Desde colchones hasta comida para 500 personas. El mensaje para los afectados por el aluvión: no están solos.
Con corte a las 12:30 de este miércoles, el Municipio de Quito informó que el saldo provisional del aluvión que afectó el lunes a La Gasca, la Comuna y Pambachupa, en el norte de Quito, era de 25 fallecidos, 53 heridos y seis desaparecidos. El último cuerpo fue rescatado cerca de las 10:00 y se trataría de una mujer de aproximadamente 30 años.
La situación en la zona sigue siendo crítica y el alcalde, Santiago Guarderas, explicó que las labores de rescate se mantienen y continuarán en las próximas 48 horas.
Además, se realizan evaluaciones en diferentes sectores del desastre para verificar si existen daños totales o parciales.
Por su parte, personal del Ministerio de Vivienda acudió al sector de La Comuna, el más afectado, para realizar un inventario del estado de las viviendas.
Levantan datos del porcentaje de afectación de las estructuras, mampostería, fachadas que puedan colapsar, cubiertas, con lo que presentan un informe de si la vivienda es segura o no y definirán qué medidas tomar.
Masivo apoyo
La Comuna es una de las zonas más afectadas y una muestra de eso es que el fango aún cubre la calzada, las veredas. Y en el interior de las casas el panorama es similar. Por las paredes destruidas tras el impacto del aluvión se puede ver que aún queda mucho material por evacuar y pocas cosas por rescatar.
Pero en esta ardua tarea los moradores no están solos. Han encontrado, no sólo manos solidarias, sino también hombros y espaldas que ayudan a cargar baldes con escombros, lavadoras semi destruidas, aparadores, alacenas, libros, ropa; o que simplemente despejan el camino para poder transitar.
Es un verdadero ‘ejército’ de vecinos, militares, policías, voluntarios, jóvenes universitarios, personal de instituciones públicas y otros que se han unido en una improvisada minga para ayudar a superar la desgracia.
“Mi casa se vio muy afectada, el lodo cubrió hasta el nivel de las ventanas, tuvimos que abrir un orificio para que se desfogara hacia el interior, ya que taponó las puertas y destruyó el muro. Tuvimos que salir por el costado, rompiendo otra ventana”, contó Rocío Cuñez, moradora de la vivienda que queda al costado de la cancha de voley de La Comuna. Ella lo ha perdido todo, pero al ver la solidaridad de sus vecinos, confía en que podrá salir adelante.
La tarea es intensa; ante la falta de más baldes, los vecinos sacaron sus ollas, sus pailas, todo con lo que se pueda acarrear material. Estaban concentrados en esta tarea cuando una comunera les informó que Guarderas iba a dar una rueda de prensa en la casa comunal. La respuesta fue casi unánime: “Que venga acá a ayudar, a ensuciarse los zapatos”.
El otro frente de apoyo
Mientras tanto, la casa Comunal de Santa Clara de San Millán, dos cuadras al norte del sitio del aluvión, se ha convertido en el centro de operaciones manejado por la comunidad.
Ahí hay varias realidades; mientras en el salón principal se cumplía la velación de la hija y la madre de Mercedes Minango, víctimas del torrente de lodo, unos cuantos metros más allá, en la cocina, los vecinos del barrio Osorio se organizaron para preparar comida para cerca de 500 personas que luego serían repartida a los damnificados.
Los víveres para preparar la comida no llegaron de instituciones, sino de una colecta que hicieron los vecinos. Es que, como dice Miriam Criollo, del barrio Osorio, ellos saben lo que es pasar por esa situación, lo duro que es para los afectados y la importancia del apoyo comunal, porque hace tres meses su sector sufrió también el deslave.
En la misma casa comunal se encuentra el centro de acopio de las donaciones que hacen diferentes instituciones, y los relacionadores públicos de esas instituciones se apresuran a avisar a la prensa que tal funcionario llegará para entregar los víveres.
Mientras, afuera, en silencio, sin que nadie se entere, desde una casa del sector le donan un colchón y una maleta con ropa a una familia que lo perdió todo.
Así es como se vive la solidaridad en La Comuna, un sector que se muestra agradecido por todo el apoyo recibido, aunque también hay la molestia por la presencia de los cacharreros, que han llegado al lugar para llevarse todo fierro, lata o tubo que puedan usarlo en su negocio.
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