La rutina de las personas se ha visto trastocada por completo por los apagones en Ecuador. Tras dos meses de oscuridad, los testimonios abundan: estudiantes haciendo tareas por la madrugada, licuadoras funcionando a deshoras, cocinas a inducción que quedan como meros adornos…
POR: Juan Camilo Escobar
Dos meses de apagones han sumido a Ecuador en una oscuridad que trasciende lo literal. Ya no es sólo la ausencia de luz, sino la sombra que se proyecta sobre las rutinas, las economías y el ánimo de la gente.
Los cortes de energía, que comenzaron el pasado 18 de septiembre, continúan afectando la vida cotidiana de millones de ecuatorianos. Acciones antes tan simples como encender una lámpara, preparar un café o usar una licuadora, se han convertido en casi un acto de malabarismo.
Consultadas por Ecuador Chequea, familias describen cómo han tenido que reconfigurar sus vidas frente a la crisis: madres calculan con precisión casi matemática los momentos exactos para cocinar, cargar o desconectar dispositivos, y conservar alimentos, luchando por sacar el máximo provecho a cada lapso de electricidad.
Pero esta planificación meticulosa a menudo choca contra la realidad: horarios de racionamiento que no se cumplen. En la práctica, estos esfuerzos quedan anulados cuando, en un apremio, deben encender la licuadora a las 04:55, antes de que el apagón se imponga de nuevo, dejando a las familias una vez más en la penumbra.
Así, María Costa, una ama de casa de 45 años, cuenta que sus días ahora giran en torno a los horarios de los cortes: «Antes de acostarme, tengo que asegurarme de cargar todos los dispositivos posibles. O, también despertarme a la madrugada, antes de que regrese la luz con sobrevoltaje y queme la refrigeradora. Cocinar se ha vuelto un verdadero desafío, ya que tengo que aprovechar al máximo las horas con luz para preparar las comidas».
En pocas palabras, algunas madres dicen que la electricidad se ha convertido en un recurso más valioso que el dinero: tras pasar una tarde y noche sin suministro, despiertan a sus hijos apenas regresa la luz, a las cuatro o incluso a las tres de la madrugada, para que puedan «hacer con las justas» sus tareas escolares o estudiar la lección del día.
Aquellos que creyeron adelantarse al cambio tecnológico, reemplazando cocinas de gas por las eléctricas de inducción, se enfrentan a un desafío que raya en lo surrealista: la logística de revertir el supuesto progreso, readaptando sus espacios y adquiriendo cilindros de gas y ‘cocinetas’ —que colocan sobre las modernas, pero, por ahora, inutilizables cocinas de inducción— para suplir las carencias del sistema eléctrico.
Conversamos con ciudadanos en distintos lugares de la ciudad para conocer de cerca cómo estos racionamientos han impactado sus vidas. Sus testimonios reflejan una capacidad de adaptación, resiliencia y fortaleza frente a la adversidad. Sin embargo, también son un fuerte llamado de atención frente a la crisis.
«A mis dos hijos tengo que levantarles a las cuatro de la madrugada».
Noemí Mamarandi, 37 años.
«Con los apagones, la rutina cambia tanto en la mañana como en la tarde. Muchas cosas se quedan pendientes para el día siguiente, y eso nos afecta física y emocionalmente. A mis dos niños, de 6 y 8 años, les hago levantar a las cuatro de la madrugada porque a esa hora regresa la luz. A esa hora están todavía con sueño, aunque la noche anterior los hago dormir puntualmente a las siete. Ahora duermen nueve horas, cuando antes cumplían las 10 recomendadas por el médico».
“Hablamos con los profesores por la carga de deberes”.
Cristina Hidalgo, 34 años.
«A veces, cuando no hay luz en toda la tarde, tampoco hay internet. Cuando les mandan muchísimos deberes, mis hijos no pueden hacerlos hasta que regresa la luz, a la madrugada. A esa hora no logran despertarse, por lo que los padres hemos hablado con los profesores para buscar alternativas. Algunos maestros son muy comprensivos, pero otros no».
«Sólo tengo dos horas para hacer los deberes».
Jason, estudiante de 15 años.
«Casi siempre, cuando se va la luz, también se va el internet, y no se puede hacer nada, aunque cargue el celular con datos. Entonces, lo único que puedo hacer es madrugar más al día siguiente, a las tres de la madrugada. Y, aun así, sólo tengo dos horas para hacer todos los deberes y estudiar, porque a las cinco ya tengo que cambiarme, desayunar y prepararme. A las cinco y media ya salgo para ir al colegio, porque, con los apagones, los semáforos no funcionan y se pierde más tiempo».
«Toca hacer las cosas a la madrugada, a la ligera».
Martha Sevilla, 58 años.
«Si tengo que hacer un jugo y se va la luz al mediodía, tengo que hacerlo a la madrugada. Todo hay que hacerlo a esa hora, a la ligera. Sin refrigeradora los alimentos se dañan y ya no sabemos qué hacer. Aunque haga ruido y todos se despierten, tengo que prender la licuadora en la madrugada. Si ya se despiertan, ya no se puede hacer nada. Ni siquiera se puede sacar la licuadora con una extensión hacia la calle, por los problemas de inseguridad».
«Mi rutina de trabajo empieza cada vez más temprano».
Diego Núñez, comerciante de 37 años de edad.
«Es complicado porque se reduce el tiempo de trabajo. No hay que ser fatalistas y pensar que el mundo se acaba. Antes se hablaba de ‘ponerle ganas’; ahora dicen ‘resiliencia’, pero viene a ser lo mismo. Si antes cerraba media hora más temprano por la inseguridad, ahora cierro una hora antes por los apagones. Si sé que la luz se va a las 7 de la noche, cierro a las 6».
«Tengo que adelantar mi trabajo en la madrugada».
Hugo Galárraga, psiquiatra y docente universitario, 36 años.
«Como docente, me he visto afectado por los apagones. Si bien en la universidad contamos con una planta eléctrica, en nuestras casas salimos y regresamos sin luz. Por lo tanto, debemos adelantar y realizar tareas en la madrugada.
Esta situación impacta profundamente en el desarrollo profesional, personal, en el sueño y en la vida diaria. He observado que los horarios inconsistentes tienen repercusiones graves en los ecuatorianos, especialmente en el estado anímico, los síntomas de ansiedad y los hábitos de sueño.
En el caso de los adultos mayores, están surgiendo síntomas ansiosos porque no sabemos cuándo, dónde ni de qué manera se cortará la luz. Muchas veces se anuncia que se cortará a una hora, pero ocurre en otra. También hay consecuencias emocionales: personas que están debutando con cuadros depresivos debido a las cosas que no pueden hacer, la falta de acceso a dinero o la imposibilidad de trabajar, todo esto provocado por la falta de electricidad».
“Aprovecho las horas huecas y me quedo más tiempo en la universidad”.
Anthony Maldonado, estudiante universitario.
«Con los apagones, nuestras tareas diarias de estudio e investigación se complican mucho, por lo que debemos adaptarnos. Durante el tiempo sin electricidad, no podemos realizar nuestras actividades académicas. Cuando se va la luz, tampoco funcionan los datos, y los deberes se acumulan hasta que regresa la electricidad.
¿Cómo enfrentamos esta situación? Madrugando para estudiar, aprovechando las horas libres que antes dedicábamos a conversar o distraernos y, sobre todo, quedándonos más tiempo en la universidad, porque aquí hay planta eléctrica que nos permite usar internet y continuar con nuestras actividades».
INCERTIDUMBRE
Mientras los entrevistados daban sus testimonios, el presidente, Daniel Noboa, hacía una promesa desde Esmeraldas: para diciembre se acabarán los apagones, dijo. Ellos reaccionaron con escepticismo, tras recordar varias ocasiones en las que el presidente y sus ministros anunciaron reducciones en los horarios de los apagones que, finalmente, no se concretaron o no pudieron mantenerse.
Como es de dominio público, gremios profesionales de las ingenierías han criticado el manejo político de la crisis y la reducción de los horarios ignorando las recomendaciones técnicas, que advertían la necesidad de mantener cortes prolongados hasta que se recupere el embalse de Mazar. Este embalse es clave para el funcionamiento de un complejo de tres hidroeléctricas que genera aproximadamente un tercio de la electricidad que consume el país.
Te puede interesar:
. Caso Metástasis: todos los procesados se declaran ‘angelitos’
. No hemos logrado verificar si el Ejército ecuatoriano ingresó a territorio peruano
. Es engañoso decir que Primicias publicó ayer que Topic dijo que votará por Noboa