
El tablero en el que se juega la vida política nacional empieza a tener jugadas que cambian el sentido de la partida. La consulta popular se convierte en una especie de presea a disputarse y se liga indiscutiblemente a toda la trama rocambolesca alrededor de la pugna de poder entre AP y AP. Los medios hacen eco de esta paradoja, aunque el peso de hechos como la elección de la nueva Vicepresidente y el viraje de asambleístas opositores dejaron en segundo plano lo formal del tema referéndum para convertirlo en un elemento utilitario de tal batalla, misma que siembra múltiples dudas por donde quiera que avance. Ayer la llegada de Correa, hoy la elección de María Alejandra Vicuña.
Sí, hay información (la noticia principal de ayer fue el 87% de papeletas listas) pero queda como un mero detalle que poco aporta a la decisión. Canales como Teleamazonas presentaron una serie de reportajes explicativos de cada pregunta, no obstante, lo que se observa es que esa labor didáctica varios medios se la dejan al CNE y a las campañas puerta a puerta del Sí y del No.
Para entender mejor cómo se aborda la carga discursiva que tiene la dinámica blanco/negro de la consulta desde los medios, la opinión pública y las redes sociales , basta solo leer el titular de la entrevista a Jimmy Jairala, director de Somos Ecuador Guayas, que publicó ayer (8 de enero) Diario El Universo: “Que voto no sea a favor de Lenín o en contra de Correa”. El contenido de tal conversación es más bien flojo y falto de interés, pero lo que vale es aquella frase, pues sienta claramente la idea colectiva (y reproducida por los medios) de que los cambios que proponen las preguntas de la consulta y el referéndum importan menos en tanto su verdadero valor radica en decidir de qué lado se está. Casi una campaña presidencial.
Ahora bien, lo que este titular no aclara es que el voto a favor de Lenín Moreno no es distinto al voto en contra de Correa: es el mismo voto. Bien lo analiza León Roldós en su columna “¿Para continuar la RC sin RC?”, en la que expresa que el Presidente sabe que el grueso de los votantes por el Sí son precisamente quienes no votaron por él, es decir, la oposición de Correa; y, de este grupo, una fracción que anulará pues no cree en ninguno de los dos.
El voto proCorrea, ese que es abordado desde la campaña del Sí como la representación de todo lo que está mal en el país, tiene cierto nivel de invisiblización a nivel noticioso. Resulta casi cómico leer el titular de una nota publicada este 8 de enero por Diario Expreso, “Se acentúa la lucha por el Sí y por el No”, y constatar que en el cuerpo de la noticia no hace referencia alguna a ningún movimiento por el No. Todos los hechos narrados y las fuentes refieren a agrupaciones que van por el Sí.
Este tratamiento blanco o negro del que se hacen eco los medios, relegando la palabra No a la esquina de los acusados (pues está íntimamente ligada con la figura de Correa y todo el abuso de poder de su mandato), genera un riesgo semántico que desprovee a las preguntas de identidad individual para venderlas como un paquete populista, lo cual no ayuda en nada al votante; su voto será revanchista e irreflexivo. Este voto empaquetado lo analiza Farith Simon en su columna de Diario El Comercio, “¿Siete veces sí?”, quien cree que el referéndum es necesario pero peligroso.
Por ello es que el mensaje que se recibe en general es una ecuación errada: la consulta y referéndum no son un arma en contra de Correa, de hecho, y como van las cosas, es posible que ni siquiera lo sea a favor de Lenín.



