La arremetida de Donald Trump contra los migrantes y su política de deportaciones han coincidido con las elecciones en Ecuador. Esto ha provocado que temas migratorios sean usados por las redes de la desinformación para atacar a uno u otro candidato. 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto

A Víctor Díaz migrar le marcó la vida. El hombre, de unos 36, con ojos caídos y una barba tupida, cuenta que llegó a Ecuador hace cinco años, dejando atrás una Venezuela en crisis y con la esperanza de encontrar estabilidad y un futuro para su familia. El viaje lo hizo junto a su esposa y su niña pequeña.

Pero desde el momento en que cruzó la frontera, se enfrentó a una realidad para la que, quizá, no estaba preparado: trámites y papeleo, dificultades para encontrar empleo y, sobre todo, una creciente estigmatización de los migrantes venezolanos.

“Al principio fue duro. Había días en los que salía con mi hija y me decían que no contrataban venezolanos, sin siquiera mirar mi experiencia. Yo soy psicólogo de profesión. No importaba que en mi país trabajara bien; aquí, me tocó empezar desde cero”, cuenta Víctor.

A pesar de las dificultades, ha logrado adaptarse. Actualmente, trabaja como cajero en un local, pero su mayor desafío no es sólo la economía, sino el peso de la desinformación y los prejuicios; una carga que tiene que soportar todos los días en mayor o menor medida. 

“Nos culpan de cosas que no hemos hecho. En redes sociales, veo noticias que nos criminalizan y eso nos pone en peligro. Hay personas que nos miran con miedo, y algunos hasta nos insultan en la calle. Piensan que somos ladrones o que les estamos quitando el trabajo, pero porque eso se repite una y otra vez en redes sociales”, explica.

Para él, lo más preocupante es cómo los discursos políticos han convertido a los migrantes en el blanco de la campaña electoral. A pesar de todo, Víctor sigue adelante. Sueña con regularizar su estatus y, algún día, volver a ejercer su profesión. “Yo no vine aquí a quedarme con el trabajo de nadie. Sólo quiero la oportunidad de demostrar que puedo aportar”, dice.

Historias como la de Díaz conviven con la realidad cotidiana del país, que desde hace décadas recibe migrantes desde diferentes puntos de la región, quienes, en la mayor parte de los casos, buscan un mejor futuro. Sin embargo, son estas mismas historias las que se han mezclado en el discurso público y, sobre todo, en redes sociales con un fenómeno dañino, tanto para la democracia como para la sociedad en general: la desinformación. 

Desinformación a la orden

En las últimas semanas se ha vuelto cada vez más común encontrar publicaciones en redes sociales que abordan estos temas difundiendo información falsa o descontextualizada, usada incluso como botín político con el objetivo de atacar o menoscabar el apoyo de los finalistas para la segunda vuelta electoral. 

Cuentas falsas, imágenes manipuladas y videos descontextualizados han inundado el debate público. Y en medio de la coyuntura que vive el mundo, la llegada de nuevos migrantes al país ha sido uno de los temas favoritos de los desinformadores.

La llegada del presidente Donald Trump al Gobierno de Estados Unidos trajo a la palestra el discurso de las deportaciones masivas de latinoamericanos, que ha resonado en los gobiernos de toda la región. En las primeras acciones, el presidente norteamericano ha empezado a enviar de vuelta a sus respectivas nacionalidades a todos los que sean incluidos en este proceso tras haber estado de forma irregular en el país. 

Uno de los países que se ha encontrado en la lista de destinos de las deportaciones, junto a Ecuador, ha sido Venezuela. Sin embargo, luego de un impasse entre Nicolás Maduro, presidente del país, y Donald Trump, el gobierno del país se negó a recibir los vuelos con las personas repatriadas. Y en medio de todo esto, la desinformación en Ecuador también caló en terreno. 

En redes sociales circularon publicaciones que aseguraban que el presidente, Daniel Noboa, habría propuesto recibir 20.000 migrantes venezolanos en puestos de trabajo en instituciones públicas. Esto, como si se tratara de una propuesta oficial y parte de la estrategia de campaña. Pero la supuesta propuesta y la imagen que la proclamaba eran falsas;  ni las instituciones gubernamentales, ni las redes sociales oficiales, tanto del partido como del Presidente, la habían publicado; la información tampoco había sido dada por estos espacios. 

Así, Ecuador Chequea confirmó que se estaba usando este supuesto apoyo a la comunidad migrante como un botín político en el que se buscaba atacar a la candidatura y campaña de Daniel Noboa. Además, también  se corroboró que el Presidente criticó a Maduro por la decisión de dejar de recibir a personas deportadas, luego de asegurar que el país no recibirá a quienes no hayan sido bienvenidos en Venezuela. 

Y este es uno de los tantos ejemplos recientes que se han viralizado en redes sociales, valiéndose de la comunidad migrante como un botín político que, de alguna manera, se convierte en moneda de cambio para saber quién tiene más o menos apoyo. 

Pero esto no es nuevo: un breve recorrido por redes sociales muestra publicaciones que aseguran que los migrantes reciben más beneficios que los ecuatorianos, que están detrás del aumento de la criminalidad o que su presencia ha colapsado los servicios públicos. La mayoría de estos contenidos carece de pruebas, pero el daño ya está hecho: generan miedo, polarizan y refuerzan prejuicios.

En esta dinámica, uno de los temas más recurrentes es la supuesta vinculación entre migración y delincuencia; vendiendo la idea de que su aumento ha influido directamente en el crecimiento de la violencia. Pero, si  bien algunos delitos han sido cometidos por extranjeros, los datos oficiales desmienten la idea de que los venezolanos sean responsables de la mayoría de los crímenes en el país. Sin embargo, publicaciones en redes sociales suelen amplificar casos específicos, omitiendo contexto y presentando la nacionalidad como un factor determinante.

“La criminalización de los migrantes no es nueva, pero en épocas electorales se intensifica”, explica Danilo Gálvez, defensor de derechos humanos. “El objetivo es generar miedo, justificar medidas más restrictivas y movilizar votos a través de la percepción de inseguridad. Lamentablemente, muchas veces la gente no cuestiona lo que ve en redes y toma esta información como verdad”.

Esta instrumentalización de la migración se ha visto reflejada en discursos políticos recientes. Candidatos y figuras públicas han señalado a los extranjeros como una amenaza, prometiendo políticas más duras para su control. 

Para Gálvez, este tipo de narrativas no sólo distorsionan la realidad, sino que ponen en riesgo a miles de personas que, como Díaz, llegaron al país en busca de una oportunidad. “Cuando un político señala a los migrantes como un problema, legitima el rechazo y hasta la violencia contra ellos”, advierte Gálvez. Y lo mismo ocurre con la desinformación que se usa, cada vez más, en tiempos de campaña.

Un daño directo

Daniel Regalado, presidente de la Asociación Venezolanos en Ecuador, reconoce los efectos que tiene la desinformación para la comunidad migrante. Él explica que la instrumentalización de la migración en el discurso político tampoco es nueva, pero se intensifica en tiempos electorales: “y pasa en todas las elecciones”.

“Como todos los años electorales, cuando se presentan este tipo de acontecimientos presidenciales, lamentablemente utilizan la imagen del migrante para hacer falsas promesas o para señalar situaciones aisladas que no representan a la comunidad en general”, explica.

Regalado ha visto cómo los migrantes se convierten en el blanco de campañas que los presentan como una amenaza, ignorando que la gran mayoría llegó a Ecuador con la esperanza de una vida mejor. 

“Para nosotros siempre es un dolor de cabeza vernos señalados o utilizados como imagen en discursos que buscan erradicar la presencia de extranjeros, cuando Ecuador es un país de migrantes”, dice. 

Pero, más allá de la retórica política, lo que más le preocupa es la forma en la que estas narrativas terminan impactando la vida cotidiana de los venezolanos en Ecuador. “No es sólo lo que se dice, es lo que provoca. Esas declaraciones pueden hacer que nos nieguen un trabajo, que no nos alquilen una vivienda o incluso que nos agredan en la calle. Y eso ya ha pasado en más de una ocasión”.

El problema, según Regalado, es que se generalizan casos aislados y se los usa para justificar discursos xenófobos. Y luego la desinformación se vale de esta misma xenofobia para legitimar la posición frente a los migrantes. Todo bajo la vista y aprobación de ciertos políticos.

“Nos vinculan con el tráfico de drogas o el sicariato, como si fueran problemas exclusivos de los migrantes, cuando en realidad son problemas estructurales que afectan a toda la sociedad”, dice. Además, cuestiona el papel del Consejo Nacional Electoral (CNE), que permite que estos discursos se difundan sin regulación. “Las autoridades deberían tener un control sobre el uso de la imagen del migrante en las campañas, porque esto nos revictimiza y nos vuelve más vulnerables”, exige.

Alfredo López, activista en pro de los derechos de la población venezolana y jurista, concuerda con Regalado y es firme al repudiar que sean usados “como motivo y factor político”. 

Gálvez, por su parte, advierte que la desinformación tiene consecuencias que van mucho más allá de la política. “Cuando un migrante es señalado en redes sociales o en discursos públicos como una amenaza, pierde oportunidades de empleo, enfrenta discriminación y se expone a agresiones, porque la población los estigmatiza, en un discurso que es conveniente para el juego político pero no para las comunidades”, dice.

Para él, toda esta narrativa que se instaura en redes sociales y en la opinión pública no sólo es injusta, sino extremadamente peligrosa. “Cuando la gente cree que los migrantes están quitándoles algo, el rechazo se vuelve más agresivo. Se normalizan discursos de odio y se justifican medidas más restrictivas”, advierte.

“Si desde el Gobierno y desde los políticos se promoviera información basada en datos, sería más difícil que estos discursos se instauraran en la sociedad”, dice.

¿Cómo evitar caer en la desinformación?

Pero, en medio de toda esta dinámica, es importante preguntarse cómo no caer en las garras de la desinformación. Y para esto, Ecuador Chequea te trae esta breve guía. 

En primer lugar, según Rodrigo Jordán, experto en comunicación e investigador en temas de desinformación, es importante reconocer que las estrategias de los desinformadores buscan ganar la credibilidad de su contenido a través de la usurpación del nombre de medios de comunicación y de su imagen; a través de supuestas citas o propuestas y promesas falsas de candidatos, políticos o funcionarios públicos y, también, a través de apelar a las emociones de las audiencias. Es decir, mientras algo cause más enojo, tristeza o indignación, es más fácil llegar a la población y hacer pasar algo falso como una verdad. 

Por esto, aclara, son estos factores los que deben tomarse en cuenta al momento de ver alguna publicación o alguna declaración que se viralice y que haga referencia a la población migrante. 

Pero, una vez identificadas estas alertas, es necesario verificar la información que se está consumiendo. Te presentamos unos consejos que no debes pasar por alto:

• Revisa las fuentes: si una publicación proviene de una cuenta anónima, de un sitio web poco conocido, o si ves que la cuenta que lo publica se parece a la de algún medio de comunicación, pero difiere en el nombre, en el logo o en algún otro aspecto, es mejor buscar todo acerca de lo que estás leyendo en medios confiables y en motores de búsqueda antes de creerla. Si la información no aparece en estos espacios, es muy probable que sea falsa.
• Cuestiona los titulares alarmistas: la desinformación usa frases exageradas para captar la atención. Si algo suena demasiado amarillista, es probable que sea manipulado y que sea una forma de desinformar.
• Evita compartir sin verificar: antes de reenviar algo a través de WhatsApp o redes sociales, es importante comprobar que la información es real a través de los pasos anteriores.
• Distinguir entre opinión y hechos: no todas las publicaciones que parecen informativas contienen datos verificados. Muchos discursos políticos combinan hechos con opiniones para reforzar ciertos prejuicios.

Así, es importante mantenerse alerta para no caer en el juego de los desinformadores y de sus estrategias, que buscan posicionar la imagen de algún político o de alguna campaña sin importarle el impacto que pueden tener en un grupo poblacional como, en este caso, la comunidad migrante.

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