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La Gasca y La Comuna conviven con el temor constante por los aluviones
abril 3, 2024

“Esto no es vivir en paz”, fue uno de los testimonios. Pasó en enero del 2022, pasó ayer y cada vez que regresa la lluvia, regresa el miedo. Hay nuevos ofrecimientos de obras de mitigación y prevención, pero muy poco optimismo entre los afectados. Una crónica. 

POR: Juan Camilo Escobar 

Galo Guachamín conducía su taxi para trasladar a un pasajero desde La Gasca hacia la parte alta de La Comuna, cerca de su propia casa, en pleno inicio de la lluvia que cayó este martes sobre el norte de Quito. Creía que “simplemente era una más de las lluvias de abril, aguas mil”, como se decía a sí mismo, sin imaginar que en cuestión de minutos tendría que esquivar, literalmente, una tragedia mortal.

“Seguía subiendo poco a poco, con cautela, porque la lluvia se puso fuerte, muy fuerte. Y de pronto, me vi frente a frente con un verdadero río de piedras y lodo. No tenía tiempo para nada y solo reaccioné por instinto, me dí la vuelta en U, pero el lodo ya me estaba empujando, queriéndome virar”, cuenta.

Fueron momentos de angustia y desesperación. El fuerte torrente empezaba a sacudir con fuerza su vehículo justo cuando atravesaba el costado de la cancha de ecuavoley en la que más de 30 personas se encontraban jugando cuando recibieron el impacto directo del deslizamiento de grandes proporciones del 31 de enero del 2022.

Con el torrente de lodo desestabilizando la marcha de su taxi, sacudiéndolo y amenazando con arrastrarle “como caja de fósforos”, Guachamín tenía que avanzar al menos unos 50 metros más hasta una Y en donde la calle se bifurca hacia abajo. Sin embargo, al llegar allí, esa pronunciada pendiente no resultó suficiente para desviar y desfogar la inmensa marea negra que le seguía persiguiendo y empujando con fuerza.

Pero Guachamín ya no tenía más que unos 30 metros más de camino hacia adelante, en un pequeño pasaje, hasta las mismas puertas de rejas metálicas del conjunto habitacional Colinas de La Gasca, que permanecían cerradas.

El lodo no sólo le alcanzó, sino que arrastró su vehículo, tiró abajo las rejas metálicas e ingresó con brutalidad al conjunto, ocasionado la colisión entre tres carros estacionados.

“Por poco me voy de este mundo”, dice con la voz entrecortada. Hace una pausa, dirige una mirada al cielo mientras junta sus manos y señala con alivio: “Volví a nacer, es la segunda vez que me escapo de los aluviones”, dice.

“Sí, es la segunda vez que me escapo de los aluviones”, vuelve a decir, ahora con un tono de serenidad, antes de ser interrumpido por sus familiares que al unísono señalan: “Por ocho minutos”.

“Hoy vuelve a suceder exactamente lo mismo, lo mismo, igual, lo mismo. Nada, nada ha cambiado. Todo sigue igual, incluso los mismos ofrecimientos”, dice Guachamín, indignado, luego de recordar la tragedia que ocasionó el deslizamiento ocurrido en enero del 2022 en los mismos  barrios de La Gasca y La Comuna. 

Como se recuerda, según el balance oficial, ese trágico suceso de 2022 cobró la vida de 28 personas, dejó 48 heridos y 12 desaparecidos, muchos de los cuales fueron arrastrados por el torrente de lodo y rocas que barrió casas y carros en su camino.

Hoy Guachamín y sus familiares vuelven a ser damnificados. Son, según el balance oficial, apenas una parte más de las 68 familias afectadas por el aluvión. El balance también señala que se registró una muerte de una persona de 55 años de edad y cuatro heridos, dos hombres y dos mujeres, con edades de entre 30 y 59 años de edad.

En pleno inicio de la noche, cuatro horas después de este episodio que casi se torna mortal para él, Guachamín permanecía, junto con sus familiares, a pocos metros del lodazal en el que quedó atrapado su taxi en la entrada del conjunto habitacional del pasaje Colinas de La Gasca.

Los pocos habitantes de este conjunto que permanecían en el lugar luego de que evacuaran sus casas, sin importarle una pertinaz llovizna ni el frío de la noche, intentaban, como podían, retirar el lodo y las piedras.


Este arduo trabajo sólo se vio interrumpido por unos siete minutos cuando el alcalde, Pabel Muñoz, acompañado de un grupo de funcionarios municipales, llegó al sitio. 

Apenas lo vieron, los damnificados le informaron que todos los habitantes del conjunto salieron hacia las casas de familiares, que la gran cantidad de lodo que ingresó con fuerza al subsuelo de estacionamientos de un edificio de departamentos de cuatro pisos rompió el muro y se llevó consigo a un vehículo, 10 metros hacia abajo.

Tras escuchar los desesperados pedidos de ayuda, Muñoz ordenó en tono firme a funcionarios que en un plazo de una hora, como máximo, se hicieran presentes en el sitio obreros municipales con maquinaria.

Tras esta breve visita al conjunto, los moradores prosiguieron retirando el lodo, incluso con sus manos. A la espera de la llegada de la ayuda ofrecida, uno de los habitantes de este conjunto, José Prendes, comentó: “Es necesario que nos ayuden a difundir la gravedad de este nuevo deslizamiento. Es urgente que todos los damnificados recibamos la ayuda oportuna, que nos ayuden lo más pronto posible para retirar el lodo que ha ingresado a nuestras casas pero que también se hagan presentes las fuerzas del orden”.

La oscuridad y el silencio que rodeaban a este conjunto habitacional evacuado, contrastaba con el bullicio que ocasionaba la incesante llegada de camionetas de doble cabina y camiones con policías, bomberos y militares a una instalación municipal ubicada en la misma zona, en una calle empinada que conecta La Comuna, en la parte alta, con La Gasca. 

Desde este sitio, precisamente, se distribuían los trabajos urgentes de cada nuevo grupo que llegaba. A los 35 militares que llegaron desde la Brigada de Ejército Shyris, ubicada en el sur de Quito, por ejemplo, les asignaron la limpieza de uno de los pasajes de la zona. 

Con palas en mano y paso firme, se dirigían a brindar su ayuda bajo el mando de un suboficial, quien declaró que permanecerían todo el tiempo que fuera necesario. Ese lapso sería de dos días, según perifoneaban funcionarios municipales de gestión de riesgos que recorrían en vehículos la avenida La Gasca y su calles transversales.

Al avanzar lentamente, deteniéndose en cada tienda o negocio abierto, estos funcionarios también daban indicaciones a los moradores de la zona a permanecer resguardados en el interior de sus casas.

Esta orden no fue acatada por numerosos residentes que no dejaban de retirar lodo de las aceras y otros que entregaban frutas o pan a los obreros que atendían esta emergencia.

“No podemos quedarnos adentro esperando que vengan a limpiar. Nosotros mismos tenemos que colaborar, entre todos, lo más pronto posible”, comentó el vecino Fernando López, luego de recordar que, tras el aluvión del 2022 los vecinos quedaron incomunicados tres días, sin poder salir de sus casas.

“El lodo llegó a los 60 centímetros. Era muy alto, nadie podía salir”, agregó el vecino en la esquina de la avenida La Gasca y Pablo Palacio.

Las voces de este vecino y de sus familiares eran opacadas por los motores de volquetas que no dejaban de evacuar toneladas de piedras, troncos y lodo; y por gigantes vehículos hidrosuccionadores con los que obreros de la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Saneamientos (Epmmaps) intentaban “desobstruir” la red de alcantarillado.

“Más o menos dura una hora desobstruir cada una de estas cajas de revisión y son más de 40 porque toda La Gasca está taponada”, comentó uno de los obreros mientras concluía la inspección y se preparaba para operar el potente hidrosuccionador. La orden para movilizar esta y la demás maquinaria municipal fue dada a pocos metros de La Gasca, en un puesto de mando temporal del Municipio al interior de la Universidad Central.

Bajo carpas blancas alumbradas por potentes reflectores, el alcalde Muñoz daba instrucciones a funcionarios de varias entidades municipales. Y en un par de ocasiones, con tono muy molesto y alzando la voz, reclamó a varios jefes y directores que no le proporcionaron oportunamente información clave.

Asimismo, Muñoz recibió al secretario de la Administración Pública, Félix Wong, a quién pidió cuatro retroexcavadoras, cuatro volquetas y “ayuda social del Ministerio de Inclusión”. 

Lejos, muy lejos de las versiones oficiales y sus nuevos ofrecimientos, los vecinos de La Gasca y La Comuna no sólo cuestionaban de manera unánime la falta de obras de prevención, sino que también expresaban su temor por la posibilidad de que vuelva a ocurrir otro aluvión como el fatídico del 31 de enero de 2022.

Carlos Quishpe manifestó, por ejemplo, que en la zona experimentan un temor constante: “No sólo fue el aluvión de enero del 2022 y el de ahora, cada que llueve, por más pequeña que sea la lluvia, siempre bajan grandes cantidades de agua. Eso no es vivir en paz”.

“Ahora estamos en el inicio de ‘abril, aguas mil’, apenas empieza a llover la gente ya no puede estar tranquila pensando que puede haber un nuevo aluvión”, agregó, luego de señalar que en esta ocasión la gente debería organizarse para vigilar “si en verdad” se cumplen los nuevos ofrecimientos de obras de prevención. 

“Nos dijeron que en la parte alta iban a hacer grandes obras, pero nada de eso ha ocurrido, todo ha quedado en ofrecimientos”, insistió. 

Similar malestar de que “todo ha quedado en palabras”, también expresaron una seis mujeres que cerca de las 20:00 de ayer permanecían de pie, cerca de sus casas, en plena esquina de la calle José Berrutieta y Antonio Herrera, a pocas metros de “la zona cero”.

Una de estas mujeres, la profesora Neely Chicaiza, dijo que los más afectados por este temor son los niños y los adultos mayores. “Como la realidad lo demuestra, no se han cumplido los planes de prevención. Pero no sólo es eso: cómo nos ve, estamos aquí vigilando, de pie, que no vengan los amigos de lo ajeno. Esa también es otra preocupación”, manifestó.

En medio de estas preocupaciones, este miércoles los habitantes de ambas zonas afectadas también amanecieron con el anuncio de que se suspende por dos días el servicio de agua así como las clases en los colegios y escuelas de la zona.

Frente a esta posibilidad, que para los vecinos no está descartada, un vecino de la calle N24-C, también ubicada en la misma zona, dijo que muchos han optado por pedir permiso en sus trabajos para permanecer varios días esta semana en sus hogares, listos con palas, para improvisar pequeños montículos de contención apenas haya nuevas lluvias fuertes.

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