La capital prohibió la minería, a toda escala, en esta zona, declarada reserva de la biósfera por la Unesco. Casi el 70% de los quiteños votó por el ‘sí’. Un nuevo vistazo a la importancia de este oasis en la capital y a la lucha que llevó a este resultado histórico.
Seguramente una estela de colores y pequeñas plumas estarán acompañando su vaivén. A gran velocidad, el ave se abriría paso entre el abultado ‘verde’ antes de posarse sobre un plástico rojo. Ahí, su delgado pico se abriría y dejaría al descubierto lo que parece una fibra transparente. Ésta se alarga rápidamente hasta entrar en contacto con el agua azucarada. Luego de un breve banquete, con la misma velocidad y sonido, desaparece.
Éste podría ser uno de los colibríes que, desde este 20 de agosto de 2023, se despiden de la minería en su ambiente: su casa. Uno de los habitantes del bosque, donde la extracción minera ha sido prohibida por decisión de la población; con los resultados de una consulta popular que, en esta ocasión, decidió rechazar todo tipo de planes de extracción metálica en esta zona. Uno de los habitantes del Chocó Andino.
En este espacio viven 700 especies de aves y 44 especies de colibríes que a diario se alimentan del néctar de plantas y de agua azucarada puesta por humanos (quienes se dedican al turismo o por quienes optan poner un bebedero en la puerta de su casa). Un ‘oasis’ verde y exuberante que se levanta en el noroccidente de Quito.
La zona se ha posicionado como una de las zonas más biodiversas del país y, en el 2018, fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.
Pumas, venados, osos de anteojos y olinguitos también caminan por estas tierras húmedas y llenas de vida; vida de toda escala. Estos forman parte de los más de 100 mamíferos que habitan el Chocó. Se suman también 140 especies de anfibios, 40 de reptiles y 3.200 especies de plantas.
La biodiversidad de este espacio está, en gran medida, influenciada por su diversidad climática. La reserva de la biósfera tiene paisajes que están entre los 360 y los 4.480 metros sobre el nivel del mar.
Minería en el Chocó y su huella
El verde luce frondoso desde la altura y refleja los rayos de sol. Los árboles se levantan en medio de los Andes, acompañados del canto de las aves y el sonar de los insectos. 286.000 hectáreas forman parte del Chocó Andino en Pichincha.
En este espacio, donde se encuentran bosques primarios, especies endémicas y otras en peligro de extinción, también se ubican 12 concesiones mineras otorgadas para procesos extractivos. La presencia de oro y cobre ha interesado al sector, que ha impulsado procesos extractivos en la zona desde hace años.
Cada figura geométrica en el mapa recreado por la Mancomunidad del Chocó Andino (organización conformada por las parroquias de Pacto, Gualea, Nanegal, Nanegalito, Calacalí y Nono) representa una concesión minera.
Las 12 concesiones mineras en la zona ocupan 10.780 hectáreas. Esto representa el 8,9% de las 124.296 hectáreas, que conforman las seis parroquias de la Mancomunidad. Todas las concesiones, al momento, se encuentran en diferentes fases de exploración.
Según Inty Arcos, líder de la Mancomunidad, el inicio de la actividad minera en la zona ya ha comenzado a dejar huella. Él asegura que la presión minera que se ha empezado a ejercer en este espacio no sólo afecta a la biodiversidad del Chocó Andino. Explica que los moradores de las seis parroquias, quienes en su mayoría se dedican a la agricultura, ganadería y turismo, también han visto afectadas sus actividades por la actividad minera.
Para él, ningún tipo de minería que se realiza en la zona es legal. “El territorio ha sido entregado a concesiones inconsultas, sobre áreas de zona de recarga hídrica, sobre áreas protegidas, sin licencia ambiental. La minería que se vende como legal con concesiones de grandes proyectos, son ilegales, porque han violentado los derechos humanos y los derechos de la naturaleza”.
‘Quito sin Minería’
Las comunidades y pobladores, junto con colectivos y organizaciones, se unieron para enfrentar juntos al avance de la minería en la zona. Así nació el colectivo ‘Quito sin Minería’, que en septiembre del 2021 pidió a la Corte Constitucional dar ‘luz verde’ para realizar una consulta popular que ponga el futuro del Chocó Andino en las manos de los quiteños.
Hoy, tras más de dos años, voluntarios y activistas, quienes izaron la bandera de lucha para conseguir las firmas necesarias y dar paso a la consulta, además de concienciar sobre la importancia de cuidar este espacio, ven los resultados de esta primera batalla.
Quito, este 20 de agosto, logró pronunciarse en las urnas sobre las actividades mineras en el Chocó Andino. Según los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), con más del 90% de actas escrutadas, casi el 70% de los quiteños decidió prohibir las actividades mineras a toda escala en esta zona de relevancia mundial.
Con esto, la ciudad se une a una serie de decisiones históricas que se han tomado en Ecuador en favor del ambiente y la naturaleza a través de consultas populares.
Para Arcos, los resultados alcanzados en la consulta popular no sólo generan un ambiente de fiesta tras la “lucha histórica”. Esta victoria también abre la puerta a una nueva lucha: “garantizar que se respete lo que los quiteños decidieron en las urnas”.
“Este es un triunfo histórico, pero no sólo para Quito, sino para el país, para latinoamérica y para el mundo. Un puñado de intereses mineros no puede estar sobre lo que quiere la mayoría. Ahora, la decisión se tiene que respetar. No queremos minería metálica”, dice.
Para Fred Larreátegui, abogado ambiental, la decisión tomada en las urnas en pro de la protección del Chocó Andino marca un hito y un precedente para la autodeterminación de las poblaciones sobre sus territorios y el manejo de sus recursos. Esta consulta se suma a otras realizadas en Girón (Azuay) contra la minería metálica y en Cuenca, a favor de la protección de las fuentes de agua.
El experto explica que éste es un mensaje claro para las actividades extractivas sobre la importancia de consultar a las poblaciones antes del inicio de operaciones que podrían afectar al ambiente, la vida y la economía de las poblaciones y comunidades.
Esta decisión, según Ivonne Ramos, de Acción Ecológica, da una luz de esperanza para el futuro de este espacio y las más de 18 mil personas que allí habitan.
Tras la publicación de los resultados oficiales con la victoria del ‘Sí’ en la consulta, la ciudad deberá erradicar a la minería metálica de esta zona del noroccidente de Quito e incorporar la prohibición en su plan de ordenamiento territorial y plan de uso del suelo.
”Las autoridades deberán abstenerse de emitir nuevas concesiones mineras y extinguir las existentes”, aclara Arcos. Él hace un llamado a permanecer vigilantes para garantizar el cumplimiento de la decisión soberana.
La importancia del Chocó
Más allá de la riqueza natural de este espacio, su importancia también se ve reflejada en la provisión de recursos a la población de la ciudad. El Chocó Andino cuenta con cinco cuencas hídricas, que aportan agua a poblaciones dentro y fuera del espacio. Según información de la Secretaría Nacional de Agua, este ‘oasis’ produce un caudal de 291.956 litros de agua por segundo. Esto beneficia de forma directa a más de 20 mil personas con agua potable y a casi 900 mil personas que utilizan el recurso para riego, energía eléctrica y recreación.
Pero, no sólo esto. La contaminación se ha convertido en un problema en la ciudad. Quito emite 7 millones de toneladas (7’611.216) de CO2 al año, uno de los gases de efecto invernadero más nocivos, tanto para el ambiente como para el ser humano. En el 2011, esta cifra era de 5,1 millones de toneladas. Del total de gases: 10% viene del sector residuos, 24% del sector agricultura, silvicultura y uso de suelo; 26% del sector energético y 40% del sector transporte (público y privado).
El crecimiento constante de contaminación ambiental que vive la ciudad tiene como un importante aliado a zonas como el Chocó Andino. Cada hectárea de este espacio puede absorber hasta 250 toneladas de carbono. Esto, gracias a su vegetación y a la riqueza de sus suelos.
“El Chocó nos provee agua, regula el clima, nos da alimento. Por eso es tan importante cuidarlo y garantizar que se cumpla la prohibición de la minería”, dice.
Además, sobre su importancia histórica, en este espacio habitaron culturas como los Yumbos. En espacios como Pacto-Loma, parte del Chocó Andino, se pueden encontrar rezagos de su paso por estos espacios en petroglifos con historia milenaria.
A alrededor de 100 kilómetros de la ciudad, se levanta este espacio que ha prosperado por eones. Hoy, el Chocó Andino ve una luz de esperanza, pero también ve el inicio de una nueva lucha.
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