Los controles de tránsito en Quito ponen a prueba la capacidad de sanción y de vigilancia que tiene la ciudad. Con un número siempre insuficiente de agentes, los expertos comienzan a promover sistemas tecnológicos de control y sanción.
POR: Esteban Cárdenas Verdesoto
El verde del chaleco reluce con el fuerte sol que cae al mediodía en la ciudad. A su espalda, los vehículos se acumulan esperando a que su mano se doble para darles paso y continuar con su camino.
Lleva más de 30 minutos controlando el tráfico en una de las vías que baja a Cumbayá, en uno de los valles de Quito. Allí llegan todos los días agentes metropolitanos para vigilar que el tránsito continúe fluido y controlar el cumplimiento de las normas cotidianas.
“A veces la gente no respeta que estamos aquí, por eso toca estar presentes y hacer respetar las normas. Pasamos la mañana aquí unas horas y vamos rotando a lo largo de la zona, para no dejar puntos mucho tiempo solos. Igual, estamos pendientes de donde nos necesiten”, dice el joven agente que se coloca en este espacio, quien prefiere no dar su nombre por no tener autorización de un superior.
Este es el día a día de los 1.844 agentes que tiene la Agencia Metropolitana de Tránsito, ente encargado de regular y controlar la movilidad dentro del Distrito Metropolitano de Quito. Y, aunque la cifra suena alta, según expertos no son suficientes para controlar todas las calles y sucesos que ocurren en la capital.
Con los nuevos controles de velocidad y otros operativos en la ciudad, surge la pregunta de si realmente esta cantidad operativa de la institución es suficiente para vigilar el cumplimiento de las normas. Y, aunque la respuesta de los expertos es no, hay opciones que tomar en cuenta.
Manejo del tránsito y control
En Quito, entre enero y agosto de 2024, se han registrado 149.338 vehículos sancionados por incumplimiento de la norma de tránsito vigente, según la AMT. De este total, la mayor contravención registrada ha sido el conducir sin portar la licencia. A esta le sigue el no usar cinturón de seguridad, estacionar en sitios prohibidos, falta de traspaso vehicular en los 30 días que da la ley y la conducción de vehículos con vidrios polarizados. Estas son las cinco sanciones más recurrentes en la ciudad.
Sin embargo, para expertos como Guillermo Abad, conocedor de temas de movilidad y exsecretario de movilidad de Quito, esta cifra sólo demuestra una parte de lo que realmente se incumple en las normas de tránsito en la ciudad.
“La cantidad de agentes de tránsito resulta insuficiente para una ciudad que continúa creciendo y cuyo parque automotor excede ya los 400 mil carros de todo tipo. Nunca va a alcanzar, porque no se tiene los agentes suficientes para poner uno en cada calle de la ciudad, por lo que hay un déficit”, dice.
Entonces, según el experto, todo lo que se haga resulta insuficiente en una ciudad como Quito. “Si se quiere lograr controlar, no se puede hacer con un componente físico. Porque, como vemos, siempre va a ser insuficiente”.
Con él concuerda Carlos Páez, exconcejal de Quito y experto en movilidad. Para Páez, la opción de que un Municipio tenga competencias sobre la movilidad es necesaria e importante para tener un mayor control y una descentralización de las funciones, “porque ya vivimos la poca eficacia del control en una ciudad tan grande y con mayor escasez de agentes cuando se encargaba la Policía Nacional”. Sin embargo, asegura que esta norma se queda únicamente en el papel.
“La teoría es muy buena y necesaria. El problema es que no se cumple en la práctica. En la práctica no hay un buen control de la movilidad y es por varios factores. En primer lugar, escasea el factor humano para controlar una ciudad de más de dos millones de habitantes y más de 400 mil vehículos. Y, en segundo lugar, no son personas bien capacitadas”, dice.
Para explicar esto último, Páez pone un ejemplo conciso: “La norma en Quito establece que la prioridad en la movilidad es el peatón. Sin embargo, vea cuántas veces ve agentes de tránsito parados en una esquina viendo cómo hay carros que pitan a los peatones desesperadamente o les lanzan el carro o se paran en pasos cebra. Y no hacen nada, sólo dejan pasar el tráfico. A veces parecen más un adorno que una autoridad”.
Por esto, el experto detalla que es necesario que exista, en primer lugar, una mejor capacitación de los agentes que ya se tiene, para poder mejorar estos aspectos.
Soluciones
Abad asegura que una de las soluciones que se plantean en la ciudad es implementar tecnología en el control constante de las vías y de la movilidad.
“Se debe optar por una forma de implementar inteligencia en el control de tránsito de la ciudad y hacer que los controles de transporte y tránsito se los haga de manera tecnológica. La intención de tener sistemas tecnológicos en el control del tránsito es con la finalidad de reducir la capacidad humana para evitar la subjetividad en el control y sanción”, dice. Así, se busca también evitar actos de corrupción, como los que han sido denunciados en redes sociales y otros espacios, en los que funcionarios de tránsito protagonizan coimas y otras formas de evitar sanciones por parte de los conductores.
“Para evitar aquello, lo que sugiere la OMS es que se implementen sistemas tecnológicos con plataformas que puedan inclusive controlar de mejor manera el transporte y el tránsito. ¿Qué quiere decir esto? Al tener dispositivos electrónicos o magnéticos o de video que estén a lo largo y ancho de la ciudad se va a controlar mejor el flujo del tránsito, pico y placa, infracciones y, al medir las cargas vehiculares, se tendrá la capacidad de poder gestionar ese tráfico”, dice.
Para él, es necesario que Quito opte por un sistema completamente tecnológico para controlar la movilidad, “al punto en el que los semáforos no deberían ser temporizados, sino que deberían tener sistemas que midan la carga vehicular y, de este modo, cambiar según la cantidad de carros que están esperando”. “Si no, siempre van a hacer falta personas, motocicletas, patrulleros y todo de lo que hoy ya vemos un déficit”.
Y, aunque esto suene a película de ficción, el experto asegura que según los análisis que ya fueron realizados, es posible que un servicio de este tipo pueda llegar a costarle a las ciudad alrededor de $81 millones. Sin embargo, “la opción que se puede manejar es la contratación de un actor privado que gestione todo esto y cobre un fee de lo que se recauda. Una vez se exceda ese monto, los réditos tendrían que ir a la ciudad y así se evita la codicia del sector privado. Hoy el Municipio ya está planteando implementar esto a través de la tercera placa, un dispositivo que todos los vehículos deberán portar, pero eso necesita un software que recopile información y que permita implementar los demás sistemas, si no, no servirá de nada”.
Asimismo, Páez asegura que la tecnología deberá ser la salida de la ciudad para el sistema de movilidad y la mejor eficiencia en el control vehicular. “Y el camino parece largo pero debemos exigir que esto inicie para poder contar con vías más seguras”.
“Aunque esto no puede quedar ahí. Necesitamos que la labor de la AMT no sea sólo una labor sancionatoria, porque las normas, tanto nacionales como locales, no deben verse como una forma de recaudación. Sino que es necesario que se ejecuten labores preventivas y de concienciación para que estas sanciones sirvan de aprendizaje para los conductores y así generar una verdadera cultura vial”.
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