La pandemia de COVID-19 reconfigura el aspecto de las ciudades en el mundo. En Ecuador, desde el pasado 6 de abril el uso de mascarillas es obligatorio y, aunque todavía hay quienes se resisten, el aspecto de los habitantes se transformó. Otra marca de los espacios urbanos son las cabinas o túneles de desinfección…
En Quito, cada uno de los 7 túneles mide 2 metros de largo, 1.50 metros de ancho y 2.3 metros de alto. Cuentan con sistemas de nebulización que permiten, en 6 segundos, ‘desinfectar’ la vestimenta de quienes lo atraviesan y tienen capacidad para 600 personas por hora.
En la capital, las cabinas están en el Mercado Mayorista (sur), Mercado Chiriyacu (sur), Camal Metropolitano (sur), Hospital del Sur Enrique Garcés, Mercado de San Roque (centro) y en el Centro de Convenciones Bicentenario (norte).
En Guayaquil, epicentro de la pandemia, se dispuso la instalación de 55 estructuras de ese tipo. Hasta este 20 de abril, están en los hospitales de Los Ceibos, Guasmo Sur, de especialidades de Guayaquil, Monte Sinaí y de Infectología; también se colocaron afuera de 34 mercados municipales.
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Los túneles de desinfección emplean agua clorinada y amonio cuaternario, elementos que no están prohibidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De acuerdo a Patricio Almeida, director ejecutivo de la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad), diariamente se entregará 1.200 litros de agua ozonizada que permite una desinfección no nociva, no irrita piel ni ojos.
En esta línea, la OMS adivirtió que rociar todo el cuerpo con alcohol o cloro no sirve para eliminar los virus que ya han entrado en el organismo. Pulverizar estas sustancias puede dañar la ropa y las mucosas (ojos, boca). Se recomienda usar el alcohol y el cloro para desinfectar las superficies, siguiendo las recomendaciones pertinentes.
Pese a que existen varios estudios sobre la COVID-19, todavía son pocas las certezas sobre su comportamiento. Las recomendaciones sanitarias para prevenir la enfermedad cambian en función de los descubrimientos científicos.
Pese a que las estructuras de desinfección ya están dispuestas en las dos ciudades principales del país, que además concentran la mayoría de contagios, existe un debate en torno a su efectividad…
En la resolución del 10 de abril, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional afirmó que “luego de revisar la evidencia científica recolectada con los productos desinfectantes y el uso de productos de desinfección de superficies en contacto directo con el ser humano (mucosa oral, nasal, piel, etc.), los equipos técnicos concluyen que no se encuentra evidencia que apoye la aplicación de químicos directamente sobre las personas y sus vestimentas como medida de desinfección para un virus con las características del SARS COV-2”.
En otras palabras, la autoridad no considera que esos métodos de desinfección sean efectivos. Y advierte que el contacto directo de esos químicos concentrados o diluidos sobre la piel, ojos y nariz podría generar afecciones como sequedad, irritación, dificultades respiratorias e, incluso, podrían ser cancerígenos ante una exposición prolongada. Por lo tanto, no se recomienda la aplicación de sustancias directamente a las personas.
El COE en su resolución sí contempla la desinfección de los siguientes espacios para evitar la propagación:
- Unidades de transporte público.
- Espacio público y vías.
- Higiene de alimentos en establecimientos de expendio.
- Protocolo de seguridad sanitaria para el sector agropecuario.
- Protocolo de seguridad sanitaria para establecimientos distribuidores y almacenes de expendio de insumos agropecuarios.
Con este criterio coincide el experto en salud pública, Esteban Ortíz. El infectólogo ha cuestionado la efectividad de los túneles y explica que la COVID 19 suele estar dentro de una persona, y no fuera, por ello la ropa no es una fuente de transmisión significativa.
La OMS indica que el contagio se produce vía áerea en el contacto directo, es decir en la interacción de persona a persona y a través de superficies contamidas. En ese sentido, Ortiz considera que una medida simple, pero más efectiva, sería la colocación de lavabos con jabón y desinfectante en las afuras de mercados y hospitales.
Ecuador no es el único país donde surgido la duda sobre la efectividad de los arcos descontaminantes. Animal Político, nuestro aliado mexicano en la International Factcheking Network (IFCN), publicó un artñiculo que expone que estas estructuras pueden causar ataques de asma y hasta diseminar el nuevo coronavirus. La afirmación surge de las advertencias de la Secretaría de Salud sobre la carencia de evidencia de la eficacia del uso de arcos sanitizantes para eliminar el COVID-19.
El uso de túneles descontaminantes es una medida preventiva pero no probada. Su efectividad no puede ser evidenciada porque su uso es extremadamente reciente. Por el momento, la medida más efectiva para reducir el contagio es el aislamiento social.



