Aunque la tasa de empleo adecuado en Ecuador subió de 33,4 % a 35,2 % entre mayo de 2024 y mayo de este año, el desempleo también aumentó al 4,1 %, según el INEC. Dos dirigentes gremiales consultados calificaron el panorama como estancado y precario, y advirtieron que las cifras reflejan una economía sin condiciones reales para generar empleo sostenible.
POR: Juan Camilo Escobar
Aunque la tasa de empleo adecuado en Ecuador pasó de 33,4% en mayo de 2024 a 35,2% en mayo de este año, dirigentes gremiales advirtieron ayer que las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) reflejan una recuperación frágil y desigual, marcada por el aumento del desempleo, la inseguridad y la falta de condiciones estructurales para generar trabajo sostenible.
La tasa de desempleo se ubicó en 4,1% en mayo de 2025, lo que representa un incremento de 0,6 puntos porcentuales respecto al mismo mes del año anterior (3,5%), según el último reporte de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), publicado por el INEC ayer.
En mayo de este año, sólo el 35,2% de la población ocupada en Ecuador contó con un empleo adecuado, es decir, con ingresos iguales o superiores al salario mínimo y jornadas de al menos 40 horas semanales. Esta cifra representa un incremento de 1,8 puntos porcentuales frente a mayo del año anterior (33,4%).
“Las cifras muestran un país estancado. Que el empleo adecuado suba un punto y medio es positivo, pero insuficiente. Seguimos con más de seis de cada diez ecuatorianos en condiciones laborales inadecuadas o informales”, afirmó Wilfrido Ruiz, presidente de la Cámara nacional de la microempresa.
De acuerdo con los datos del INEC, la tasa de participación global —que mide cuántas personas están activamente en el mercado laboral— pasó de 63,8% a 65,4%. Aunque eso podría interpretarse, a primera vista, como un signo de dinamismo, el incremento del desempleo en 0,6 puntos porcentuales revela que el mercado no está absorbiendo esa mano de obra adicional.
Ruiz insistió en que sin una reforma estructural de la seguridad social y sin crédito accesible, la formalización laboral seguirá siendo un reto.
“Hoy ni los microempresarios ni sus trabajadores quieren afiliarse al IESS, porque no hay garantías, no hay atención oportuna, y sí muchos obstáculos. ¿Cómo formalizar si el sistema expulsa al pequeño emprendedor?”, cuestionó.
También advirtió que el Estado no está promoviendo un entorno favorable para la microempresa, que representa uno de los principales generadores de empleo del país.
“Hacemos esfuerzos enormes por mantenernos activos, pero sin acceso a crédito, sin protección legal, sin simplificación tributaria, no podemos crecer ni generar nuevos empleos”, agregó.
Desde el sector agrícola, las cifras fueron recibidas con escepticismo. Enrique García, director ejecutivo de la Cámara de agricultura de la segunda zona, señaló que en zonas rurales como la Costa, el aumento del desempleo está directamente relacionado con la violencia, la extorsión y el cierre forzado de negocios.
“Las estadísticas no reflejan lo que vivimos en el campo. La gente está cerrando emprendimientos, no por falta de mercado, sino por miedo. No se puede producir bajo amenaza”, dijo.
Aunque el subempleo bajó de 23,1% a 20,9%, García advirtió que muchos de esos trabajadores han salido del sistema económico completamente, ya sea porque migraron o porque abandonaron la actividad productiva tras sufrir extorsión o violencia.
“El que cierra su negocio no siempre pasa al subempleo. A veces pasa al desempleo o a la nada. Y eso las estadísticas no lo miden bien”, expresó.
También cuestionó que el empleo no remunerado (que bajó de 10,3% a 9,5%) continúe siendo una realidad para muchas familias del agro, donde mujeres y jóvenes trabajan sin pago formal.
Llamado a políticas estructurales y protección al empleo real
Ambos dirigentes coincidieron en que se necesita una política pública integral para reactivar el empleo de forma sostenida. Ruiz propuso una mesa de diálogo técnico con el Gobierno para rediseñar el sistema de seguridad social enfocado en la microempresa, mientras García urgió a establecer medidas legales que protejan al ciudadano productor ante la amenaza del crimen organizado.
“Si el Estado no garantiza seguridad, si no protege al que produce, no puede pedir que generemos empleo”, afirmó García.“No podemos seguir diciendo que el problema es solo la informalidad. El verdadero problema es que no hay condiciones para formalizar ni para sostener el empleo”, concluyó Ruiz.
Las mujeres son quienes están más expuestas al desempleo, pues la tasa de desempleo fue del 5,0%, en contraste con el 3,5% entre los hombres, una diferencia o brecha de 1,5 puntos porcentuales.
En las ciudades, el desempleo se elevó al 5,2%, frente a sólo 1,8% en las zonas rurales. Esta diferencia de 3,4 puntos puede estar relacionada con el alto peso de la informalidad y el autoempleo agrícola en el campo, más que con una mejor calidad de ocupación.
En total, 359.778 personas en el país estuvieron desempleadas en mayo, de una población económicamente activa (PEA) de 8,75 millones. Esto representa un aumento de 50.823 desempleados más que en abril de 2025, cuando la tasa fue del 3,6%.
A mayo de 2025, del total de personas sin empleo, el 3,8% de la PEA correspondió a desempleo abierto (personas que hicieron gestiones activas de búsqueda de trabajo), mientras que el 0,3% se clasificó como desempleo oculto, es decir, personas que no buscaron trabajo en las últimas cuatro semanas por motivos como desánimo, espera de respuesta o empleo inminente.
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Experto laboral: Ecuador mantiene estructura de empleo precaria y sin reformas claras
Gabriel Recalde, director del Centro de la política laboral, advierte que el país ha retomado su patrón histórico de informalidad y subempleo tras la pandemia, critica la falta de un plan económico estructurado por parte del Gobierno.
¿Cómo interpreta las cifras actuales del empleo?
Lo que vemos es una tónica estructural del desempleo en Ecuador. La estadística laboral nacional muestra que, incluso antes de la pandemia, la estructura del empleo era más o menos la misma. Lo que hizo la pandemia fue alterar las variables, pero no cambiar el fondo. Hoy lo que observamos es una especie de regularización de esa misma estructura histórica.
La tasa de subempleo junto con la categoría de “otro empleo no pleno” ha aumentado y alimenta la informalidad. Esta categoría incluye a personas que trabajan ocho horas o más, pero no reciben el salario básico. En otras palabras, estamos hablando también de precarización laboral.
Es decir, en las actuales condiciones la economía no permite cambiar la estructura del empleo
El diagnóstico en 2025 es claro: el país ha retomado su estructura tradicional de empleo, que en realidad nunca cambió de fondo. La tasa de desempleo actual es muy similar a la que ya se registraba antes del Covid-19.
En su momento, los organismos multilaterales indicaron que Ecuador debía crecer entre 2,5% y 3% del PIB anual para recuperar el empleo perdido durante la pandemia. Eso no se ha logrado. Comparado con países vecinos, Ecuador arrastra una desventaja persistente: no hay un crecimiento económico sostenido.
¿Qué perspectiva ve para el futuro inmediato?
No está claro cuál es el plan del Presidente actual. En ocasiones se menciona la posibilidad de reactivar la economía a través de inversión pública, lo cual implicaría que el Estado asuma un rol activo ante la falta de inversión extranjera directa.
Ese modelo —el de incrementar el gasto a través de obra pública— ya se ha usado antes y puede tener un efecto positivo sobre el PIB. El problema es que, hasta el momento, no se percibe una acción sostenida ni un plan estructurado. Tal vez en 2026, con reformas laborales y fiscales, podría haber un mejor panorama para atraer inversiones.
Entonces, ¿qué medidas debería tomar el Gobierno?
El Gobierno debe priorizar la inversión en obra pública y en la creación de bienes reales. Eso impulsaría el PIB y generaría empleo. Además, si se quiere acceder al mercado de capitales como fuente de financiamiento, se requieren reformas. No para eliminar derechos ni aumentar impuestos, sino para lograr mayor agilidad y eficiencia.
El mundo de los negocios exige hoy reglas claras y procesos rápidos. Eso solo se logra con una normativa moderna y un Estado que actúe de manera decidida para crear condiciones favorables al crecimiento económico.
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