Aunque la versión oficial dice que la crisis ha sido superada, expertos del sector advierten que no se han realizado nuevas inversiones para cubrir el déficit de generación y se ha descuidado el mantenimiento de la actual producción. ¿Qué aprendimos de los apagones?
El anuncio oficial sobre el fin de los racionamientos del servicio eléctrico, que se dio la semana anterior, pasó casi desapercibido. En medio de la preocupación cotidiana de la población por la crisis de inseguridad, el tema parece desvanecerse de la agenda pública, sin que se recuerden ni las millonarias pérdidas ocasionadas por los apagones, ni los problemas acumulados durante años que los provocaron.
Dicho anuncio del fin de los apagones no estuvo acompañado de la presentación de nuevos planes para aumentar la producción de electricidad, por ejemplo. Cabe preguntarse, entonces: ¿Qué hemos aprendido de los apagones? Los expertos responden: poco, muy poco para desactivar el riesgo de apagones en los escasos 7 meses previos al inicio de la nueva temporada de sequía en torno a las centrales hidroeléctricas.
La respuesta del presidente del Colegio de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos de Pichincha (Cieppi), Marco Acuña, es dramática: no sólo no se ha hecho nada para ampliar la producción de electricidad, sino que también se ha descuidado el mantenimiento de la actual producción, al punto de que se han llevado a cabo mantenimientos de emergencia a costos muy elevados.
No se trata de un problema nuevo, recordó, sino que se arrastra desde hace siete años, cuando prácticamente se paralizaron las inversiones para cumplir el plan estratégico de electrificación nacional». Acuña destacó que este plan establecía, por ejemplo, que nuevas centrales eléctricas ya deberían estar en funcionamiento o cerca de entrar en operación.
“Durante cerca de siete años, el Plan Maestro de Electrificación ha permanecido paralizado por parte de los diferentes gobiernos”, señaló. “Toachi Pilatón, por ejemplo, estaba programado para operar con 200 megavatios en el 2021, pero su ejecución se ha ido postergando hasta 2025. Además, hay proyectos importantes, como Santiago y Manduriacu, que deberían estar en fase de desarrollo en este momento, pero lamentablemente han quedado sólo en etapas de planificación en papel. Esto podría ocasionar graves problemas en los próximos cuatro años”, comentó.
El catedrático y especialista en energías Juan Sebastián Proaño señaló que importantes inversiones para aumentar la capacidad del sector se han postergado. «Siempre hay una planificación de crecimiento, las inversiones están escritas y declaradas, pero los proyectos siempre han quedado paralizados», explicó.
«Por ejemplo, el proyecto Coca Codo Sinclair tuvo sus inicios en la década de 1960, con estudios de las cuencas hidrográficas en las décadas de 1970 y 1980, pero su ejecución se llevó a cabo hace pocos años. Esto ejemplifica que sí existe planificación, pero no necesariamente se cuenta con el financiamiento para llevar a cabo las construcciones y poner en marcha los proyectos que han estado en espera durante muchos años».
CRECIMIENTO ANUAL DE LA DEMANDA
Sin una producción adicional de electricidad, la crisis de producción eléctrica sigue intacta, sin alternativas reales para los incrementos anuales de la demanda, estimados por el Cieppi en al menos 200 megavatios, señaló Acuña.
“Hasta el 2019 se fueron incorporando nuevas centrales y se obtuvo un margen que permitía exportar y un manejo óptimo de las centrales de generación, pero con los años se ha ido incrementando esa demanda hasta comernos la reserva que se generó y llegamos a un punto en que no tenemos”, acotó.
Acuña también indicó que las autoridades no han informado cómo quedaron las ocho concesiones que en los últimos días de la presidencia de Guillermo Lasso se entregaron a ocho operadoras privadas: “No sabemos en qué condiciones ha quedado comprometido el país frente a esas empresas que han sido concesionadas, lo cual podría generar otros perjuicios por supuestos incummplimeintos en los términcos del contrato”
Y por si este panorama de crisis no fuera suficiente, las fallas técnicas y casos de corrupción en distintas instancias del sector eléctrico siguen ocasionando pérdidas o “fugas” de electricidad. Estas alcanzan en algunas empresas de distribución el 22%, según estimaciones del Cieppi.
LO LEGAL
Este fin de semana se emitió el reglamento de la Ley de Competitividad Energética, aprobada en el 2023 por la Asamblea Nacional y promocionada por el Gobierno de Noboa como «la ley antiapagones».
Por ahora, con apenas pocos días de vigencia de la norma, no se han anunciado formalmente nuevos proyectos de generación eléctrica bajo nuevas modalidades, ya sea públicas, privadas o mixtas. Esto incluye proyectos de generación, de transmisión y distribución de energía.
Sobre la vigencia de esta Ley y la factibilidad de nuevos proyectos, ambos especialistas consultados destacaron la necesidad de que la norma se aplique priorizando los intereses del Estado y de la población.
Acuña explicó que “uno de los aspectos que señala la Ley es que los nuevos operadores entrarían con una entrega preferente de la energía, lo cual puede significar un desmedro a las centrales estatales del país, con una serie de medidas que más bien podrían ocasionar un colapso en el sector estatal de energía”.
Proaño señaló que es indispensable estudiar cuidadosamente los nuevos modelos de inversión privada, pero con la autorización y coordinación del Estado, para diversificar las alternativas de energía y evitar apagones.
«Si el Gobierno tiene la intención de invertir en una hidroeléctrica, por ejemplo, podría considerar dar paso a proyectos que complementen el uso de biomasa, energía eólica o fotovoltaica», destacó.
NO TODO ES NEGATIVO
Proaño comentó que la Ley de Competitividad Energética contempla un aspecto positivo y que se encontraba relativamente descuidado en el país, como es el del ahorro y de la eficiencia en el uso de la energía, tanto por individuos como a escala industrial.
Asimismo, dijo que la mejor inversión en generación, en realidad, es la eficiencia energética, en especial si se aplican las denominadas Normas ISO 50001 de ahorro sistemático de energía eléctrica: “Muy pronto las 200 empresas que consumen más energía en el país deben tener ya implementada esta norma, con ahorros bastante importantes, pero hay decenas de miles de empresas que todavía tienen muchas oportunidades de ahorrar”.
Con este criterio coincidió Acuña: “Las empresas eléctricas de distribución llegaron a tener, en un momento dado, hace ocho años, índices de pérdidas de energía menores del 10%. Y resulta que ahora están muchas de ellas del 18% al 22%, lo cual es una pérdida de dinero del país por no tener un control”.
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