Con el antecedente de la problemática relación de Daniel Noboa y Verónica Abad, ¿qué garantiza que el caso de María José Pinto sea distinto? Por ahora, se ve cercana al presidente e ilusiona su llamado a la unidad. Los temas sociales serán su principal misión.
POR: Juan Camilo Escobar
Tres diferencias clave marcan el contraste entre María José Pinto y Verónica Abad, ambas elegidas como vicepresidentas en binomio con el presidente Daniel Noboa, aunque en contextos electorales distintos: Pinto en 2025 y Abad en 2023.
La primera diferencia es de forma, pero también de fondo: durante la campaña de 2025, Pinto optó por un perfil discreto, sin apariciones mediáticas relevantes ni declaraciones altisonantes. Abad, en cambio, se mostró activa en la contienda de 2023, convirtiéndose en un actor político por cuenta propia. Sus polémicas declaraciones —como aquella en la que acusó al Estado de “promover el divorcio entre mujeres” mediante programas sociales y políticas de derechos— desataron fuertes reacciones públicas.
El contraste se hizo aún más evidente tras los comicios. Pinto acompañó a Noboa en su primer acto público tras la reelección, con los brazos entrelazados en alto frente a una Plaza Grande ocupada por la militancia de ADN. Nada similar ocurrió en 2023. Entonces, Noboa y Abad compartieron el estrado de la Asamblea Nacional durante la ceremonia de posesión, sin dirigirse la palabra ni intercambiar miradas. Era apenas el inicio de una relación que pronto escalaría en tensiones.
La tercera y quizás más determinante diferencia está aún por escribirse: el rol que jugará Pinto en el nuevo periodo de gobierno. Su predecesora fue relegada. Tras su elección, Abad fue designada embajadora en Israel y más adelante enviada a Turquía, en medio de una serie de fricciones con el Ejecutivo. En paralelo, fue objeto de varios procesos: una suspensión de 150 días por supuesto abandono de funciones —anulada por una jueza constitucional tras acoger una acción de protección—, una sanción por violencia política de género a partir de una denuncia presentada por la canciller, Gabriela Sommerfeld, y la negativa judicial a otra acción de protección con la que intentó revertir decretos presidenciales que limitaban sus funciones en la Vicepresidencia.
LO QUE VIENE
A poco más de un mes de asumir funciones, la vicepresidenta electa, María José Pinto, ya perfila la agenda que llevará adelante en el gobierno de Daniel Noboa. La militante de Acción Democrática Nacional (ADN), lista 7, confirmó que su principal encargo será liderar políticas sociales, con énfasis en la lucha contra la desnutrición crónica infantil, uno de los problemas estructurales más persistentes del país.
La definición de sus atribuciones, que será formalizada tras la posesión del nuevo binomio presidencial el próximo 24 de mayo, fue adelantada por la propia Pinto en un video publicado el 19 de diciembre de 2024 en la cuenta oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE) en YouTube. Según la futura vicepresidenta, la “articulación intersectorial” y el acceso a servicios básicos como el agua segura también formarán parte de su plan de trabajo
“La desnutrición infantil es una problemática social que debe terminar. Y con esto también el trabajo por el acceso a agua segura y, sobre todo, la articulación social. Si no trabajamos en conjunto, como sector social, no vamos a resolver estas problemáticas”, declaró.
Pinto no es ajena a esta temática. Hasta junio de 2024 encabezó la Secretaría Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil, una entidad creada durante el actual periodo de gobierno para abordar de forma integral los indicadores de malnutrición. Renunció a ese cargo tras ser confirmada como compañera de fórmula de Noboa.
Con una trayectoria de casi dos décadas en el sector privado, Pinto proviene del entorno empresarial. Fue directiva en la empresa familiar Textiles Pinto y participó activamente en gremios como la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador. También cofundó la organización Mujeres por Ecuador, dedicada a promover la participación femenina en espacios de liderazgo corporativo.
La vicepresidencia, de acuerdo con el artículo 149 de la Constitución, carece de funciones fijas, salvo que deba reemplazar a la jefatura de Estado. En la práctica, sus competencias dependen de las tareas que le asigne el presidente, lo que ha convertido al cargo en un espacio político variable, condicionado tanto por la afinidad con el Ejecutivo como por los equilibrios internos de poder.
GARANTÍAS
Consultadas sobre este tema, dos figuras visibles del oficialismo coincidieron en que existen garantías para no repetir la historia de Abad en la segunda administración de Noboa. Esto, señalaron, se debe a las buenas relaciones y la confianza mutua que existe entre ambos, evidenciada en las funciones que Pinto desempeñó durante el actual gobierno.
La asambleísta oficialista Nataly Morillo sostuvo que entre Pinto y el presidente Noboa existe una relación de respeto mutuo y una visión compartida de país. Afirmó que ambos mantienen una agenda “transparente, sin vínculos con estructuras autoritarias ni con actores relacionados al crimen organizado”. Su alianza, señaló, refleja estabilidad, coherencia y compromiso con la democracia.
El asambleísta electo Andrés Castillo sostuvo que la designación de María José Pinto como compañera de fórmula del presidente Noboa respondió a criterios de mérito y confianza. “El presidente conoce su trayectoria y su capacidad de gestión. No se trató de una elección basada únicamente en el hecho de ser mujer, sino en sus conocimientos, lealtad y compromiso. Vio en ella una capacidad de trabajo extraordinaria”, afirmó.
Según Castillo, esa sintonía permitirá a Pinto asumir un rol clave en áreas como la lucha contra la desnutrición infantil, la prevención del embarazo adolescente y el acompañamiento a mujeres víctimas de violencia.
“Eso es por ahora. De ahí, creemos que el presidente le irá encargando más cosas, porque María José tiene un trabajo bastante grande”, concluyó.
CRITERIO
Para el analista político y catedrático de posgrado Andrés Jaramillo, el panorama es más complejo. A su juicio, Pinto debe enfrentar no sólo el antecedente de Abad, sino también el protagonismo de la primera dama, Lavinia Valbonesi, quien ha asumido un rol activo en el terreno social y en la representación simbólica del Ejecutivo. “En la práctica, Valbonesi ha ocupado un espacio que tradicionalmente correspondería a la Vicepresidencia”, advirtió.
Además, señaló que Noboa ha mostrado poco margen para compartir protagonismo, lo que podría limitar a Pinto a una función secundaria. No obstante, consideró relevante que el Gobierno defina una vocería efectiva y una figura institucional capaz de garantizar un gabinete compuesto por perfiles técnicos y con trayectoria, más allá del círculo cercano al presidente.
Así, el ejercicio de la Vicepresidencia en Ecuador, como ha demostrado el caso de Abad y, antes, el de Jorge Glas —a quien en 2017 el expresidente Lenín Moreno le retiró “todas las funciones otorgadas”—, no depende únicamente del respaldo electoral, sino del poder político que se construye desde el Palacio de Carondelet.
¿PUNTO DE INFLEXIÓN?
Frente a este panorama, Ruth Hidalgo, directora de Participación Ciudadana, también cree que Pinto puede contribuir a una relación más estable en la cúpula del poder. A su juicio, la vicepresidenta electa ha dado señales positivas al invocar la reconciliación política y podría convertirse en un canal efectivo para el diálogo nacional.
“Siempre sostuve, cuando Noboa era candidato, que debía elegir a alguien de su confianza para respaldar su plan de gobierno. Eso no ocurrió con Abad, quien desde la campaña se mostró confrontativa y disputó espacios”, señaló.
Hidalgo valoró positivamente los primeros gestos de la vicepresidenta electa: “María José Pinto está llamando a la reconciliación, y eso me parece muy positivo. Ojalá se concrete, porque el reto ahora es ver a quiénes convoca para sentarse en la ruta del diálogo. Deberían ser personas que han venido trabajando desde hace tiempo en estos temas. En todo caso, es una señal alentadora”.
Agregó que, incluso si no se le delega oficialmente esa tarea, Pinto podría convertirse en un canal de facilitación, una figura que —dijo— ha hecho falta en los últimos años. “No ha existido un canal claro para el diálogo político. Y si ella puede asumir ese rol y tiene la decisión política para hacerlo, ¿por qué no?”, cuestionó.
Desde su organización, Hidalgo asegura que están listos para facilitar procesos de concertación: “Es saludable que un gobierno reelecto promueva una visión de unidad. Si Pinto puede encarnar ese rol, el país se beneficia”. En este sentido, destacó que “somos expertos en facilitar procesos de diálogo y estamos listos para participar en todo lo que fortalezca la democracia”.
“Más allá de las declaraciones, es positivo que un gobierno que ha sido reelegido para un periodo de cuatro años tenga una visión de unidad e integración. Aún no sabemos si se concretará, porque las elecciones acaban de terminar. Pero creemos que este tipo de propuestas son valiosas”, concluyó.