La desaparición de una niña de 8 años en Riobamba, tras ser contactada por desconocidos en redes sociales provocó la alerta de la Policía: ningún menor de 13 años debería tener acceso a estas aplicaciones. Es un tema que necesita atención urgente del Estado y la sociedad.
¿Imaginas dejar a tu hijo, apenas un niño de menos de 13 años, solo en la calle? ¿Y qué tal si lo dejas en un lugar aún más peligroso, donde acechan los pederastas que se hacen pasar por niños de su misma edad? Con estas dos preguntas el catedrático de comunicación digital Christian Espinosa calificó como básico, elemental y prioritario el pedido que hizo la Policía Nacional, hace pocos días, de que los menores de 13 años no tengan acceso a redes sociales.
El pedido policial surgió después de que, el primero de febrero, Danna Ramos, una niña de ocho años, desapareciera en Riobamba luego de salir de su casa tras atender un mensaje en las redes sociales.
Gonzalo García, jefe de la Unidad de Ciberdelitos de la Policía Nacional, advierte sobre los riesgos detectados, no sólo en las redes sociales, sino también en el uso que los ciberdelincuentes hacen de juegos en línea para acercarse a los menores. Para lograrlo, estos individuos fingen ser también niños hasta ganarse su confianza. “Los niños están interactuando con otras personas y no sabemos quiénes son”, señaló el jefe policial.
Además de urgente, este pedido policial se inscribe en la actual ola de criminalidad que enfrenta el país y que el Estado intenta enfrentar con una lucha que elevó a la categoría de conflicto armado interno, con la orden de neutralizar a 22 grupos criminales catalogados como terroristas.
Espinosa comentó: “Ahora resulta que la Policía debe poner ese tipo de mensajes porque la gente no tiene consciencia de que estamos con el mismo nivel de riesgo de tener un niño solo en la calle o en las redes sociales. Es más, en las redes sociales, el nivel de riesgo puede ser mayor, porque en la calle por lo menos es más difícil suplantar una identidad, pero en internet sí pueden hacerlo, sin que los niños puedan saberlo. Mientras menor sea la edad, es más difícil que puedan saberlo”.
A criterio de este experto, el acceso se debe permitir “a la edad que se considere que esté lo suficientemente maduro para valerse por sí mismo en una selva salvaje. En unos casos pueden ser a los 13, si tu hijo ya está preparado, o a los 15. Pero, normalmente, a los 13 ya tienen mayor posibilidad de entender estos peligros”.
“Cuando pones un niño en redes sociales lo que estás haciendo es ponerlo en bandeja de plata para que el pederasta sepa cómo ubicarlo. Ese es el riesgo. Y ya no es cómo estar en la calle solo, en plataformas como TikTok, dejar solo a un niño es como llevarle a donde está el pederasta”, indicó.
ADVERTENCIA
Se tratan de riesgos y peligros, no sólo para la salud mental, sino de extorsiones, secuestros, acosos, violaciones y hasta homicidios, que desde el 2015 se viene advirtiendo a toda la humanidad, recordó el catedrático y consultor internacional en comunicación Rodrigo Jordán.
Y el caso de la niña Ramos, opinó Jordán, demuestra que se mantienen problemas pendientes de dos actores clave de la sociedad. En primer lugar, el Estado debe elaborar ciertas regulaciones o políticas claras “porque no sólo el desempleo y la inseguridad son importantes, sino también estamos viendo cómo están perdiendo su salud emocional y exponiéndose a delitos”. Y, en segundo lugar, explicó, la sociedad en general y la familia en particular, deben terminar con la permisividad en el uso indiscriminado de redes sociales de parte de niños, adolescentes y personas de todas las edades.
Como solución a estos dos problemas, Jordán recomendó organizar y ejecutar campañas y programas permanentes de capacitación para padres y profesores; y también actualizar los planes de estudio cada año. Esto permitiría que la comunidad comprenda mejor los diferentes tipos de plataformas y redes digitales, así como los riesgos y peligros asociados, además de adquirir habilidades para su uso seguro.
“Se debe tener una política, como existe en muchos países, un decálogo de uso de tecnologías para niños. Que sea una guía para padres, maestros y niños en cuanto al uso responsable de redes sociales. En Ecuador no existe una guía que se publicite con la suficiente fuerza para enfrentar este tema”, acotó.
ACTITUD
Es indispensable, comentó Oswaldo Moscoso, director de la maestría en ciberseguridad y coordinador de las carreras en linea de la UTE, que las familias retrasen el mayor tiempo posible el acceso a redes sociales de sus hijos, para orientarles sobre los posibles riesgos y para que ellos mismos, como padres, estén preparados.
“Como están en un medio donde ya existe una presión social por tener un teléfono celular, es necesario que los padres, si ya tomaron esa decisión de darle un dispositivo, por lo menos deben hacerlo con medidas de control, como acceso restringido”, dijo, al destacar que existen aplicaciones que permiten el “control parental”.
“Con el control parental el papá sabe lo que su hijo está viendo, a dónde está accediendo. Y, si quiere acceder alguna aplicación de redes sociales, no permitida el niño debe pedir la autorización del padre. Y si, como padre, considero que no tenga acceso a redes sociales solo tendrá acceso a las aplicaciones estrictamente necesarias”.
RESPUESTA
Consultados por Ecuador Chequea dos padres y dos madres de niños y adolescentes reconocieron que la edad de acceso a los dispositivos móviles y el control del uso de los mismos ha sido uno de los temas de mayor conflictividad en el interior del hogar.
Dos de los entrevistados reconocieron que ellos mismos tienen problemas para controlar el uso excesivo de sus teléfonos celulares para mirar redes sociales, en especial TikTok; y que, por tanto, no supieron abordar adecuadamente el tema del acceso de sus hijos a dispositivos móviles desde muy tempranas edades.
“Muchas veces los padres tenemos la culpa porque es una forma de distraerlos a los chicos. Llora el niño, toma el teléfono, se calma. Y desde cortas edades ya están adictos porque le quita, llora y hace berrinches. Pienso que desde los padres debemos concienciar y no dejarlos al libre albedrío. Yo a mis niños no voy a decir que no juegan; sí juegan, pero por cierto tiempo. Les digo que, si terminan con responsabilidad ciertas cosas, tienen media hora de juego”, comentó Alexandra Narváez, madre de 43 años de edad.
“No sabemos quién está detrás de esas pantallas y con engaños pasa lo que pasa, secuestros, desapariciones. Muchas veces los padres están agachados y distraídos con sus teléfonos”, agregó.
REGULACIÓN
La norma con la que en Ecuador se regula el uso de celulares se estableció hace una década. Se trata de un acuerdo ministerial emitido el 17 de abril de 2014 por el entonces ministro de Educación, Augusto Espinosa
Este acuerdo condiciona el uso de teléfonos celulares en el aula única y exclusivamente “para fines pedagógicos” previo a una autorización por el docente para estudiantes de Educación General Básica Superior (8.°, 9.° y 10.° grados) y Bachillerato.
En la misma norma también se ordena realizar capacitaciones a docentes para el uso de las tecnologías. Esta norma está vigente conforme respondió esta tarde el Ministerio de Educación a una respuesta de Ecuador Chequea:
| Dando respuesta a su consulta, la normativa del 2014 se mantiene vigente. Como se menciona en el Acuerdo, se reconoce a los teléfonos celulares como instrumentos opcionales generadores de aprendizajesdentro y fuera del aula. Su uso al interior del aula de clases, siempre que sea con fines pedagógicos, será acordado y autorizado con los docentes, exclusivamente para estudiantes de General Básica Superior y Bachillerato. Las comunidades educativas tienen la responsabilidad, en el contexto de los Códigos de Convivencia, de construir acuerdos para la prevención del mal uso y las consecuencias de su uso. Por otra parte, el uso no autorizado de celulares en el aula es una falta leve; en caso de reincidencia será considerada una falta grave. Si el uso no autorizado se da en evaluaciones se considerará como deshonestidad académica y se deberá sancionar en correspondencia. |
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