El presidente de la República, Lenín Moreno, prevé que la vacuna contra el Covid-19 podría llegar al país durante el primer mes de 2021, siempre y cuando se cuente con una vacuna eficaz y segura para la población. En primera instancia, se vacunarán 9 millones de personas, lo anunció este 23 de noviembre de 2020 en el programa radial De Frente con el Presidente.
Ecuador mantiene acuerdos y negociaciones con varias farmacéuticas para la adquisición de la vacuna como Pfizer, Aztrazeneca, Covax Facility, Johnson & Johnson, Novax y Moderna, empresas que poco a poco van demostrando la efectividad de su vacuna. “Las vacunas llegarán en el momento en que estén listas y cuando se haya comprobado la eficacia para combatir este terrible problema (…)”, señaló Moreno, y agregó que el país estará en la capacidad de vacunar a 30.000 personas diarias.
El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, aclaró que todo ecuatoriano que necesite la vacuna, la recibirá, pero que eso no significa que toda la población lo hará. “Hay un 30% aproximadamente de personas que han tenido la enfermedad: 22% – 23% en Quito; 33% en Guayaquil; 24% en Manabí y 45% en Esmeraldas (…) En promedio, uno de cada tres personas adultas en el país ya se infectó, y hasta este momento no se sabe si necesitarán la vacuna. Es probable que no la necesiten”, indicó Zevallos. El proceso de vacunación tomará de seis a nueve meses.
¿Qué opinan los médicos?
En el foro #EnPrimeraLíneadelCovid organizado por la Universidad San Francisco de Quito, especialistas analizaron los últimos avances del desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 y su llegada a Ecuador.
Franklin Toapanta, doctor en virología y profesor del Universidad de Maryland, indicó que se están haciendo todos los esfuerzos para garantizar la seguridad de las vacunas anunciadas por las farmaceúticas. “Todavía no son 100% efectivas pero, estamos en el camino correcto”, indicó Toaplanta. Todas deben pasar por tres fases, o incluso cuatro, para garantizar su efectividad:
- Fase I: se realizan estudios pequeños para probar que la vacuna sea segura
- Fase II: se incrementa el número de pruebas y se comprueba que se genere una respuesta inmune
- Fase III: se amplía el número de pruebas como es el caso de Moderna y Pfizer que se han aplicado en unas 30.000 personas.
Por su parte, Mónica Tarapuéz, doctora en farmacología, considera que los anuncios de las farmaceúticas y de los planes gubernamentales para aplicar la vacuna en sus poblaciones son buenas noticias, sin embargo todavía es necesario que se concluyan los estudios que según el protocolo sería hasta finales de este año. La experta considera que todavía hay detalles que no se han revelado como la duración de la vacuna y en qué grupos poblacionales puede aplicarse. “Aunque tengamos la vacuna, la vida no va a volver a la normalidad pronto (…) no sabemos cuánto va durar. Ahora conocemos mejor al virus, pero surgen nuevas interrogantes”, reconoce.
Con esto coincide Enrique Terán, especialista en farmacología, pues dice que “los estudios para probar la vacuna son en población adulta joven y todavía no sabemos si se puede usar en niños, adultos mayores, embarazadas, personas que tienen otras enfermedades o en quienes ya tuvieron COVID-19”.
¿Hay oposición a la vacuna?
Aunque en Ecuador no han despegado los grupos antivacunas como en otros países como Estados Unidos, Canadá y en varios de Europa, hace unos cuatro meses se creó la organización llamada Acción Humanista Revolucionaria Ecuador (AUR) que se define como un ente político humanista que tiene como objetivo principal poner al ser humano sobre todas las cosas.
Rodrigo Velazco, uno de los voluntarios del grupo, explica que exigen que los ensayos de la vacuna “sean muy bien realizados antes de tomar cualquier decisión. En promedio, los estudios minuciosos llegan a durar entre 5 a 15 años”.
Asimismo, Pedro Torres, médico y miembro activo de AUR, considera que contrastar la información científica ofrecida a la ciudadanía es de suma importancia. “La población debe estar debidamente orientada para que cada quien tome su propia decisión respecto a la vacunación”.
Según María Belén Mena, “la libertad de las personas se debe respetar, pero cuando se trata de una pandemia, resulta que la autonomía de una persona puede repercutir en la muerte de otras”. Mena agrega que “debemos pensar en el derecho a la autonomía frente a los principios bioéticos universales: justicia, beneficencia y maleficencia”.
“Las vacunas son el mejor mecanismo de prevención de las enfermedades infecto contagiosas y su uso ha salvado millones de vidas. Oponerse a ello es un sin sentido y una irresponsabilidad”, expresa Terán. “Creo que para evitar esas posturas (antivacunas) es necesario aumentar la educación en salud y disminuir la desinformación”, agrega.
Sin embargo, Mena también considera que “la ciudadanía debe exigir y optar por una vacuna segura y eficaz y no presionar por tener una que no haya sido rigurosamente probada». Esto puede dar como rebote una elevada incredulidad sobre las vacunas. “Es peor tener una vacuna que no sea segura que no tenerla, porque así la gente perderá la fe y se opondrá a las vacunas”, reconoce.
Este texto fue realizado en colaboración con Gabriela Rodríguez y Gabriela Paredes, estudiantes de la Universidad San Francisco de Quito