Actualmente, 20% de niños menores de 2 años sufre de este mal en Ecuador; esto es una reducción de 7% desde el 2021. Sin embargo, somos el cuarto país con mayor índice de desnutrición infantil en la región, después de Honduras, Haití y Guatemala.
“Mi pollito amarillito / en la palma de mi mano / cuando quiere comer bichitos / él rasca el piso / con sus piecitos”, canta Silvia, madre de Pauleth, mientras le da la merienda a su pequeña hija, de casi dos años de edad. Esta vez comerá sopa de quinua con dos camotes cocidos. Su cocina es de leña, vive en el sector de Las Cochas, en la zona rural de Guaranda.
La niña se sienta en una pequeña banca de plástico, que es sobrepuesta en otro banco de madera, para alcanzar la mesa. Viste un saco verde, debajo tiene un buso blanco y un pantalón de lana de borrego, mientras la leña en el fogón calienta su cocina.
La madre cuenta que los médicos le dijeron que su alimentación debe tener más vitaminas, pues desde que la pequeña Pauleth cumplió 10 meses un médico del centro de salud le dijo que su pequeña estaría entrando a la etapa de desnutrición.
“El doctor me dijo que el peso y la talla no estaban acorde a su edad. Yo la verdad pensé que no era nada malo, no me asusté porque nosotros somos del campo y se supone que la comida que les damos es natural y les hace bien”, dice Silvia.
En el centro de salud no le dieron ninguna recomendación. “Sólo me dijeron que tengo que darle más carne de vaca o pescado. Y yo también tenía que cambiar mi alimentación, porque aún le daba el seno. La verdad, estaba tranquila, regresé a la casa y le di mi seno”.
Silvia asegura que el drama inició cuando su hija cumplió un año, porque ahí le dieron la noticia de que tenía desnutrición crónica.
“Cuando mi hija llegó al año, estaba flaquita y yo decía qué raro, si estoy dándole mi pecho y la comida normal. La llevé al médico y ahí me dijeron que tenía desnutrición crónica. Cuando escuché eso, me asusté, porque pensé que se iba a morir. El médico me explicó que se podía solucionar cambiando una estricta alimentación, pero no le hice atender ahí y fui a otro doctor, un particular, en la ciudad. Él me dijo que tenía que darle fórmula, tomar vitaminas y darle proteínas y también tener cuidado con el agua que toma, porque el agua de la casa viene del río. Entonces vendí unos animales para poder comprar toda la medicina”, dice.
Foto del carnet de evolución de Paulette
Ahora tiene que salir del campo una vez al mes, o cada dos meses, Paulette tiene un año diez meses y está en el proceso de recuperación. Silvia no regresó al subcentro de salud, porque cree que no están preparados para enfrentar estos casos.
“Estamos mejorando, la alimentación de mi hija tuvo que cambiar y la mía también porque aún le doy el seno. También toma medicina para el apetito, aún le quedan tres puntos para llegar al peso y talla ideal, pero sé que, con la bendición de Dios, así será”, enfatiza.
Paulette- 1 año diez meses- Tiene desnutrición, actualmente está en el proceso de recuperación. Foto cortesía.
Al igual que Paulette, en Ecuador, uno de cada cinco menores de dos años sufre desnutrición crónica. Esta cifra llega a tres de cada diez en el entorno rural y comunidades indígenas, según lo dio a conocer Unicef, la semana pasada en una rueda de prensa.
Esto quiere decir que el 20% de niños y niñas en el país no crecen con los nutrientes ni el acceso a agua potable suficientes durante los mil primeros días de vida. Mismo que, según los expertos, es considerado clave en el desarrollo físico y psicológico de los menores.
«Son niños aparentemente sanos en comunidades en las que el 30 y 40% de ellos tienen desnutrición crónica infantil. Es un problema de normalización y es común que no se identifique como prioridad”, dijo el director global de Nutrición y Desarrollo de Unicef, Víctor Aguayo en esa rueda de prensa, en medio de un recorrido por el país.
La cifra de desnutrición crónica ha disminuido
Aguayo recalcó que en Ecuador hay preocupación frente al tema de la desnutrición crónica infantil y eso es un avance, que inspira a hacer más y algo mejor.
En 2021, las últimas cifras que tenía Unicef, reflejaban que el 27,2% de los niños y niñas menores de dos años padecía de desnutrición crónica infantil. Es decir, en se ha registrado una reducción de más de siete puntos porcentuales en tres años. La baja se entiende más cuando se ve que entre 2014 y 2018, esta condición aumentó de un 24,8% a 27,2%. Esos datos fueron publicados en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Inec.
En ese entonces, 1 de cada cuatro niños y niñas menores de cinco años presentaba desnutrición crónica infantil en Ecuador.
“Hay un avance y se aplaude, pero hay que seguir haciendo y trabajando. La desnutrición tiene que ser una cuestión de Estado, esto no depende sólo de la alimentación, también necesitan agua, necesitan saneamiento, estimulación y, sobre todo, para los niños más desfavorecidos, una protección social”, aseguró Aguayo.
Las últimas cifras de desnutrición crónica infantil, según el INEC
Entre el 15 de julio de 2022, hasta finales de ese año el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realizó encuestas en 20 mil hogares en todo el país. En estas se abordaron temas relacionados con las características sociodemográficas de los hogares, antropometría (talla y peso de los niños), niveles de anemia, acceso a consejerías, prácticas de lactancia materna, vacunación oportuna, calidad de agua, desarrollo infantil, entre otros.
Los resultados fueron presentados en septiembre de 2023 y concluyeron que el 20,1% de los niños en Ecuador padecen desnutrición crónica infantil.
Entre los principales descubrimientos se evidencia que:
- La sierra rural es la región con mayor porcentaje de niños que sufren de desnutrición crónica, con un 27,7%.
- Las provincias con los mayores niveles de desnutrición crónica infantil son: Chimborazo, con el 35,1%,
Bolívar con el 30,3%
Santa Elena con el 29,8%. - Mientras que las provincias con menor índice son:
El Oro 9,8%
Sucumbíos 13,3%
Los Ríos 14,4%. - El 33,4% de los niños indígenas menores de 2 años sufren este padecimiento, comparado con el 2% de niños mestizos, 15,7% de los niños negros y 15% de niños montuvios.
“En el 20% de los hogares más pobres del país, la desnutrición crónica infantil afecta al 24% de los niños menores de 2 años, mientras que para el 20% de los hogares más ricos, la desnutrición afecta únicamente al 15,2% de los niños”.
Con las cifras, además se pudo evidenciar que Ecuador es el cuarto país con mayor índice de desnutrición crónica infantil en la región, después de Honduras (19,9%); Haití (20,4%); y Guatemala (42,8%).
¿Qué es la desnutrición crónica infantil?
Según Unicef, es una condición en la que niñas y niños no reciben los nutrientes necesarios para un crecimiento y desarrollo saludables durante un período prolongado. Esto puede causar varias consecuencias, entre las que constan:
• Incremento en el riesgo de mortalidad, además del riesgo de padecer diversos tipos de morbilidad (enfermedad) y discapacidad.
• Reduce la capacidad intelectual y de aprendizaje, es decir, la capacidad de alcanzar el potencial intelectual, cognitivo y de aprendizaje.
• Enlentece el crecimiento físico.
• Puede causar enfermedades crónicas, cardiovasculares o metabólicas.
La madre tiene que estar alerta cuando empiezan estos signos, pues su hijo puede padecer desnutrición:
• No crece en estatura o no sube de peso.
• No interactúa con otras personas.
• Se demora en hablar o en caminar.
¿Por qué ocurre la desnutrición crónica infantil?
• La madre, durante el embarazo o la lactancia, no come suficientes verduras, proteínas, frutas o cereales.
• Niños no se alimentan únicamente con leche materna los primeros 6 meses de vida. Como suplemento hay madres que dan otras leches, no aptas para el consumo de un niño.
• Los niños toman agua contaminada, no potable o sin hervir, que les enferma generando diarreas constantes.
• Los infantes no son llevados a sus controles médicos y no acceden a las vacunas que necesitan.
Los dos primeros años de vida, marcan la vida de una persona por completo
¿Se puede prevenir la desnutrición crónica infantil?
La pediatra Beatriz Caiza asegura que la desnutrición crónica infantil se puede prevenir, siempre y cuando los padres estén presentes en los controles periódicos con sus médicos de confianza, para conocer cómo va la evolución y el crecimiento del infante.
“Hay que ser claros, para prevenir la desnutrición crónica infantil es necesario trabajar en los primeros mil días de vida de un niño, porque es ahí donde se desarrollan todo lo que marcará en su vida. Básicamente, es la etapa denominada programación temprana, que son las modificaciones permanentes en el niño o niña, mismas que pueden influir sobre su salud en etapas posteriores de la vida”.
Para Caiza, un punto muy importante para prevenir la desnutrición en los niños, el estado de la madre influye muchísimo, antes, durante y después del embarazo, para esto, la mamá tiene que tomar en cuenta los siguiente:
- El sobrepeso y la obesidad de ambos progenitores, pero en especial de la madre. Aumento de peso excesivo durante el embarazo. “La madre tiene que cuidar muchísimo su peso, porque se piensa que entre más peso se tenga más sano se está. Esto no es así, peor aún cuando la madre envía todos los nutrientes y vitaminas a su bebé, en especial en el primer trimestre”, asegura la pediatra.
- La nutrición de la madre antes y durante el embarazo: “cuando la dieta es inadecuada o por falta de los complementos (hablando de las vitaminas) es probable que el infante tenga desnutrición”, explica Caiza.
- La exposición del feto a ciertas hormonas, al estrés y al tabaco. “Hay madres que aún en esta gestante, usan drogas, fuman y beben, lo que puede causar graves problemas”, enfatiza la pediatra.
Cuidados antes, durante y después del embarazo
La pediatra comparte una guía para que las madres tomen en cuenta en su embarazo:
- Es recomendable buscar apoyo en otras madres, aprender de sus experiencias, siempre y cuando no generen miedo o pongan en riesgo a la madre o su hijo, la madre siempre tiene la última palabra.
- El embarazo es una responsabilidad compartida de la madre y el padre, independientemente de su relación de pareja. “La familia es fundamental para sostener y acompañar el embarazo, no se trata solo de la pareja. El hijo o hija necesita de ambos padres en todo el proceso”.
Un mal diagnóstico trae desconfianza
Emilia tiene un año once meses, de contextura delgada. Su película favorita es Toy Story, de hecho, mientras su madre cuenta esta historia, ella mira esa película. Su madre, Joselyn Aymara, cuenta que cuando Emilia era más pequeña, acudió al médico porque se cayó, sin pensar que ese día empezará un calvario lleno de dudas. El médico le dijo que su hija estaba desnutrida y las críticas por parte del médico no faltaron.
“Llegué al centro de salud, me dijeron que Emilia tenía desnutrición. Luego de eso no me dijeron nada, no explicaron nada. Lo que me dijeron es: señora, no sé si usted no sabe cocinar. Señora no está lista para ser mamá, nunca me dieron una guía, sólo me criticaban” cuenta Joselyn.
Dice que después de la noticia, llegó a su casa muy preocupada y con su esposo tomaron la decisión de llevarle a un médico particular y él les aseguró que a Emilia no le habían pesado ni medido bien. No tenía desnutrición, pero sí tenían que aumentar las proteínas, para que la pequeña crezca con todas sus vitaminas.
“Voy al médico privado y me dice que todo estaba bien, me contó que trabajaba mucho tiempo en el área pública y que los niños no siempre estaban bien medidos y pesados. Es lo que me pasó, me vino el alma al cuerpo, respiré de nuevo. Me dijo que tal vez asimilaron eso porque Emilia es delgada, pero ella estaba bien, al margen. Claro, me mandó suplementos y también a aumentar las proteínas, para que suba su masa muscular”, cuenta.
Ella dice que le ha tocado aprender de manera empírica sobre la alimentación porque ya se quedó con el trauma de que en cualquier momento pueden decirle a su hija que está enferma.
“Ahora leo bastante, yo hice lo que a mí me enseñaron: no dulces, ni sal, no condimentos fuertes y alimentos procesados. Nunca me dijeron que la desnutrición tenga que ver con la lactancia inclusiva. Esta vez fue un falso positivo para la desnutrición. Pero son errores que no se deben cometer. Ahora sólo voy al área pública por las vacunas, me decepcione”, concluye.
Emilia- fue mal diagnosticada, no tiene desnutrición pero ahora su alimentación cambió por completo.
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