupere la democracia y la libertad en mi país. Nunca debimos salir y ahora queremos regresar». Por eso, ella, como tantos otros, estuvo allí. «Vine a apoyar a González, para que pueda asumir con el voto que le dimos más de 7 millones», sentenció, con la determinación de quien sabe que su lucha es más que personal, es colectiva.
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