No hay nada concreto sobre la rehabilitación de las casas más afectadas en ‘la zona cero’. El polvo y los desvíos están anulando el movimiento comercial. El Municipio asegura que hace una evaluación de las necesidades de 88 familias.
A ‘puros ofrecimientos’ que quedaron en palabras suena el término ‘Sistema de alerta temprana’, que tanto escucharon de boca de las autoridades los vecinos de La Comuna y La Gasca, tras el potente aluvión que en enero del 2022 barrió la zona, ocasionando la muerte de más de 20 personas.
La certeza de estos cuestionamientos se confirmó este jueves, en la segunda jornada consecutiva de limpieza y retiro de las grandes cantidades de lodo que acarreó el aluvión del martes. Hay esfuerzos de la gente por recobrar la normalidad cotidiana, pues, pese a la gigantesca movilización de obreros y maquinaria pesada para remover toneladas de piedras y lodo, las aceras, calles y frentes de las casas siguen cubiertas de lodo.
Y todos los esfuerzos no se detenían esta mañana, a pesar de la amenaza de nuevas lluvias y, sobre todo, del polvo que empezaba a levantarse, cubriendo toda la zona y que, seguramente, también era apreciado por un equipo de bomberos que durante la mañana realizaba sobrevuelos.
El polvo tampoco detenía a los obreros de empresas de internet que en la ‘Y’ formada por la intersección de las calles Richter y Berruiteta intentaban restablecer el servicio a abonados afectados.
Hasta esta ‘Y’, precisamente, dos agentes de tránsito en moto permitían el paso de vehículos, debido a los trabajos de limpieza con maquinaria pesada y obreros que continuaban dos cuadras arriba, en la zona de mayor impacto de la marea negra que el martes se deslizó desde La Comuna.
A las 11:13 pasaba por este filtro una patrulla de 6 policías integrantes del Grupo de Reacción 1, al mando del subteniente Andrés Gómez, quien a esa hora reportaba a sus superiores que no se registraron mayores novedades ante una preocupación de los vecinos de posibles robos en domicilios.
“Arriba siguen limpiando”, decían estos agentes a los conductores de los vehículos que lograban llegar a este punto. Los únicos que lograban pasar este filtro eran vehículos policiales, de gestión de riesgos, de la prensa y, sobre todo, las volquetas municipales que durante toda la jornada subían y bajaban.
Con el término de ‘zona cero’, las autoridades municipales identificaban, por segunda vez y por el mismo motivo, a los tres pasajes y dos calles en torno a la esquina de las calles Berrutieta y Herrera, que volvieron a recibir todo el impacto de la marea que bajaba desde la parte alta de la montaña, barriendo todo a su paso.
A primera vista, a lo lejos, este lugar lucía como un escenario devastador, con un enjambre de militares y obreros que formaban cadenas humanas para sacar los pocos enseres que se podían rescatar, operar microcargadoras para colocar montículos de escombros en los baldes de volquetas, y sacar con palas pesadas masas de tierra mojada, entre otras tareas.
Diego Iza, operador de una minicargadora, contó cómo encontró las casas y edificios a donde acudió para retirar cantidades de piedras y lodo del aluvión del martes. Dijo que en algunas viviendas “todo estaba destruído, muebles bajo el lodo, papeles en las paredes, todo inservible”.
FALTA DE CERTEZAS EN LA ‘ZONA CERO’
Había dos epicentros de toda esta actividad. El primero, en la parte más alta de La Gasca, en el pasaje Colinas de La Gasca, por donde pasó, literalmente, todo el deslizamiento: primero inundó el subsuelo desplomando el muro de un estacionamiento y arrojando con fuerza un vehículo 10 metros hacia abajo, hacia el patio de una vivienda.
El segundo epicentro, en cambio, era el pasaje Aquiles, por donde siguió atravesando el deslizamiento, primero por cada uno de los tres pisos de un edificio y luego por otras dos casas y otro edificio.
En ambos casos, todos los habitantes de las casas y edificios recibieron la orden de evacuar. Y así lo hicieron la misma tarde y noche del martes, en medio de la angustia y la desesperación de que el nuevo aluvión tuviera la misma potencia devastadora que el de enero del 2022, cuando más de una veintena de viviendas resultaron afectadas.
En ambos pasajes los pocos propietarios que no evacuaron, permanecían pendientes y atentos de los trabajos que realizaban los obreros, pero sobre todo de que las autoridades les confirmen si recibirán o no la ayuda para rehabilitar sus casas.
En el caso del edificio de cuatro pisos del pasaje Colinas de La Gasca, uno de los pilares quedó, literalmente, en el aire, en el mismo borde de más de 10 metros hacia el patio de otro edificio de cuatro pisos, que también resultó inundado por completo.
Sonia Riera, propietaria de uno de los siete departamentos cuyas familias permanecían en el edificio, se declaró agradecida por los trabajos de mitigación que desde la misma noche del aluvión realizaban brigadas de obreros.
Sin embargo, manifestó que ahora corresponde a las autoridades dar certezas a los numerosos habitantes de la zona sobre la rehabilitación y la recuperación de las viviendas afectadas.
Similar preocupación expresaba cerca del mediodía Fernando Taipe, junto a los pocos enseres que los militares lograron recuperar de su casa, que quedó severamente afectada: dos bicicletas, una máquina de escribir y un gabinete de belleza de juguete.
Antes de atender a Ecuador Chequea, Taipe daba su nombres completos, su número de identidad, edad y otros datos personales que le solicitaba un funcionario municipal para gestionar ayuda social.
Dijo que ya está cansado de pedir y suplicar, a través de medios de comunicación que le han entrevistado, por una ayuda que no llega. Lo dijo mientras regresaba a ver las cuatro paredes de la sala, que seguían con una gruesa capa de más de 20 centímetros de lodo.
“Nadie vigiló que funcionen los desfogues en la parte de arriba. Nada funcionó. Nadie se responsabiliza por la prevención que no se hizo. Entonces, la cabeza del Municipio, el Alcalde es el que debe responder”, manifestó, tras insistir en que tras dos días del aluvión tampoco se le ha confirmado ayuda para reparar su domicilio.
VERSIÓN OFICIAL
En una rueda de prensa convocada por el Municipio, se presentó un informe: se habrían realizado 50 mantenimientos a estructuras de captación, inspecciones sobre las quebradas El Tejado, Rumipamba y La Pulida, así como verificaciones de los niveles de acumulación de materiales en las zonas afectadas.
En este pronunciamiento también se anunció que en los próximos días se adquirirán más bombas sumergibles y se evaluará la necesidad de construir más obras municipales en la zona alta de El Tejado. Además, se ofreció duplicar las tareas de mantenimiento y auditar técnicamente los mantenimientos realizados desde el 2022.
En este informe también se descartó que se hayan detectado construcciones sin permisos o tala de árboles y vegetación en las zonas altas de El Tejado ni en Rumipamba. Sin embargo, el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, mencionó que sí se detectó un espacio de posible ocupación ilegal sin deforestación, que será investigado.
Según la agencia de comunicación del propio Municipio, el alcalde Muñoz dijo que a pesar de un aumento del 55% en las precipitaciones tres días antes del aluvión, la afectación esta vez fue menor en comparación al del 2022.
«Estamos brindando atención médica y psicológica, especialmente demandada por los afectados, y estamos evaluando las necesidades sociales de 88 familias», declaró antes de puntualizar las medidas de prevención implementadas por el Municipio desde el último desastre natural en 2022:
– Se realizaron 50 mantenimientos en estructuras de captación.
– Se destinaron USD 1,12 millones para la mejora de 142 estructuras.
– Se llevaron a cabo 7 sobrevuelos para inspeccionar las quebradas.
– Se realizaron 18 inspecciones de campo para evaluar la acumulación de material.
MOVIMIENTO COMERCIAL ANULADO
Las reparaciones de las casas apenas eran una de las consecuencias que ocasionó el aluvión: en la misma ‘zona cero’, pero también en la avenida La Gasca y sus calles transversales el habitual movimiento comercial prácticamente desapareció.
Esto, no sólo por los desvíos en el tránsito vehicular, sino también por las nubes de polvo que impedían que las pocas personas que caminaban ingresaran a los negocios. “No podemos trabajar así, los clientes no vienen, todo está muerto. Un día sin clientes es una gran pérdida y, si esto sigue así por más tiempo, nos veremos más afectados”, comentó Nelly VIllena, propietaria de un restaurante en la avenida La Gasca.
Las palabras de VIllena cobraban sentido con el paso de vehículos, especialmente de buses, que levantaban verdaderas polvaredas mezcladas con nubes de humo negro.
Así, en medio de las nubes de polvo, en el hidrante de la esquina de la avenida La Gasca y la calle Richter, uno de los tanqueros municipales se reabastecía de agua por tercera vez.
Jorge Cuamacaz, quien tiene en su propia mecánica automotríz en la calle Herrera, a pocos metros de la ‘zona cero’, comentó: “A esta hora (pasadas las 13:30) ya atiendo a por lo menos tres cambios de aire acondicionado y ahora no he realizado ninguno porque simplemente nadie puede venir”.
“Estamos afectadas 12 mecánicas y muchas tiendas, esto no puede seguir así, hay que limpiar rápido y reabrir ya estas calles”, agregó.
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