“No es fácil trabajar mientras uno cocina y limpia, mientras los hijos están esperando alguna forma de atención”, reconoce la presidenta ejecutiva de una empresa de seguros, Paola Muñoz. A pesar de que el Ministerio del Trabajo y muchas compañías señalan que uno de los beneficios del teletrabajo es la reducción del estrés, Muñoz, al igual que muchos trabajadores de diversas áreas, aseguran que esta modalidad ha aumentado su tensión laboral.
El teletrabajo despuntó durante la emergencia sanitaria y muchas empresas, públicas y privadas, la mantendrán durante todo el año o incluso de forma permanente. Según los últimos datos del Ministerio del Trabajo, hasta el 12 de noviembre de 2020, 442.463 empleados han adoptado esta modalidad. El 64,7% pertenecen al sector privado y el 35.3% al sector público.
Si bien esta forma de trabajo es una medida para prevenir los contagios de Covid-19, “para estas personas (los teletrabajadores) se han desdibujado las líneas entre su jornada laboral y su tiempo libre causando un aumento de estrés y la posibilidad de riesgos para la salud mental”, dice Susan Hayter, asesora técnica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Teletrabajadores cuentan su realidad
La tensión viene por varios lados, cuenta José Luis Ulloa, un joven de 27 años. “Es difícil encontrar un lugar en mi casa libre de distracciones. Si voy a la sala, mis hermanos pequeños estarán viendo la televisión a todo volumen. Si voy a mi cuarto, mi otro hermano estará en clases virtuales. En la cocina, mi mamá estará utilizando la licuadora”, describe.
Otros trabajadores extrañan los momentos de socialización en las oficinas físicas, pues también servían para canalizar las emociones negativas. David Barrionuevo, comunicador corporativo del Ministerio de Agricultura, manifiesta que la falta de descansos, pausas para tomar un café o conversaciones frente a frente con sus colegas hace que canalizar el estrés sea más difícil. “Me tomo de cinco a diez minutos para hacer cosas en casa y enseguida se regresa a la modalidad del teletrabajo”, dice.
Los maestros también se han visto afectados por esta modalidad. Por ejemplo, Cynthia Erazo, profesora de niños de cinco años, narra que “la experiencia al principio fue muy desgastante, fuimos forzados a salir de la zona que conocíamos muy bien, pensaba que no lo lograría, era todo nuevo”. Erazo expresa que en muchas ocasiones tuvo que trabajar durante 12 horas para poder organizar planificar y más que nada sentir estabilidad y conexión con sus alumnos. Destaca que los alumnos finalmente lograron adaptarse a las clases virtuales, gracias también al apoyo de los padres de familia.
Isabel Vargas, presidenta de la Unión Nacional de Educadores (UNE), menciona que el teletrabajo “se introdujo en los hogares sin una planificación”. Por tal razón, el horario ha cambiado y en algunos casos este requiere de un periodo más extenso del que solicita una jornada normal.
La Ley Humanitaria contempla el derecho al descanso de los teletrabajadores. Sin embargo, en el caso de los educadores, no siempre se cumple. “De parte de las autoridades de las instituciones se imponen labores no contempladas en las diferentes normativas, incurriendo en el acoso laboral”, señala Vargas.
A estos escenarios se suma la situación económica de cada trabajador y sus condiciones de vida. Muñoz, directiva de la empresa de seguros, explica que “el espacio físico de muchas casas no es el ideal. Es decir, ahora el comedor se volvió oficina y colegio porque no hay suficiente espacio. Eso es algo que nosotros, como empresas, tenemos que trabajar. Debemos dar las comodidades a nuestros ejecutivos”.
A una conclusión similar llega la OIT, pues es probable que las tasas de teletrabajo en el mundo sigan siendo significativamente más altas de lo que eran antes de la aparición de la pandemia. “Los gobiernos y los interlocutores sociales tendrán que planificar varios escenarios diferentes, en los que las restricciones aumentarán o disminuirán según la forma en que la epidemia avance o retroceda en su territorio, y deberán prepararse para que los acuerdos de teletrabajo vuelvan a aplicarse de forma generalizada a corto plazo”, sostiene la organización en su guía práctica de teletrabajo durante la pandemia y después de ella.
Este artículo fue realizado por Martín Velasco y Rossana Carpio, estudiantes de la Universidad San Francisco de Quito.