Este sábado se celebra el Día Mundial del Reciclaje. ¿Cómo está Ecuador en el tema? Los residuos sólidos generan altos niveles de contaminación ambiental; sin embargo, muchos son aprovechables y no se están reciclando. Conoce cómo iniciar y por qué es importante hacerlo.
POR: Esteban Cárdenas Verdesoto
La puerta trasera del carro se abre y deja ver dos grandes bolsas negras. El movimiento de cada una resuena como cuando el plástico cruje y roza entre sí, ruido que se hace más fuerte cuando un hombre las toma para entregarlas. Las fundas están llenas de plásticos que Rommel Farinango, de 32 años, ha recolectado en su casa durante el último mes; todo lo que destinará hoy para reciclaje.
“En casa tuvimos que aprender a reciclar. Además, nos dimos cuenta de que hay espacios como este en los que podemos dejar los plásticos o lo que se pueda reciclar y dan puntos a cambio; así que eso nos ha incentivado aún más”, dice.
En promedio, él y su familia cada mes sacan una o dos bolsas de basura medianas con este tipo de implementos. Los separan por plásticos, cartones, papel, latas y vidrios. Cuando una bolsa está llena la preparan para entregar. “Y preferiblemente venimos cuando hay unas dos o tres fundas. A veces también con los metales o con papel sabemos ir a vender con mi esposa por la Panamericana, ahí también es un buen lugar para entregar reciclaje”, continúa.
Él forma parte de una de las 6 de cada 10 familias en el país que separa al menos uno de los residuos que generan en sus hogares para reciclaje. Sin embargo, a puertas del Día Mundial por el Reciclaje, que se celebra este sábado, 17 de mayo, Ecuador Chequea te cuenta por qué es importante sumarte a esta estadística y cuáles son los retos que enfrenta el país en estos temas.
Cifras
En Ecuador, cada persona genera, en promedio, 0,9 kilogramos de basura al día. Y aunque esta cifra pueda parecer pequeña, si se suma entre los más de 17 millones de habitantes del país, se puede ver cómo la cifra se convierte en un total de 14.421,3 toneladas de basura al día; lo que en un periodo de un año se traduce en más de 5.600 kilotoneladas. Esto, según los datos oficiales recopilados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en el reporte Residuos Sólidos 2024.
Además, según el informe ‘Metano: contaminación y mitigación’, impulsado por la Universidad Andina Simón Bolívar y la Alianza Basura Cero, estas miles de toneladas están compuestas en un 58,5% de residuos orgánicos, como restos de comida o jardinería, mientras el 41,4% son residuos inorgánicos como plásticos, cartones y metales.
Pero, ¿a dónde va esta basura? Aunque el país ha avanzado en infraestructura, el 55,2% de los residuos se deposita en rellenos sanitarios, según el mismo INEC, mientras que el 27,6% aún se dirige a celdas de emergencia y el 17,2% termina en botaderos a cielo abierto, donde el control ambiental es mínimo o inexistente. Y esto no es todo: apenas el 15,8% de los residuos se recolectan de forma diferenciada; es decir, separados en origen para facilitar su reciclaje. Por otro lado, el 84,2% restante se mezcla y pierde su potencial de aprovechamiento.
Así, se puede ver cómo la separación en la fuente, es decir desde la recolección, todavía no es una práctica generalizada en la ciudad. Sólo el 31,7% de los municipios del país implementa este tipo de programas. Sin embargo, en los hogares, las cifras demuestran un esfuerzo mayor: el 65,8% de las familias separa al menos un tipo de residuo.
Se puede ver cómo el 47,5% de las familias separa plásticos, el 40,1% separa residuos orgánicos, el 31,0% papel, el 16% metales, el 10,4% vidrio y el 7,5% separa envases tipo Tetrapack o, en otras palabras, cartones de leche, jugo o contenedores similares.
Sin embargo, esta clasificación no siempre se traslada a un proceso de reciclaje efectivo. Muchos materiales terminan igual en vertederos y otros ni siquiera se separan. Los datos demuestran esto. El 79,5% de los hogares desecha elementos peligrosos, como pilas, en la basura común y el 90,2% hace lo mismo con los focos ahorradores, ambos considerados desechos de riesgo, por sus altos niveles de contaminación y su capacidad de emitir compuestos químicos altamente dañinos para la salud. Lo mismo ocurre con medicamentos caducados, aceites, tóner y baterías, cuya eliminación adecuada no supera el 2% de los hogares para cada caso.
Asimismo, si se analizan los datos a escala provincial, se puede ver los mismos problemas en diferente medida. En provincias como Guayas, la generación de basura por cada persona supera al promedio nacional, alcanzando 1,2 kilogramos de desechos diarios; mientras en regiones como la Amazonía o Galápagos no sobrepasa los 0,5 kilos diarios.
Pero el problema central de la basura, donde radica también la importancia del reciclaje, no es de volumen, sino de los efectos contaminantes que generan estos residuos al ambiente. Enterrar residuos sólidos, orgánicos e inorgánicos, o colocarlos en botaderos al aire libre, genera metano, un gas de efecto invernadero 84 veces más potente que el dióxido de carbono. Así lo explica Clauida Burbano, ingeniera ambiental. Según los datos oficiales, sólo en 2023, Ecuador generó 192,7 kilotoneladas de gas metano por la basura, lo que equivale a 5.381 kilotoneladas de CO2.
En este proceso, la región Costa fue la mayor emisora, con el 60% del total de emisiones, seguida de la Sierra (36,2%) y la Amazonía (3,7%). Además, ciudades como Guayaquil y Quito concentraron el 41% de todas las emisiones, mientras cantones como Cuenca, Durán, Santo Domingo, Machala y Ambato también figuran entre los más contaminantes.
A todos estos factores se suma el problema de los lixiviados: líquidos tóxicos generados por la descomposición de residuos enterrados o botados. En 2023 se produjeron 1,15 millones de metros cúbicos de lixiviados en todo el país, “capaces de contaminar aguas subterráneas y suelos si no se tratan adecuadamente”, asegura Burbano.
Si se analizan las cifras extrapoladas a cada habitante, se puede ver que la región Costa genera una producción de 0,14 litros de lixiviados y 0,02 kilos de metano por día, convirtiéndose en la región que más de esta contaminación expide.
En términos económicos, todos estos factores también reflejan una alta carga para los gobiernos locales. En 2023, último dato disponible, el manejo de residuos en Ecuador tuvo un costo de $21 millones, de los cuales sólo $9 millones se recuperaron mediante tasas e impuestos. El resto, un 58%, fue cubierto mediante subsidios.
Así, se puede ver cómo las cifras demuestran que Ecuador enfrenta una crisis silenciosa de residuos, que, aunque contenida por algunos esfuerzos institucionales y ciudadanos, sigue generando impactos graves sobre el ambiente, la salud y la economía pública. Las cifras muestran, además, que el reciclaje no es sólo una opción sino una necesidad urgente.
¿Por qué reciclar?
Ante esta crisis silenciosa, el reciclaje se perfila como una herramienta de gestión ambiental y una estrategia integral para mitigar el cambio climático, reducir los costos y dinamizar la economía. “Los beneficios del reciclaje son varios y no sólo engloba al cuidado ambiental, aunque obvio es un punto clave”, dice Burbano.
Uno de los principales aportes del reciclaje es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente de metano. Y esto incluye al reciclaje y buen manejo de residuos orgánicos. Según el estudio de la Universidad Andina Simón Bolívar, una tonelada de residuos orgánicos mal gestionados puede producir hasta 1,59 toneladas de CO2 equivalente.
“Reciclar, en cambio, evita que estos residuos, sean orgánicos o plásticos, terminen en botaderos o rellenos sanitarios. En el caso de los desechos orgánicos, el compostaje, por ejemplo, es una excelente opción, porque además se genera abono sin emitir gases contaminantes. Mientras que el reciclaaje de materiales como aluminio, papel y vidrio evita procesos de producción intensivos de carbono”, dice la experta.
El reciclaje, sin embargo, también ayuda a prevenir la generación de lixiviados, cuyos daños ya se analizaron previamente. Estos mismos líquidos, cabe destacar, pueden contener también metales pesados, pesticidas y compuestos orgánicos persistentes, que, sin tratamiento adecuado, se infiltran en las fuentes de agua. “Al reducir el volumen de residuos, el reciclaje contribuye directamente a limitar su producción”.
Además, de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, reciclar aluminio puede ahorrar hasta un 95% de la energía que se necesitaría para producirlo desde el mineral. En el caso del vidrio, se reduce en un 38% el consumo energético y disminuye la contaminación del aire y el agua hasta en un 50%.
“Con el plástico es lo mismo. Si ayudamos a que este material, que no se degrada en cientos de años y es altamente contaminante, se produzca en menor medida, se está ahorrando recursos y se está aligerando la carga de contaminación que se genera al crearlo”, destaca.
Siguiendo con los beneficios de esta práctica, se puede observar también que el reciclaje puede convertirse en una fuente significativa de empleo. En América Latina, alrededor de dos millones de personas, en su mayoría recicladores de base, dependen de esta actividad para sostenerse. En Ecuador, si se promoviera una economía circular con enfoque inclusivo, se podría generar empleo y reducir la informalidad laboral en sectores vulnerables, según la Alianza Basura Cero y estudios de la Cepal.
“Además, al reducir los costos de disposición final y el volumen de residuos, los municipios reorientar recursos hacia sistemas de reciclaje, centros de acopio, compostaje comunitario o campañas de educación ambiental”, repite Burbano.
Por último, es importante destacar que la Evaluación Global del Metano, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, concluye que reducir las emisiones de metano en un 45% hasta 2030 no es sólo necesario, sino técnicamente factible y económicamente rentable. En el sector de residuos, el reciclaje y el compostaje descentralizado figuran como las principales herramientas de mitigación, incluso por encima de tecnologías complejas y costosas.
A pesar de esto, solo el 13% de las emisiones de metano están cubiertas por políticas públicas en el mundo, y en Ecuador esas políticas son aún escasas o inexistentes.
¿Cómo empezar?
Si quieres formar parte de los actores que incluyen al reciclaje en la rutina diaria, Carlos Ordóñez, experto en manejo de residuos, asegura que es necesario tener algunos consejos en mente. “Reciclar no requiere grandes inversiones ni equipos especializados, basta con pequeños cambios en la rutina diaria para hacer una gran diferencia”.
Aquí una breve guía:
- Separa desde el origen: Ten en casa al menos tres tachos o fundas: una para residuos orgánicos, otra para inorgánicos reciclables (plásticos, cartones, latas, vidrio) y una más para basura no reciclable.
- Limpia antes: Lavar los envases plásticos, latas y frascos antes de desecharlos evita malos olores y facilita el proceso de los recicladores.
- No mezcles materiales: Pilas, medicinas, aceites usados o focos no van con la basura común. Busca puntos de acopio especializados para estos desechos.
- Aprovecha los puntos de recolección: Cada vez hay más iniciativas que reciben el reciclaje. Averigua si hay centros cercanos o campañas cerca de donde vives.
- Composta si puedes: Los residuos orgánicos pueden convertirse en abono para plantas. Si tienes jardín, patio o huerto, el compostaje es una gran opción. En Quito, la Secretaría de Ambiente y Empresa de Residuos han lanzado programas de entrega de composteras a ciudadanos interesados y de puntos de acopio de este tipo de residuos para poder ser compostados.
Con esto en mente, reciclar puede ser una decisión diaria que se multiplica mientras más adeptos se sumen. Pero también es una forma concreta de poner un grano de arena en el cuidado del ambiente y en el apoyo a quienes viven de esta actividad. ¿Estás listo para empezar?
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