Las trabas burocráticas, la falta de apoyo legal y las cargas impositivas hacen que muchas ideas no puedan atravesar ‘el valle de la muerte’, un periodo de hasta cuatro años en los que los problemas pueden acabar con el plan.
Fotografías aparecen en una cuadrícula de imágenes, como si fuera un estante. Cada una muestra un producto diferente: tazas, tomatodos, camisetas; todos personalizados y armados a medida.
Danna Bonilla, de 28 años, usa Instagram como si fuera su propia percha de venta. En este espacio exhibe sus productos que, desde la pandemia, empezó a fabricar para poder redondear sus ingresos. Son ya tres años desde que se quedó sin trabajo por la crisis que empezó a azotar el país.
“Yo trabajaba para una empresa pequeña, como diseñadora, pero con la pandemia recortaron gastos y me sacaron”, dice con un tono suave y seguro. “Me tocó buscar qué hacer”.
Ella estudió diseño gráfico en un instituto de Quito, donde adquirió las habilidades que hoy le permiten sacar adelante su emprendimiento. Ya van casi dos años desde que decidió abrirlo.
“Después de que me botaron conseguí sacar unos trabajos, pero no me alcanzaba, porque yo ya vivía sola. Entonces, estaba pensando en qué hacer y mi mamá me dijo que una de sus amigas estaba buscando tazas para su empresa. Ahí se me prendió el foco y pensé en cómo podía yo venderle y armar todo”, dice.
Con una pequeña inversión inicial, compró máquinas básicas para el trabajo. Tuvo que aprender a usarlas en tutoriales de YouTube para poder cumplir con el pedido que, después de hablar con su mamá, le hicieron directamente a ella.
“En ese entonces no sabía bien lo que hacía. El diseño lo hice rápido, porque de eso sí sé. Pero hasta aprender me tocó dañar algunos productos, lo que significó más pérdida para mí”, explica.
Luego de haber pasado el ‘prueba y error’, ella logró completar el pedido. Esto le dio la idea de iniciar su propio emprendimiento en este rubro, usando los contactos de su primer cliente para vender a este tipo de espacios.
“El primer cliente que tuve fue por referencia del amigo de mi mamá. Ya después de eso fue cuestión de persistencia, aprender un poco de venta en redes y sacar cosas. Poco a poco, me ha ido yendo mejor”, agrega.
Hoy, después de casi tres años de que esto haya pasado, su emprendimiento ha ido creciendo y le da “para completar el sueldo de un trabajo que conseguí y no me exige mucho”.
Bonilla es una de los tantos emprendedores que surgen en el país año con año, quienes también tienen que enfrentarse a varios retos para salir adelante.
Ecuador, un país emprendedor
Ecuador es uno de los países que más emprende en la región. Según un análisis de la Escuela de Negocios de la Espol, con base en el reporte Global Entrepreneurship Monitor, el país es el segundo que más emprende en Latinoamérica. Además, de acuerdo con sus estadísticas, 1 de cada 3 adultos emprenden sus negocios en el país. El mismo estudio expone que 3,6 millones de ecuatorianos cuentan con un emprendimiento.
Estos datos son de gran relevancia si se habla de emprendimiento, pues según el economista Daniel Pavón, dan indicios de las formas de economía que surgen , “que en este caso responde a la crisis también en la ha venido viviendo el país”.
De igual manera, estos datos también pueden hacerse presentes en otros reportes y documentos. Por ejemplo, un informe realizado por ConQuito demuestra que la capital tiene puntajes elevados en índices de emprendimiento y en la cultura del emprendimiento. Los datos revelan que la ciudad presenta un puntaje que ronda entre los 68 y 56 puntos, siento que el promedio de ciudades grandes está en los 75 y 67.
“Esto nos muestra que Ecuador es un país emprendedor, un país que a pesar de las crisis busca salir con este tipo de negocios”, dice el experto.
Pero esto no es suficiente. Ecuador también es uno de los países donde los emprendimientos más fracasan. Según un estudio realizado por GEM, en el país este tipo de negocios no pasan los tres años de gestión. “Ese es el problema, que la mayor parte fracasa y no sobrepasa ese límite”.
Fracaso
El analista económico Patricio Alarcón explica que la mayor parte de emprendimientos en el país no sobrepasan el “valle de la muerte”. Explica que este concepto engloba los dos o cuatro años, en los que un emprendimiento puede presentar varios problemas. “Para que un emprendimiento pueda sobrevivir necesita un volumen de ventas adecuado, preparación de la gente, necesita un ecosistema de emprendimiento y poder seguir un proceso de crecimiento estructurado”, dice.
Sin embargo, para cumplir todo esto se necesitan fondos y fuentes de conocimiento, que no suelen encontrarse en un país como Ecuador.
“Muchas veces los emprendimientos entran en el valle de la muerte, porque no tienen liquidez. En Ecuador, lo más difícil es conseguir capital de trabajo”, dice.
A esto se suman otros factores que pueden hacer fracasar a los emprendimientos. Entre estos: “Las tasas de interés son prohibitivas, los plazos son cortos, es difícil a largo plazo”. “Los impuestos son altos, además hay trabas desde municipios, patentes municipales, servicios, el Servicio de Rentas Internas. Las leyes laborales son muy rígidas. Hay que reconocer que en un país como Ecuador es complicado para emprender”.
Para Alarcón, el emprendimiento no puede surgir en un país en crisis, pues “este se promueve si es que la economía está creciendo, se tiene oportunidades, mercado y consumo, cosa que no está pasando en Ecuador”.
El economista Jorge Calderón aclara que la mayoría de los emprendimientos duran 3 años y medio. Esto, debido a que surgen más de necesidad que de oportunidad. En otras palabras, los primeros son negocios que surgen para la subsistencia de una persona o familia y los segundos son negocios que nacen con base en la oportunidad de mercado, dándole más posibilidades de sobrevivir.
Para su éxito, asegura que los emprendimientos necesitan estudiar el mercado y las oportunidades de negocio para elaborar estrategias que les permita sobrevivir a largo plazo. “Pero eso no se cumple, porque el país tampoco ofrece una guía para emprendedores accesible para todos, que terminaría siendo beneficioso para la economía del país”.
“Hay una ley de emprendimiento, que nació en 2020, que no ha dado resultados por la falta de política pública. Lo que se necesita es que un emprendedor informal pueda formalizarse a largo plazo para lograrlo”, dice.
Esto limita que se pueda crecer en el emprendimiento, porque no hay apoyo a nivel local o nacional para dar impulso a los emprendedores.
En Quito existen propuestas que plantean justamente este apoyo al emprendimiento. Una de estas viene desde ConQuito, agencia municipal enfocada en el desarrollo económico. Por ejemplo, este año la entidad lanzó una primera convocatoria para capital semilla. Como parte de este proyecto se entregarán dos millones de dólares a emprendedores a través de tres convocatorias. A todo esto se puede acceder en la web de ConQuito.
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