El Banco Mundial advierte que, sin acción climática, el PIB per cápita de Ecuador podría caer un 4% para 2050 y eso evidencia la necesidad de crear ingresos sostenibles. Las sequías y las condiciones para incendios forestales son sólo un ejemplo ¿Estamos preparados para los desafíos del cambio climático?
POR: Juan Camilo Escobar
En un sombrío panorama, el Banco Mundial ha lanzado una advertencia crucial para Ecuador: sin acciones decididas contra los efectos del cambio climático, el país podría ver su producto interior bruto (PIB) per cápita caer hasta un 4% para 2050. Este llamado de atención proviene del ‘Informe sobre clima y desarrollo’ (CCDR por sus siglas en inglés), presentado el 19 de septiembre en Quito. El estudio busca ofrecer un diagnóstico claro que enlace la llamada ‘acción climática’, con el desarrollo económico del país y resaltar la urgencia de un enfoque integral.
Esta advertencia, podría ser una más de la que en años recientes han formulado organismos internacionales sobre la materia, pero en este año recobra más importancia por los impactos sin precedentes a la vida de los ecuatorianos que siguen representando las sequías que han paralizado las centrales hidroeléctricas, los incendios que han devastado extensas áreas forestales y los racionamientos del servicio de agua potable por las afectaciones a las fuentes de agua.
Se trata, en pocas palabras, de un llamado urgente a la acción, con una advertencia de que las decisiones que se tomen hoy, en especial en materia ambiental, serán determinantes para el futuro del país. Así, según el BM, el tiempo se convierte en un aliado crítico para enfrentar una gran serie de desafíos para “fortalecer la economía y la resiliencia del país”:
- aprovechamiento sostenible de los recursos mineros,
- promoción de una agricultura sin deforestación,
- diversificación en las fuentes de energía renovable y
- creación de un entorno favorable para la inversión privada.
Por la magnitud y repercusión de estas cuatro alternativas, el informe del organismo internacional explica que se necesitan “reformas institucionales sustanciales”, que, a su vez, “requieren una acción coordinada del sector público”.
Se trata de tareas complejas que demandan no sólo tiempo, sino también grandes cantidades de recursos. Así, por ejemplo, el director del Banco Mundial para Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, Issam Abousleiman, estimó que, entre 2025 y 2050, Ecuador requerirá, en promedio, una inversión de USD 3.700 millones anuales —un monto que representa aproximadamente el 3,5% del PIB—. Estas inversiones no sólo se destinarían a la mitigación de los efectos climáticos, sino que, de ser acompañadas por reformas institucionales y estructurales, podrían liberar el potencial productivo del país y robustecer su resistencia ante crisis económicas y ambientales.
Cristina Recalde, viceministra del Ambiente, enfatizó que el informe no sólo expone los retos climáticos, sino que también ilumina oportunidades concretas para avanzar hacia un desarrollo sostenible. La esperanza radica en que, con el enfoque correcto, Ecuador puede transformar estas amenazas en oportunidades.
El economista sénior del Banco Mundial, Juan José Miranda, ofreció una visión detallada de las medidas necesarias para fomentar un crecimiento resiliente y con bajas emisiones. Explicó que las características geográficas, climáticas y socioeconómicas de Ecuador lo convierten en un blanco vulnerable frente a fenómenos como sequías e inundaciones, situaciones que se agravarán debido a la crisis climática.
¿Y si no se implementan estos cambios? El BM dice que los impactos de este escenario no son menores: se anticipa que la infraestructura de transporte sufrirá, la actividad económica se verá interrumpida y la producción agrícola experimentará pérdidas significativas. De hecho, estos efectos podrían reducir el PIB per cápita en hasta cuatro puntos porcentuales para el año 2050.
Además, Miranda hizo hincapié en la creciente tendencia global hacia la descarbonización, que podría afectar la demanda y los precios del petróleo, uno de los pilares de la economía ecuatoriana. Esto resalta la necesidad imperiosa de diversificar la economía y adaptarse a las nuevas exigencias del mercado global.
ANÁLISIS
Verónica Arias, ambientalista y exsecretaria del Ambiente de Quito, calificó el reciente informe del Banco Mundial como un grave llamado de atención para Ecuador. Según Arias, el documento subraya la urgencia de que no sólo el Estado, sino toda la sociedad ecuatoriana, tome conciencia sobre la necesidad de implementar acciones inmediatas en todas las áreas para enfrentar la crisis climática.
«Con la coyuntura de los incendios se puede ver que todo el mundo habla del cambio climático y su impacto en la sequía y en el sector estratégico del agua. Este informe es una hoja de ruta que todos los gobiernos deben poner como su prioridad, porque esto no va a parar», afirmó.
“Ecuador cuenta con un capital natural muy importante, pero tiene dificultades para alcanzar su máximo potencial. En lugar de tener esto en mente, siempre estamos apagando incendios, como sucede actualmente. Sin embargo, es posible prever los impactos del cambio climático en el corto, mediano y largo plazo, tanto en la Amazonía, los Andes, Galápagos como en la Costa”, señalando la importancia de un enfoque más estratégico y preventivo para enfrentar la crisis climática.
Arias advirtió que, de no actuar pronto, la crisis climática podría generar consecuencias aún más severas, como las sequías en las cuencas del sur del país y la Amazonía, donde operan las principales centrales hidroeléctricas. Estas sequías, agregó, ya están obligando a racionar el agua en varias ciudades. Señaló, además, la urgencia de establecer una política de Estado que permita definir nuevas fuentes de ingresos sostenibles, sugiriendo aprovechar el potencial solar del país, que cuenta con hasta 12 horas diarias de sol en gran parte de su territorio.
Hizo un llamado al Ministerio de Economía para que “deje de ser simplemente un distribuidor del presupuesto” y, en conjunto con gobiernos locales y otras entidades estatales, defina nuevas fuentes de ingresos sostenibles. Arias destacó la importancia de que los planes municipales “sean transversales” y no sectoriales o aislados, como los catalogados actualmente. Esto permitiría establecer “salvaguardas” en los nuevos proyectos públicos y privados, garantizando el ahorro de energía y el uso eficiente del agua.
Adrián Soria, también ambientalista y especialista en conservación de páramos andinos, indicó que el informe del Banco Mundial representa una alerta crucial sobre la necesidad de que el país se adapte al cambio climático. Según Soria, es urgente definir nuevos planes de trabajo para proteger a los agricultores, quienes se ven gravemente afectados por la crisis climática, que no sólo impacta sus áreas productivas, sino también las vías de acceso, lo que, a su vez, dificulta el abastecimiento de productos a las ciudades.
Sin embargo, Soria señaló que, a pesar de su importante llamado a la acción, el informe está demasiado centrado en lo económico y no profundiza en la educación, un aspecto fundamental para involucrar de manera efectiva a la población en las medidas de adaptación al cambio climático.
Advirtió que el cambio climático debería ser un eje transversal en todas las carreras universitarias, aunque la Senescyt aún no ha implementado esta medida. “Este tema sólo se aborda en las carreras de ciencias de la tierra, pero se queda ahí”, señala Soria.
El especialista enfatiza que profesiones como la ingeniería y la arquitectura carecen del conocimiento suficiente para adaptar sus construcciones a los efectos del cambio climático. “Esto no es exclusivo de esas áreas; ocurre lo mismo en otras carreras donde se necesita entender qué es el cambio climático y cuáles son sus consecuencias. Todas las acciones humanas, ya sea en el ámbito laboral, industrial o en las decisiones de abogados y políticos, pueden generar beneficios o agravar la crisis climática”, concluye Soria.
También calificó como polémico —e incluso contradictorio— el énfasis del informe en la explotación minera. «Ecuador no puede ignorar la necesidad de minerales críticos para sus actividades económicas actuales y futuras», afirmó. No obstante, subrayó que la extracción de estos recursos debe realizarse de manera responsable, ya que la mayoría de las zonas donde se encuentran dichos minerales también alberga importantes fuentes de agua, fundamentales para el ecosistema y las comunidades locales.
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