En el Censo del 2010, el dato llegaba al 11,9%; en el del 2022, llegó al 21,1%. Expertos coinciden en que este tipo de vivienda contribuye al crecimiento denso de la población; sin embargo, agrupa servicios básicos que logran abastecer a mayor cantidad de personas.
De acuerdo con las cifras del Censo del 2010, realizado por el INEC, en ese entonces, el 72,3% de los hogares vivían en una casa y el 11,9% en departamentos. En esos espacios, la cobertura de los servicios básicos como electricidad estaba cubierta en 91,2%; agua potable el 72%; el 56,3% tenía alcantarillado y el 77% tenía una cobertura de recolección de basura.
Actualmente, de acuerdo con el censo del 2022, cada vez son más los hogares que viven en departamentos. Por lo que, se refleja que ahora el 64,1% de los hogares viven en casas y el 21,1% en edificios.
Esta cifra, si se compara con la del 2010, evidencia que la población que vive en departamentos prácticamente se duplicó en esos 12 años.
Según las Naciones Unidas, en el análisis ‘Estrategia de Urbanización Sostenible’: “Por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas. De aquí al 2030, se espera que no haya demasiados cambios en la población rural mundial. Sin embargo, se prevé que a la población urbana se sumen 1500 millones de personas. En el 2030, el 60% de la población mundial vivirá en las ciudades. Más del 90% de este crecimiento urbano ocurrirá en las ciudades y las poblaciones de los países en desarrollo, sobre todo, en África y Asia”.
Así, en el documento se explica que la urbanización de la población mundial guarda relaciones fundamentales para la economía, la sociedad y el medio ambiente. “En la actualidad, los núcleos urbanos sólo ocupan el 0,51 % del total de la superficie terrestre mundial. Sin embargo, las zonas urbanas se expandirán de manera significativa durante las próximas dos a tres décadas. De acuerdo con las tendencias actuales, la superficie del suelo urbano aumentará en 1,2 millones de km2 en el 2030, es decir, casi se triplicará a nivel mundial entre el 2000 y el 2030”, detalla el organismo.
¿Qué implicaciones hay?
John Dunn, arquitecto urbanista, afirmó que, de manera general, la evolución de cómo se ha distribuido la población a nivel nacional ha tenido bastantes cambios. “En 1982 todavía teníamos un 60% de la población que vivía en áreas rurales y un 40% en áreas urbanas. Ahora, tenemos un 80% de personas viviendo en áreas urbanas y el 20% distribuido en áreas rurales. Entonces, ha habido un cambio que implica un incremento de la población urbana”, explicó.
Dunn mencionó que vivir en departamentos “siempre es más beneficioso”, en el sentido en que los departamentos congregan mayor cantidad de población y que la red de los servicios básicos que abastece a mayor cantidad de personas. Y, por ello, a nivel urbano en gestión administrativa son mucho más convenientes.
El urbanista también dijo que la construcción que apela a la densidad poblacional va a ser una alternativa mucho más eficiente. “A manera histórica, lo que está sucediendo tiene que ver con las líneas económicas; es decir, la construcción de alguna manera siempre refleja la cantidad de capital que se mueve a través de las ciudades”, detalló.
Para Valeria Sandoval, arquitecta urbanista y docente universitaria, dentro de la planificación urbana de la ciudad, que las personas vivan en edificios puede tener varios beneficios, pero también desafíos.
Indicó que uno de los beneficios de la población del lugar que se habita es que existe una mayor densidad. “La vivienda en departamentos tiende a estar localizada en edificios con una densidad vertical bastante compleja, sobre todo por los cambios en la normativa que se han desarrollado en Quito con la salida del aeropuerto (…)”, dijo.
Sandoval afirmó que los beneficios más rescatables de los departamentos son que la población se centra en pequeños lotes y edifica en altura, y que hay mayor accesibilidad a servicios y menos congestión de tráfico, pues todos los servicios básicos se encuentran mucho más cerca de estas construcciones y que estas áreas urbanas están mejor conectadas a lugares de salud, sectores administrativos de escolaridad, lo que puede ayudar a mejorar la calidad de vida de los habitantes de las multifamiliares.
“También tenemos algo que se puede recalcar sobre un beneficio en cuanto al desarrollo de las ciudades: los edificios suelen ser más eficientes enérgicamente que las viviendas unifamiliares, ya que comparten techos, espacios verdes, paredes, lo que puede reducir el consumo de energía y emisión de gases por efecto invernadero”, expuso.
La arquitecta también habló sobre la importancia de equilibrar la tendencia de vivir en edificios con planificación urbana, para que este tipo de viviendas no se lleguen a densificar y no se conviertan en viviendas demasiado caras para ciertos grupos poblacionales que habitan la ciudad.
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