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viernes, diciembre 5, 2025
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Turismo, otro sector golpeado por la violencia

Aunque existen mejoras en las cifras, la inseguridad sigue pasándole factura. ¿Por qué es importante volver a ver al turismo en el país y qué retos enfrenta el sector? 

POR: Esteban Cárdenas Verdesoto 

El turismo fue, durante años, uno de los motores más dinámicos de la economía ecuatoriana. Cada visitante que llegaba dejaba algo más que divisas: activaba restaurantes, hoteles, transporte, ferias, comunidades enteras. Hasta 2019, Ecuador vivía un ‘boom’ turístico que parecía imparable, con cifras que lo colocaron como uno de los destinos más atractivos de Sudamérica. Pero el impulso se detuvo a raya. Primero fue la pandemia. Después, la violencia. 

En los últimos seis años, el país ha pasado de recibir más de dos millones de turistas internacionales a ver cómo, en ciertos meses de 2024, las llegadas caían hasta en un 25%. Los hoteles vacíos, las cancelaciones de vuelos, las advertencias internacionales para no viajar al país y la creciente percepción de inseguridad golpearon con fuerza a un sector que recién empezaba a levantarse tras el encierro sanitario. Hoy, aunque las cifras en lo que va de este año muestran una tímida recuperación, el turismo sigue siendo un efecto colateral del miedo y la incertidumbre.

Turismo en cifras

En su mejor momento y uno de sus picos, en 2019, Ecuador registró 1’220.541 entradas internacionales por vía aérea, una cifra que marcaba la consolidación del país como destino en auge y crecimiento. Pero en 2020, el golpe al sector fue desgarrador; las llegadas se desplomaron a apenas 394.647, una caída del 67% provocada por el cierre de fronteras y la parálisis global de la pandemia. 

Y desde ese punto, la recuperación ha sido lenta y desigual. Para 2022, las entradas internacionales por esta vía subieron a algo más de 1’040.100 arribos, un dato que se mantenía aún por debajo del pico prepandemia. En 2023 se alcanzó el mayor repunte del periodo post Covid-19, con 1’157.025 entradas, pero el impulso no duró. En 2024, las llegadas volvieron a caer a 1’051.233; un dato que coincide con el recrudecimiento de la violencia, los estados de excepción y, sobre todo, la declaratoria de un conflicto armado interno. De hecho, en febrero o julio de 2024, las llegadas disminuyeron hasta un 25% con respecto al 2023, según datos del Ministerio de Turismo. 

Actualmente, si se analizan los primeros cinco meses de 2025, las cifras vuelven a mostrar una tímida mejora. Entre enero y abril se registraron 428.144 llegadas internacionales, un 17% más que en el mismo periodo de 2024, pero aún lejos de los niveles que Ecuador alcanzaba antes de la pandemia. 

Esta misma realidad se ve en otros factores como los ingresos por ventas, variable que también ha presentado un comportamiento irregular. Según el Banco Central de Ecuador, en 2018, uno de los años récords en arribos por la llegada de un flujo proveniente de Venezuela, el turismo generó $2.279 millones en ingresos. En 2020, la cifra se redujo a $703 millones, y en 2021 alcanzó un nuevo despunte, con $1.060 millones. A partir de ese año las cifras se recuperaron, alcanzando $1.802 millones en 2022; $1.997, en 2023 y; con una nueva caída, $1.788 millones en 2024. Sin embargo, en este último año los egresos también se multiplicaron exponencialmente, alcanzando $1.734 millones, lo que hizo que el saldo a favor del país por temas turísticos cayera a su cifra más baja de 2016, con apenas $54,2 millones, una reducción de 82% con respecto al 2023. 

Por otro lado, un análisis del Servicio de Rentas Internas (SRI) muestra que, entre enero y marzo de este año, las industrias relacionadas con el turismo (alimentación, alojamiento, transporte, operación e intermediación) movieron alrededor de $1.376,7 millones. Esta es la cifra más alta desde que se tiene registro trimestral. El sector de la alimentación representó casi la mitad de esas ventas, seguido del transporte aéreo que aportó más de $278 millones. 

Sin embargo, los datos también evidencian brechas. El turismo procedente de América, por ejemplo, bajó de 849.736 llegadas por vía aérea en 2019 a 754.690 en 2022, y aunque en 2023 hubo un leve repunte, en 2024 volvió a caer. El turismo europeo también mostró una tendencia descendente: de 320.437 en 2019 a 235.278 en 2024 y en 2025, hasta mayo, apenas se han registrado 98.096 llegadas desde ese continente. 

Cada entrada aérea que no se concreta representa una oportunidad perdida de ingreso, de empleo, de dinamismo. Porque en Ecuador, el turismo no es sólo una actividad económica, es un ecosistema completo que respira, o se asfixia, con cada ola de miedo o esperanza. 

Balance e importancia 

El turismo representa una alternativa económica estratégica y una fuente directa de ingresos de divisas frescas. Así lo defiende Giovanni Rosanía, experto en turismo y docente universitario, quien lleva más de 40 años observando de cerca cómo este sector se mueve, o se estanca, según la voluntad política y el contexto económico y social del país. 

“El turismo ha sido una de las pocas industrias que ha crecido de forma casi natural, sin una inversión fuerte en marketing ni una estrategia de Estado de largo plazo”, dice Rosanía. “Y aún así, ha estado entre los cinco primeros rubros de exportación no petrolera. Eso te da una idea del potencial que tiene si realmente se lo potencia con políticas serias y sostenidas”. 

Para el experto, Ecuador tiene un producto de lujo en sus manos: su biodiversidad, su diversidad cultural, su geografía. “Ya tenemos ahí el producto. Lo que se necesita es brindar un servicio cultural de calidad. Comparado con otras industrias, como la tecnología, la inversión para potenciar el turismo es mucho menor. Pero aquí no hay continuidad. Cada cuatro años llega un nuevo gobierno y cambia todo, sin consolidar nada”. 

Rosanía también hace una crítica clara al modelo de marketing turístico: “En países que han logrado posicionarse, como Costa Rica, hay campañas que duran 20 o 25 años. Aquí no pasa eso. Aquí se improvisa, se corta lo anterior, se empieza de cero”. 

El impacto de la inseguridad, además, ha desviado cualquier esfuerzo. “El efecto es directo”, sostiene. “Una noticia de violencia, una alerta consular, y las reservas se caen. Lo he vivido. Incluso yo mismo, que trabajo en esto, ya no voy a la Costa desde hace tres años. Me quedo en casa, cocino algo, veo una película. Y no soy el único. Eso es lo que está pasando”. 

Rosanía considera que Ecuador debería mirar con humildad a países como México o Colombia, destinos con graves problemas de violencia, pero que han sabido proteger ciertos corredores turísticos. “Ahí hay que aprender. No podemos seguir creyendo que con ferias y promociones basta, si no se garantiza seguridad real en los territorios no se puede lograr nada”. 

Holbach Muñetón, presidente de la Federación Nacional de Cámaras Provinciales de Turismo, coincide. Aunque reconoce que las cifras están mejorando, advierte que la recuperación no es homogénea. “Tocamos fondo. Y desde ahí empezamos a resurgir. Pero hay zonas que siguen estancadas por miedo, por percepción. Puede que los datos digan una cosa, pero el miedo sigue al 100%. Eso hay que trabajarlo”. 

Muñetón dice que el turismo sigue siendo un termómetro de la confianza. “Los restaurantes han bajado, no porque no haya ofertas, sino porque la gente no quiere salir. Lo que nos dicen es: mejor quedarnos en casa. Nadie viaja a un lugar que se siente muerto, donde no hay actividad, donde hay miedo”. 

Una de sus principales preocupaciones, además, es la informalidad. Según datos que maneja la Federación, en Ecuador hay al menos 27.000 alojamientos turísticos informales, casi la misma cantidad que los registrados formalmente. “Eso afecta a todo el ecosistema. No hay control, no hay impuestos, no sabemos quién entra o sale. Y en un contexto de violencia, eso es gravísimo”. 

Ambos expertos coinciden en que el turismo no puede ser un apéndice más en la economía, sino un eje central del desarrollo y del cambio de la matriz productiva. “Es una exportación que genera empleo, activa la gastronomía, los eventos, la cultura. Nadie viaja solo para tomarse una foto. La gente quiere vivir experiencias. Y Ecuador tiene todo para ofrecerlas, si logra garantizar condiciones mínimas de estabilidad”, dice el experto. 

Hoy, mientras el país busca caminos para reactivarse, el turismo aparece como una salida posible, pero frágil. Aunque la inversión crece, la confianza aún no despega. Y mientras tanto, el país se juega mucho más que un rubro económico: se juega su imagen, su seguridad y su futuro. 

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Pablo Terán
Pablo Terán
Webmaster en Ecuador Chequea. Profesional en Comunicación Social, experiencia-26 años. He trabajado en diferentes medios de comunicación, entre ellos Diario La Hora, por 18 años. Fui Editor de Sociedad, Quito e Interculturalidad. Tengo, además, una maestría en Psicología Holística.

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