Con tres años de retraso por la pandemia y la inseguridad, el Censo poblacional de Ecuador está en ‘el horno’ desde el año pasado. El INEC hablará esta semana sobre una fecha definitiva para entregar los resultados. ¿Por qué es tan importante que esto salga pronto?
‘1, 2, 3, 4, 5’; todos son números. Pero, en ocasiones, son más que eso. Los números también pueden ser personas, comunidades y colectivos. Pueden representar a gente; gente real que todos los días camina por la calle, va a su trabajo o su lugar de estudios en una sociedad que los ve como eso: como números.
Héctor Guzmán, de 24 años, podría ser parte de esos números. Él tiene cabello corto oscuro y facciones poco marcadas. Guzmán ‘salió del closet’ hace seis años, aunque hasta hoy tiene que actuar, «a veces», como si estuviera dentro. Él es una de las personas de la comunidad LGBTIQ+ en Ecuador. Pero no, no es un número; o no aún.
Franklin González tiene 43 años. Es venezolano. Llegó al país hace unos cinco años, buscando una mejor vida para su familia. Aquí tuvo que trabajar “haciendo de todo” hasta que, hace dos años, una empresa confío en él. Pero ese trabajo no le duró demasiado. Con la pandemia lo despidieron. Hoy, vende bebidas en diferentes calles de Quito y redondea sus ganancias con otros trabajos relacionados a la carpintería y albañilería. Y no, él tampoco es un número.
Cada 10 años, Ecuador realiza y publica un Censo poblacional enfocado en comprender más sobre quienes viven en el país y sus problemas. Este estudio convierte en números a personas como Héctor o Franklin. El último cuyos resultados son públicos fue hecho en el 2010. Han pasado 13 años desde la última vez que Ecuador conoció sus números y sus condiciones de vida; tres años más de lo esperado para una nueva actualización.
El Censo de Población y Vivienda, realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), debió obtener una nueva ‘fotografía’ en el 2020. Sin embargo, problemas como la pandemia y las condiciones de inseguridad que vive el país se interpusieron en esta labor hace tres años, lo que demoró la toma de una nueva ‘fotografía’.
¿Qué pasó con el Censo?
Según información del INEC, la recolección de datos para levantar esta nueva ‘fotografía’ de la población inició en el 2022, dos años después de lo previsto. En una entrevista, el director ejecutivo del INEC, Roberto Castillo, explicó que, por ejemplo, en zonas de la Costa se tuvo que extender el tiempo de levantamiento de datos porque hubo censistas que, días antes de empezar, no se presentaban por la inseguridad. A esto se suma el hecho de que el Censo se desarrolló también en provincias con estados de excepción y que el proceso tuvo que enfrentar cinco acciones de protección que se oponían a la presentación de la cédula de ciudadanía al momento de recopilar información; las cinco fueron resueltas a favor de la entidad.
La recopilación de datos se realizó de dos maneras, según explica el INEC: virtual y presencial. El Censo en línea se realizó entre el 1 y el 31 de octubre del 2022, sin mayor inconveniente. Asimismo, el levantamiento de datos presencial se realizó entre el 7 de noviembre y el 18 de diciembre del 2022, con las complicaciones antes descritas. Fue la primera vez en la que el país realizó un Censo bimodal.
Con esto en mente, y si ya se tiene la información, queda la pregunta: ¿cuándo estarán los resultados? El INEC aún no ha sabido responder a esto. La entidad explicó que, como parte del proceso estadístico, entre enero y marzo del 2023, se emprendió la etapa de verificación de la información, control de calidad y recolección de datos en zonas peligrosas, estratos altos y espacios de difícil acceso.
Actualmente, los datos del Censo se encuentran en la etapa de procesamiento. Y, aunque se esperaba ya tener los resultados en mayo de este año, una nueva prórroga del INEC fijó la fecha de entrega entre agosto y noviembre del 2023. Asimismo, la entidad aseguró que esta semana se informará el calendario final para la entrega de resultados del Censo.
La importancia de los números
Parecería que ser un número es poco importante y hasta banal. Al fin y al cabo, ser o no ser uno más en la estadística no cambia la rutina, el viaje al trabajo o el costo de comprar pan. Entonces, ¿por qué la etiqueta de un número puede ser relevante?
La respuesta es clara: «Los censos ayudan a un país a conocer a las personas que viven en el territorio», dice Fernando Carrasco, matemático experto en análisis de datos.
Carrasco asegura que son estos acercamientos estadísticos los que permiten conocer mejor a la población, pero no sólo eso. También son los censos los que marcan una guía sobre las condiciones de vida de quienes habitan un territorio y sus necesidades específicas. Es así que datos como la cobertura de agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, estado de los domicilios, desempleo y otras variables son descubiertas gracias a estos acercamientos estadísticos y a los números.
De esta forma, al convertirse en un número, el Estado puede conocer sus necesidades, falencias y prioridades. Y a partir de esto se puede generar política pública que no sólo responda a necesidades generales a nivel país, sino que pueda contar con la especificidad de los números y de los territorios.
Carrasco explica que es a través de los censos que se puede conocer el índice de necesidades básicas satisfechas, por ejemplo, un dato elemental en el momento de hablar de política pública o construcción de obras, tanto para gobiernos locales como nacionales.
Con esto concuerda Joaquín Paguay, economista experto en datos. Explica que los censos y las estadísticas “son datos básicos y útiles para planificar hacia dónde caminamos”. Detalla que son estos datos los que permiten conocer el estado actual de la población de un país, un cantón o una provincia; sus necesidades básicas y las prioridades en obras, servicios o condiciones de vida, “datos elementales en la política”. Y esto no sólo sirve al Gobierno, sino también a la empresa privada para ofertar bienes o servicios en zonas donde sean más necesitados o apetecidos.
Encuestas y censos
Joaquín Paguay explica que las encuestas son procesos estadísticos, sean probabilísticos o no, que buscan un acercamiento a la realidad de la población, pero que no tienen una cobertura total. Las encuestas se realizan con base en muestras estadísticamente representativas de la población, pero no incluyen a todas las personas que viven en el territorio en su estudio.
Por otro lado, “la cobertura del Censo es universal. Nunca va a llegar al 100% pero nos acercamos a eso”. Para estos estudios se busca conversar con todas las personas que conforman un territorio, lo que no sólo permite tener un acercamiento más real a las cifras, sino también tener una precisión casi “milimétrica” al momento de querer comprender las condiciones de vida del país, de una provincia o de un cantón. Porque sí, al ser el Censo “universal”, permite tener información que no parte de las generalizaciones del país o de ciudades grandes como Quito, Cuenca o Guayaquil; sino que parte también de los territorios.
Anderson Castro, analista de datos, explica que las encuestas tienden a invisibilizar las condiciones de cantones, parroquias o espacios específicos por sus propias condiciones de generalización. Por otro lado, el Censo sí permite tener una fotografía específica de zonas que pueden llegar a verse olvidadas, lejanas al centro burocrático del país.
“Los gobiernos tienden a hacer políticas con base en encuestas, que son muestreos de la población. Muchas de ellas no son representativas a nivel de provincias, por ejemplo. Sólo algunas ciudades, como Quito, Guayaquil y Cuenca, pueden decir ‘sí, así vive mi población’ porque lo dice esta encuesta de condiciones de vida o de empleo. Pero las otras provincias no se ven reflejadas en esta información, que se puede desagregar pero no arroja datos reales”, explica. “En Ecuador hay 14 nacionalidades y la mayor parte de ellas viven en la Amazonía. Las encuestas no nos muestran cómo viven las otras nacionalidades, por ejemplo. Esto invisibiliza a algunos sectores de la población, sobre todo en las zonas más pequeñas y pobres, de las que no tenemos datos”.
Por esto son tan importantes los censos y la actualización de esta información. Joaquín Paguay explica que, por ejemplo, si se quiere planificar mejor el uso de recursos para obra en una parroquia o cantón de Loja no se puede utilizar encuestas sobre necesidades que se centren en grandes ciudades.
“Los datos de Loja no van a ser los mismos que los de Quito; entonces, yo no puedo hacer uso de encuestas que no se realicen en Loja para satisfacer estas necesidades. Y esa data específica te da el Censo. No puedes homogeneizar. Las particularidades de cada territorio son elementales. Cada cantón, provincia, ciudad, zonas rurales o zonas urbanas tienen realidades y comportamientos diferentes”, dice.
Por otro lado, Fernando Carrasco explica que la importancia de los censos también se ve reflejada al tomar decisiones en torno a la sostenibilidad de la seguridad social, por ejemplo. Al igual que al analizar estimaciones o indicadores a nivel de barrios, parroquias o municipios.
“Parecería que el Censo no tiene mayor relevancia, pero es muy importante. Voy a dar un ejemplo de lo que nos permiten conocer los datos: en Ecuador nacen 320 mil niños cada año y mueren 75 mil personas. Si uno se pone a chequear, a través de cálculos y estadísticas realizadas desde la demografía, se puede ver que para el 2040 vamos a atravesar el punto crítico de la sostenibilidad en el país. Los demógrafos han determinado que en Ecuador ya no va a haber una renovación de la población. Es decir, se van a intercambiar las cifras y habrá más muertes que nacimientos. Para el 2060 posiblemente la población empezará a disminuir. La actualización de las cifras y los censos nos permiten realizar estas estimaciones y mantener mapeadas las condiciones presentes y futuras del país”, dice.
Uso de los censos
Las estadísticas arrojadas por los censos, por ejemplo, son utilizadas por municipios y prefecturas para la elaboración del Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial. Este documento no sólo presenta un análisis de las condiciones de vida del territorio, población y otros datos; sino que también permite marcar objetivos y metas a futuro.
De esta forma, al no contar con datos actualizados, los planes se ven perjudicados y terminan presentándose muy lejanos a la realidad de un territorio.
“Al no tener la información actualizada se ven afectados hasta los mismos municipios y consejos provinciales por no contar con datos. Con datos de hace 10 años, es muy fácil darse cuenta que la información termina estando sesgada y es poco real”, dice Carrasco.
Por su parte, Paguay confirma que hasta el momento todos los municipios y juntas parroquiales han armado sus planes de ordenamiento territorial con los datos del 2010.
“Lo máximo que hacen es sacar tasas de crecimiento, pero con eso se quedan. Muy pocos, como el de Cuenca, son más trabajados. Y estas condiciones nos mantienen a ciegas, porque finalmente no es lo mismo una proyección que un dato real, que es lo que debería dar el censo”, dice.
El experto recalca que la clave de los censos también está en la planificación que permiten implementar. Paguay explica que las proyecciones debidamente tratadas permiten dimensionar el uso de recursos. “No tenemos recursos suficientes para invertir en todo, y para priorizar se necesita la data de las condiciones en las que vive la población”.
Fernando Sánchez Cobo, experto en administración pública y exfuncionario del MIES, concuerda con Paguay. Explica que las estadísticas son de vital importancia para la planificación.
“Nos faltan datos, aunque esto no es nuevo; pero esto sigue siendo clave para los municipios y otras instancias. Sin datos, se generaliza y el margen de error es bastante alto. Los datos del Censo ayudan a poner metas claras. El hecho de que no se entreguen estadísticas es complicado y en la coyuntura política es crítico no tener datos”, dice.
Pero los censos también son utilizados en otros espacios, como en la elaboración de encuestas.
Fernando Carrasco detalla que los datos resultantes del Censo son utilizados por el INEC e instituciones que elaboran encuestas como marcos de muestreo. Un marco de muestreo es el universo total de lo que se quiere estudiar, a partir del cual se establece una muestra representativa para realizar este tipo de estudios cuantitativos. Es decir, si se hace una encuesta sobre violencia hacia la mujer, el marco muestral sería la cifra con el total de mujeres en el territorio que podrían verse afectadas o no por diferentes tipos de violencia. Cabe destacar que es de gran importancia que el marco de muestreo sea preciso, libre de omisiones y duplicaciones para conseguir resultados que realmente sean reales y apegados a la realidad.
Siguiendo esta línea, el no contar con datos actualizados desde hace 13 años repercute en el trabajo y resultado de las encuestas.
“Es fácil darse cuenta, con el Censo del 2010, que pasa el tiempo y la información no funciona. Voy a dar un ejemplo: en la encuesta de empleo de diciembre del 2010, si uno hace el cálculo del índice de pobreza, resulta que sale un valor y con la encuesta sale otro. Esto es porque la encuesta se hizo con el marco de muestreo de 2001, 10 años atrás. Y esta desactualización del marco de muestreo no sólo afecta al INEC y a sus datos, sino también al sector privado. Quienes hacen investigaciones por encuestas están trabajando con el marco de muestreo del 2010, ya desactualizado”, explica.
¿Una buena fotografía?
Según información del INEC, esta semana se dará a conocer el calendario para la entrega de resultados del nuevo Censo. La entidad asegura que este será el primer Censo que incluye preguntas sobre la identidad de género, orientación sexual y fauna urbana. De este modo, se espera visibilizar a sectores que no habían sido tomados en cuenta y de los que existen muy pocas cifras en el país.
Activistas del colectivo LGBTIQ+, como Sarah Flores, aseguran que esto es importante. Sin embargo, Flores destaca que la falta de especificidad en la población que forma parte de la comunidad puede sesgar los resultados del Censo.
“No hay un tratamiento a cada una de las letras y cada población tiene necesidades específicas”, explica. Ella, además, asegura que recibió denuncias de censadores que no preguntaron por la identidad de género u orientación sexual, suponiendo estos datos por la apariencia física.
Flores denuncia la falta de datos sobre este sector de la población y espera que para próximos estudios se puedan realizar las correcciones necesarias para contar con una fotografía completa y detallada de la comunidad LGBTIQ+.
Fernando Sanchez Cobo explica que en el país también hay falta de estudios específicos sobre otros temas y aspectos. “La encuesta de violencia contra la mujer no se actualiza desde el 2013 y no se tiene idea de lo que pasa. Igual acoso escolar, que se comprometió a hacerse cada 3 años, pero no se ha hecho”, detalla.
Es esta falta de datos la que preocupa también a expertos como Paguay y Castro, quienes esperan que algo se pueda cubrir con la publicación del censo. Sin embargo, en medio de cuestionamientos, contradicciones y esperas vale preguntarse si el censo realmente llenará los vacíos de datos, aunque sea temporalmente, hasta volver a ser contados.
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