Hubo algunos cambios en la ceremonia cumplida en la Plataforma Gubernamental sur, en Quito, con relación a los que se cumplían en la Asamblea. Personajes imprevistos, aplausos llamativos… una crónica de lo que usted no vio en la transmisión en vivo.
Disuelta la Asamblea, pero con la obligación constitucional de rendir su Informe a la Nación sobre su segundo y último año de gestión, el Gobierno escogió el auditorio de la Plataforma Gubernamental de desarrollo social, ubicada en Quitumbe, sur de Quito, para que el presidente, Guillermo Lasso, cumpliera con esta disposición.
Si no era por el operativo de seguridad, que incluía presencia de militares, policías, agentes metropolitanos, vallas en el perímetro del auditorio y funcionarios de distintas dependencias del Gobierno, el evento hubiese pasado desapercibido.
La circulación vehicular fue normal, a pesar de los anuncios de cierres y desvíos que se habían hecho con antelación; decenas de usuarios acudieron a la plataforma a buscar los servicios de instituciones como el Servicio de Rentas Internas (SRI), el Registro Civil, los ministerios de Salud y de Inclusión. Para estos usuarios fue un día rutinario, excepto porque les tocó dar la vuelta ingresar a la plataforma por otra puerta. El Gobierno, por su parte, instaló en la explanada carpas con ferias para jóvenes, emprendimientos y salud.
Reducido protocolo
Cambios notables hubo al trasladar la lectura del Informe a la Nación del salón plenario de la Asamblea al auditorio de la plataforma. Por ejemplo, la acreditación para la prensa interesada en cubrir el evento no fue tan rigurosa como solía ser cuando se cumplía en la Legislatura. Fue suficiente remitir los datos del equipo asignado al chat de prensa de la Secretaría de Comunicación.
Ya en el lugar, se sintió la ausencia del estricto protocolo que se manejaba en la Asamblea. Si bien hubo la clásica alfombra roja para que ingresaran los invitados; los Granaderos de Tarqui y los cadetes de la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro para la calle de honor, no se observó personal que saliera a recibir a los invitados o autoridades, ni que les acompañaran hasta el ingreso al auditorio.
En la Asamblea esa labor le correspondía al personal de protocolo, cuando eran funcionarios de menor rango; o a las autoridades legislativas, cuando ingresaban ministros, Presidente o Vicepresidente de la República.
Por eso, sin mayor orientación, el 80% de los asistentes omitió hacer la clásica reverencia ante el Pabellón nacional. Algunos ni siquiera notaron que el estandarte se encontraba en un costado de la alfombra roja, custodiado por dos cadetes, y apresuraban el paso para no quedarse sin puesto en ese auditorio con capacidad para 400 personas. Tampoco hubo el Himno en cada ingreso.
Lasso llegó con una hora de retraso de la convocatoria realizada. Estuvo con su esposa, María de Lourdes Alcívar, quien apenas iniciado el trayecto se le adelantó y dejó que al Presidente le escoltaran por la alfombra roja el Ministro de Defensa y la cúpula militar. La Primera Dama optó por caminar por fuera de la alfombra.
Ya en el auditorio, Lasso y su vicepresidente, Alfredo Borrero, se sentaron juntos y atrás de ellos se ubicó el Gabinete ministerial, incluido César Rohon, exmilitante y asambleísta del Partido Social Critiano, posesionado esta mañana como Ministro de Obras Públicas.
El primer mandatario dio su informe por una hora y media. De fondo, una pantalla gigante con el logo del Informe a la Nación: no el mural ‘Imagen de la Patria’, del maestro Oswaldo Guayasamín, que solemniza las actividades en el salón Plenario de la Asamblea.
Los invitados
A parte de los ministros y otros funcionarios de Estado, estuvieron presentes Carlos Riofrío, contralor; César Córdova, defensor del pueblo; Ángel Torres, defensor público; Juan Carlos Larrea, procurador del Estado, Diana Atamaint y Enrique Píta, presidenta y vicepresidente del Consejo Nacional Electoral; entre otros. Sin embargo, no estuvieron la fiscal general, Diana Salazar, ni los miembros del Consejo de Participación Ciudadana, que a esa hora mantenían sesión del Pleno.
También llegaron para acompañar a Lasso los exasambleístas de su bancada, quienes aplaudieron de pie cuando mencionó que, con la muerte cruzada que llevó a la disolución de la Asamblea, puso fin a una confrontación política que tenía inmerso al país en una crisis que se agudizaba con el tiempo.
Sin embargo, causó algo de sorpresa la presencia de políticos que en algún momento se mostraron contrarios al Gobierno. Entre ellos, Javier Ortiz, exasambleísta que abandonó el Partido Social Cristiano con el argumento de que le estaban obligando a votar por el juicio político contra Lasso; y Guadalupe Llori, expresidenta de la Asamblea y militante de Pachakutik. Pero más sorpresa causó ver cómo aplaudían el discurso de Lasso los exasambleístas de Pachakutik Édgar Quezada, Gissella Molina y Rosa Cerda.
En su momento, Lasso aseguró que los tres, junto a Celestino Chumpi y Cristian Yucailla, también de Pachakutik, le habían solicitado beneficios económicos e incluso cargos a cambio de votar por el proyecto de Ley de Inversiones. Incluso el Presidente puso la denuncia ante la Fiscalía, aunque luego pidió el archivo. Cerda es recordada por su polémica exhortación a sus militantes de que “si roban, roben bien”.
Así fue el ambiente del informe de Lasso, el último de su paso por el Palacio de Gobierno.
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