Los eventos en los que más circula la desinformación son los de agitación social, como las protestas, desastres naturales o elecciones. Una de las principales estrategias de la desinformación es tomar los nombres de medios de comunicación para hacer pasar el contenido como real. ¿Cómo evitar caer en el engaño? A continuación las recomendaciones:
Así como los usuarios digitales están atentos a las últimas actualizaciones de los sistemas de operación en sus celulares, los desinformadores también actualizan sus técnicas para que los usuarios caigan en sus redes. Para ello se valen de la tecnología, ya que buscan viralizar más su contenido. Cada día, sus estrategias se afinan más y más con el objetivo de que su trabajo parezca producido por medios de comunicación para hacer pasar a su contenido como información veraz. Evite caer en sus trampas con esta guía para estar más informado.
Tania Orbe, coordinadora de la carrera de periodismo en la Universidad San Francisco, explica que la desinformación “es un desorden de información que puede involucrar información errónea por equivocación o por mala intención”.
La desinformación tiene malas intenciones y suele ser generada y distribuida por personas que, generalmente, están atadas a organizaciones o empresas privadas que se benefician de la viralización de una supuesta información, como explica la académica. “Generalmente no conocemos sus nombres, ni los podemos atacar”, resalta.
Orbe identifica dos casos principales en los que se pueden encontrar a personas contratadas para desinformar. Pueden ser políticos que ejercen poder o son candidatos, en cuyo caso los empleados suelen ocupar los cargos de: “asesores de comunicación, asesores políticos, consultoría política, agencia de comunicación, entre otros”. O, pueden ser trabajadores de una agencia publicitaria que use los datos digitales de los usuarios para generar campañas de promoción de productos.
La más reciente estrategia de la desinformación
Ecuador Chequea ha notado que, desde mediados de junio, se popularizó un nuevo método con el que más desinformación se ha producido. Los desinformadores usurpan los logos, nombres y líneas gráficas de los medios de comunicación con credibilidad para hacer pasar sus notas como verdaderas. Uno de los primeros casos en los que se vio esto ocurrió el 19 de junio, cuando en TikTok se dijo que el diario Expreso habría publicado que Esteban Torres es el nuevo Presidente. Mediante una búsqueda en la página web del medio, se determinó que el contenido es falso.
Un caso similar ocurrió repetidamente en Facebook cuando se dijo que Teleamazonas habría publicado que bananera Noboa exporta droga sin control a Europa. Ecuador Chequea e incluso la agencia AFP Factual verificaron el supuesto reportaje. En la investigación se determinó que se manipuló el texto original donde se hablaba de las mafias que envían su producción a Europa.
En este punto, Pablo Escandón, coordinador académico de la maestría de Comunicación Transmedia de la Universidad Andina, explica que se suele creer en estas publicaciones porque “no vamos a la fuente”. El académico exhorta a que, cuando se navega en redes sociales, se verifique que un post fue compartido por la página oficial del medio de comunicación que, generalmente tiene un visto azul que certifica su credibilidad.
También se pueden recurrir a herramientas digitales cuando un contenido es visualmente creíble, pero su contenido genera emociones fuertes en los usuarios. Por ejemplo, el 8 de julio Ecuador Chequea analizó una fotografía que aseguraba que Primicias habría publicado que Noboa dijo que los protestantes son “vagos”. En este caso, el primer paso fue verificar si la foto fue compartida por el medio de comunicación. A continuación, se tomó una captura de pantalla y se la analizó con la herramienta FotoForensics, el cual analiza los trazos digitales de las imágenes para determinar si han sido manipuladas. En la herramienta, se vio que las letras y el contorno de Noboa no estaban definidos, por lo que había sido retocada.
Otras herramientas sencillas de manejar son: TinEye, para hacer una búsqueda inversa de imágenes; Wayback Machine, para consultar las versiones anteriores de sitios web archivados e Invid, una extensión de Google Chrome que sirve para verificar si un video ha sido manipulado.
El arma secreta de la desinformación
La Fundación GABO compartió un resumen del Digital News Report creado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. En este se resalta la preocupación de los usuarios de TikTok y X, redes donde se propagan más notas desinformativas generadas o apoyadas por la inteligencia artificial (IA). “Entrevistas realizadas como parte del estudio en Reino Unido, Estados Unidos y México muestran una creciente inquietud en torno a las imágenes “fotorrealistas” generadas por IA y los videos llamados deepfakes”.
En Ecuador, esta es un arma que se ha viralizado con ayuda de la última estrategia de la desinformación. Esto se pudo ver cuando en Facebook se decía que el diario Extra habría publicado que The New Yorker filtra audio de entrevista a Noboa. El 17 de junio, el periodista estadounidense Jon Lee Anderson publicó un perfil del presidente Daniel Noboa. La publicación mostraba un video donde supuestamente se los escuchaba conversar. Ecuador Chequea concluyó que el contenido era falso pues se trataba de un deepfake, o sea que se lo generó con inteligencia artificial.
Para Pablo Escandón no se necesita de un cierto nivel académico para generar estas notas desinformativas, sólo práctica. “Es como alijar algo, yo puedo hacerlo pero realmente necesito tener una práctica para que ese proceso sea mejor”. Esto es tanto negativo como positivo. Por un lado, los desinformadores pueden mejorar en su trabajo y hacer notas más creíbles. Pero, por el otro, los usuarios pueden estar tan familiarizados con la IA hasta que pueden llegar a reconocerla”, dice.
Sin embargo, el académico advierte que “tenemos un montón de herramientas que a futuro van a ser más y van a afectar a la credibilidad”.
Entonces, ¿cómo hacer el propio fact-checking?
“Todos somos vulnerables [a la desinformación]” repara Tania Orbe. De acuerdo con su experiencia, los grupos etarios que más suelen caer son los jóvenes menores de 25 años y los adultos mayores de 65 años, quienes no son económicamente productivos, por lo que no buscan fuentes confiables con las que guiar sus vidas. Además, “son los que menos criterio o formación tienen porque no tenemos clases que te enseñen qué contenido sirve y cuál no”. La periodista considera que en el mundo se deben seguir los ejemplos de Finlandia, Francia y Estados Unidos donde se enseña sobre la alfabetización mediática. “Hay que empezar por los más pequeños, ellos serán los ciudadanos que consuman noticias o generen desinformación en los próximos 50 años”.
Los ciudadanos son vulnerables a creer en notas que utilicen el nombre, logo, colores y tipografía de un medio de comunicación, como ocurrió con una publicación de X donde se decía que Radio Platinum habría compartido que Kendry Páez habría lanzado una indirecta a Correa. En estos casos, el medio argentino Chequeado recomienda comparar los colores y tipografía de la publicación con otras del medio de comunicación, pues los detalles son lo que la delatan como engañosa. También, vale la pena preguntarse qué cuenta lo comparte y en qué contexto circula.
El contexto es una de las principales razones para la difusión masiva o controlada de la desinformación. De hecho, Ecuador Chequea realizó una nota sobre cómo los desinformantes se aprovechan de las protestas por el alza de los combustibles. En esta, el investigador del Observatorio de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Jorge Cruz Silva, dijo que “la desinformación está relacionada a un fenómeno natural que intenta responder a una naturaleza de tener datos para tomar decisiones”. En otras palabras, es en momentos de mayor incertidumbre que las personas buscan más datos, tiempos en los que se arriesgan a creer en cifras o declaraciones poco acertadas.
En estos momentos en particular, Tania Orbe recomienda “dudar de todo, no confiar ni en tu sombra”. Antes de compartir un contenido de aspecto fantástico, cada usuario debe preguntarse: ¿qué cuenta lo publica?, ¿cuándo se lo compartió?, ¿hay un autor que se haga responsable? ¿el perfil es de un portal conocido? Hay que realizar una “disección del contenido, que toma 2 minutos”. A mayor profundidad, se puede realizar una búsqueda inversa en Google con TinEye o Invid, herramientas de verificación de contenidos.
Algunos de los eventos en donde más circula la desinformación son: terremotos, aluviones, deslaves, protestas sociales, paros, elecciones, entre otros. De modo que, todos los ciudadanos deben estar atentos a las publicaciones que se viralicen en redes sociales desde septiembre, cuando empiezan las inscripciones de candidaturas para las elecciones generales 2025.
Los desinformantes también suelen recurrir a personas ‘insignia’, por ejemplo, Nayib Bukele, el presidente de El Salvador ha adquirido mayor relevancia en el contexto político desde que el Jefe de Estado ecuatoriano se refirió a él como “arrogante” en el perfil que Jon Lee Anderson escribió para The New Yorker. “Lo único que quiere es controlar el poder para sí mismo y hacer rica a su familia”, aseguró Noboa. Una publicación falsa que surgió e implicó a un medio de comunicación se viralizó en X cuando se dijo que El Universo habría publicado que Bukele le dijo a Daniel Noboa que vendió el país a EE.UU. Un caso similar ocurrió cuando se divulgó que Jon Lee Anderson habría dicho que Noboa olía a licor y que es un pobre acomplejado. Ecuador Chequea verificó ambos casos pero, la ciudadanía también puede hacerlo por sí sola. Primero, preguntándose si el contenido causa fuertes emociones, como ira u ofensa, alteraciones psicológicas de las que se vale la desinformación. También vale la pena cuestionarse si eso confirma o reta al pensamiento propio. De acuerdo con Pablo Escandón “cada uno [de los usuarios] busca una confirmación de sus sesgos, ya sean económicos, étnicos, sociales, culturales, etc”. Si la publicación hace sentir a los usuarios como si tuvieran la razón, valdría la pena preguntarse a quién le beneficia que sea crea eso.
“Creo que [la desinformación] existe desde el origen de la humanidad, desde el chisme”, expresa Tania Orbe. Esta práctica es complicada de combatir, pero no imposible. Con la normalización de estas recomendaciones cada ciudadano puede estar un paso delante de los desinformadores.
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