La actual Legislatura cumplió un rol de transición, tras la muerte cruzada. Asambleístas que se despiden son críticos por la falta de debate. Había colegas que llegaban sólo a leer un discurso preparado por asesores, dicen.
POR: Hugo Constante
Con la colocación en el salón Tránsito Amaguaña del retrato de Viviana Veloz, junto al de otros presidentes de Asamblea, y con varias sesiones del Pleno, el legislativo concluye hoy el periodo de actividades 2023-2025. En este ciclo de “medio tiempo”, producto de la muerte cruzada, se aprobaron 60 leyes, según la rendición de cuentas que presentó Veloz.
Los asambleístas aprovecharon este día para resaltar el trabajo realizado en este periodo y los que fueron reelectos se comprometieron a seguir trabajando.
En tanto que aquellos que no lograron la reelección se tomaron fotos junto al Pabellón Nacional y a la primera Constitución de 1830, que se encuentran al ingreso del salón plenario Nela Martínez, como un recuerdo de su paso por la Asamblea. Tres de ellos comentan lo que significó su experiencia en esta Función del Estado y coinciden que uno de los puntos débiles fue la ausencia de un debate parlamentario de contenido, de ideas, no del insulto o de la lectura de lo que preparan los asesores. Aquí sus reflexiones.
Pedro Velasco, asambleísta de Avanza
Desde el 2000 hasta el 2009 ocupó por dos periodos la Alcaldía de Tulcán y desde el 2021 fue asambleísta por Carchi. Intentó la reelección para el siguiente periodo, pero no logró los votos suficientes. Velasco asegura que hará un alto a la política, por lo que retomará la docencia universitaria y el libre ejercicio profesional de abogado. Sobre su paso por la Asamblea, asegura que ha sido una lección importante, ya que le ha permitido conocer cómo funciona, cómo opera este poder del Estado y que, en su caso particular, al haber sido asambleísta de frontera, le ha permitido contribuir al contexto jurídico nacional. Sin embargo, asegura que no todos los asambleístas llegan con el espíritu de contribuir a la construcción de leyes y a la fiscalización, sino que llegan con intereses coyunturales políticos, por lo que bloquean iniciativas legales o asumen una oposición sin mayor fundamento. “Hemos visto que muchos sectores obedecen a consignas políticas que no benefician al Ecuador”. Es muy crítico con el nivel de preparación de sus colegas; asegura que muchos de ellos llegan a las sesiones del Pleno sin siquiera conocer el orden del día que se va a tratar, lo que afecta al nivel de debate. “Vienen sin prepararse, o vienen solamente a recitar el documento que el asesor les ha dado elaborando”, manifestó. Agregó que el ejercicio debe ser al revés: conocer el tema que se va a tratar, analizarlo y preparase para sostener su criterio en el Pleno. “Lastimosamente, eso no ocurre y el nivel de debate es mediocre”, dijo el legislador.
Ramiro Vela, asambleísta independiente
Saltó de la comunicación social a la política y asegura que no se arrepiente. “Los ciudadanos debemos involucrarnos, no podemos seguir viendo las cosas desde afuera”, fue la primera evaluación que hace de su paso por la Asamblea. Sin embargo, reconoce que ese involucramiento ciudadano es complicado, ya que todo está manejado desde los partidos y desde “cuatro o cinco patrones que manejan los partidos”. Vela llegó a la Asamblea por Centro Democrático. Ya en la curul se sumó a la bancada oficialista, pero, al no ser tomado en cuenta para esta elección, se alejó de esa bancada y se candidatizó, sin éxito, por un movimiento local de Tungurahua. “Intentamos hacer cambios estructurales importantes, pero para todo se necesitan los votos, la voluntad política”, dijo. Para Vela la realidad legislativa es que hay muchos intereses particulares y personales que impide que los intereses reales del país se puedan cumplir. “La política daña a las personas, y no porque la política sea mala; nos referimos a la política partidista porque les hace prisioneros de las decisiones de otras personas”, indicó el legislador. Consideró que en la Asamblea que termina, a pesar de haber estado integrada por 137 legisladores, apenas unos 40 pedían la palabra para intervenir, ya que falta esa cultura del debate, pero el debate de ideas y conceptos. “Muchos dicen lo que les prepararon, sólo repiten un discurso escrito, que ni siquiera es revisado previamente”, dijo Vela. Agregó que eso es una vergüenza para los ciudadanos que los votaron, para los partidos que los pusieron como candidatos, pero para el asambleísta ya que la mayoría llega solo por ganar el sueldo.
Gissela Garzón, asambleísta correísta
Entre los cronistas parlamentarios es considerada uno de los pocos cuadros destacados que tiene la bancada de la Revolución Ciudadana, por su nivel de preparación, coherencia con su posición política y por su discurso, que no hace uso del insulto, del extremismo, sino de la reflexión para comunicar sus ideas. Por eso, causó sorpresa que su nombre no haya sido tomado en cuenta por el Movimiento para la reelección; y, sin embargo, no les reprocha nada. “Me considero una militante de una organización política que tiene mucho que reestructurar, que tiene mucho aprender de su propia historia y en ese contexto, mientras no traicione mis principios, estaré donde corresponda”, manifestó. Sobre su paso por la Asamblea, aseguró que se queda con el trabajo realizado con la gente en la generación de propuestas de normativa. “Afuera de esta institución se aprende mucho más”, dijo. “Bajísimo, totalmente bajo”, es el calificativo que da al nivel del debate parlamentario. Uno de los puntos críticos para que se dé esa situación, dijo, es que se piensa que el equipo asesor está para hacer el trabajo del legislador cuando en realidad está para coadyuvar a esa labor. “El legislador tiene la obligación de leer la ley, el informe que va a votar, de leer los aportes que va a hacer y no solamente sentarse y registrarse”, dijo Garzón. Y añade que no se debe satanizar que ese discurso se dé de la posturas políticas e ideológicas ya que eso es necesario y saludable para la democracia.
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