La Policía cumplió 187 años y en la ceremonia el invitado de honor fue el presidente-candidato, Daniel Noboa. El contraste entre un discurso sentimental por parte del comandante policial y el discurso político de Noboa marcó la jornada. Una crónica.
POR: Juan Camilo Escobar
Con 34 minutos de retraso, pero recibido con honores propios de un jefe de Estado, el presidente-candidato, Daniel Noboa, hizo de la sutileza el sello de su presencia hoy, en la ceremonia por los 187 años de la Policía Nacional, donde también se graduaron cerca de 300 nuevos uniformados.
La ceremonia, que tuvo lugar en la Escuela Superior de Policía, en Quito, fue el escenario donde Noboa reforzó su discurso sobre seguridad y modernización.
Pero la línea entre el mandatario en funciones y el candidato a la reelección se difuminó con la misma delicadeza con la que pronunció la frase emblema de su campaña: ‘El nuevo Ecuador’: “La respuesta del Nuevo Ecuador al crimen ha sido y es contundente. No vamos a ceder ni negociar con los delincuentes y sus aliados políticos; al contrario, los vamos a perseguir y derrotar. Juntos construiremos ese futuro”, declaró. También instó a los nuevos agentes a “no dejarse tentar por los enemigos del país”, mientras prometía mejoras laborales, el fortalecimiento institucional con mayores recursos y cooperación internacional, así como la continuidad de programas de profesionalización.
La escena fue un reflejo de esa dualidad. Noboa no sólo desempeñó el rol de comandante en jefe al arengar a los nuevos oficiales, sino que también se proyectó, con sutileza, como candidato. Cada palabra parecía pensada para impactar, cada gesto medido. Incluso su vestimenta, botas militares de charol y un traje sobrio, parecía reflejar esa misma mezcla de autoridad y formalidad.
Sin embargo, para llegar al podio y leer su breve discurso, Noboa tuvo que esperar su turno. Como es tradición en este tipo de ceremonias castrenses, el programa comenzó con un toque de silencio en honor póstumo a los policías caídos. Luego, el primero en intervenir fue el comandante de la Policía Nacional, Víctor Hugo Zárate. Recordó cómo en 1991, en una ceremonia similar, se graduó como oficial y empezó su vida de servidor policial. Ahora, 34 años después, dijo, regresando a ver al cielo, que expresaba con orgullo que había logrado ser comandante de la institución y que su fallecido hermano, quien murió en un acto de servicio, estaría orgulloso.
Su discurso estuvo cargado de fuertes emociones al recorrer varios pasajes de su carrera policial, como cuando inició muy joven tras un “llamado vocacional”, cuando cargó el féretro de su hermano para darle su último adiós o cuando se convirtió, finalmente, en comandante de la Policía, logro que volvió a dedicar a su hermano “dondequiera que esté” y a su familia. En su discurso, con voz potente y firme, recordó a los nuevos oficiales y especialistas que se incorporan a las filas policiales que “su vida misma dependerá de cuán fortalecidos estén en sus valores”. También, antes de tomarles el juramento de servicio, les dio palabras de ánimo, diciéndoles que “hoy formalizan el compromiso más importante de sus vidas”.
“Las damas y caballeros de la paz jamás nos doblegaremos, porque el valor, la disciplina y la lealtad se graba para siempre en el corazón de los Policías. Juramos ofrendar hasta nuestra propia vida en defensa de la sagrada ley, tal y como lo han hecho los Subtenientes que la Policía Nacional entrega el día de hoy al servicio de la patria”, arengó a los nuevos policías
En contraste con el extenso y emotivo discurso del comandante policial, Noboa optó por una intervención breve, centrada en un tono político de respaldo, confianza y agradecimiento, además de prometer más recursos para la Policía, incluso mediante cooperación internacional. “Continuaremos fortaleciendo sus capacidades operativas con equipos, armamento y vehículos. Estrecharemos el trabajo con la comunidad internacional y derrotaremos juntos a aquellos que intentan arrebatarnos nuestro futuro», declaró Noboa.
Con palabras que intentaban reflejar el peso de la situación, destacó que “enfrentamos el conflicto interno más violento de la historia de Ecuador, pese a quien le pese. Hoy más que nunca, el país necesita de sus valientes policías para derrotar al narcoterrorismo que amenaza nuestra paz, nuestra libertad y nuestra democracia”.
Luego expresó, con tono solemne, su confianza en las fuerzas de seguridad, asegurando que desde el primer día fue testigo del honor y la lealtad de aquellos que, a pesar de las amenazas y el peligro constante, continúan enfrentando la violencia. “Ustedes permanecen firmes frente a la delincuencia, los criminales y los terroristas”, subrayó, mientras mencionaba el incansable trabajo de las unidades de élite, inteligencia y patrullaje, quienes han logrado desbaratar redes criminales y liberar a ciudadanos secuestrados.
“La mayor recompensa que pueden recibir es la gratitud de las familias que, gracias a su valentía, pudieron abrazar nuevamente a un ser querido”, dijo.
Tras su discurso de 3 minutos y 30 segundos, Noboa se fue como vino, en una caravana de vehículos todoterreno de gama alta, sin placas, con los vidrios polarizados, escoltado por un fuerte operativo de seguridad que reforzaba la imagen de poder y resguardo que intentaba transmitir.
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