Comunidades, estudiantes e instituciones celebraron al sol en el parque El Arbolito, históricamente llamado como ‘parque de las resistencias’. “Todos aquí somos hijos de la tierra, todos somos hermanos”, fue una de las frases que marcaron la jornada.

El sabor, entre amargo y ácido, pasa por la garganta de la mano de un ‘pilche’, pieza tipo plato hecha con calabaza seca y curada. Una mujer con arrugas pronunciadas y actitud tímida reparte el líquido, una chicha de maíz hecha con semanas de anticipación para la ceremonia, que previamente fue bendecida como parte del ritual de agradecimiento a la Pacha Mama (madre tierra) por la cosecha lograda a lo largo del año.
Su vestido es azul y luce semillas negras y rojas, junto con plumas de todos los tamaños y colores. Su vestimenta también se ve adornada por una corona de colores y aretes que cuelgan las plumas que se recogen en la selva, vestigios de las aves que rondan por el verde. Ella es shuar y viajó a Quito desde Morona Santiago para unirse a una de las celebraciones mayores que tienen las comunidades indígenas del país: el Inti Raymi.
El sonido de voces, instrumentos y direcciones ensordece mientras, con voz elevada y firme, una de las representantes del pueblo Kitu Kara, prioste del ritual de este año, guía la ceremonia. En el suelo, algo elevado por los filamentos de césped y la tierra, rebosa de color: pétalos de flores, naranjas, plátanos, piñas, papayas, granos de maíz y mazorcas forman una cruz que representa los cuatro suyos (cuatro elementos y cuatro puntos cardinales, elementales para la cosmovisión de las comunidades).
“Esta es la estrella Kitu Kara, plasmada desde hace 5.000 años atrás. Plasma la historia de nuestro pueblo. Tiene ocho puntas, que representan las ocho fiestas que hay en nuestra tierra. Además, señala los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Esta es una geometría sagrada exacta”, explica Fabián Jahuaco, yañac (líder) del pueblo Kitu Kara.
Y continúa: “Esta fiesta nos permite agradecer por los granos que vamos a cosechar y que se guardan en los graneros hasta el final de año, juntos, porque todos compartimos en comunidad y vivimos en comunidad. La Pacha Mama nos da a todos y nosotros compartimos con todos”.
Hoy, el día en el que el sol alcanza su punto más alto en el cielo, en medio del solsticio de verano, se celebra el Inti Raymi en todo el país. Y Quito no quedó fuera. Universidades, organizaciones sociales y comunidades indígenas, representantes de las cuatro regiones del país, se convocaron en el parque El Arbolito para celebrar al sol y a la tierra.
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“Para empezar, vamos a abrir las puertas de los cuatro suyos para poder agradecer al taita Inti por lo que nos ha dado este año y lo que nos dará el siguiente. El viento, la tierra, el agua y el fuego”, grita con los pulmones inflados y el pecho elevado al viento, el líder Kitu Kara.
Luego de esto, toma un poco de chicha de una vasija de barro y escupe a cada uno de los puntos cardinales, mientras nombra los ‘suyos’. Parado en el centro, acompañado del fuego ritual que brilla desde el centro de la estrella y que representa al sol, termina de abrir las puertas para iniciar con el ritual de agradecimiento y sanación.
“Ahora, alcen todos las manos para que puedan recibir la energía del sol y sientan cómo baja por sus cuerpos”, continúa la ceremonia al momento de pasar a la sanación. “Agradezcan al sol por acompañarnos el día de hoy en este ritual de agradecimiento”.
Mientras hablaba Jahuaco, el cielo, que se veía nublado, empezó a dejar pasar los rayos de sol para alumbrar a la zona del ritual.
“Juyay”, tomaron el ambiente los gritos de los asistentes al finalizar la ceremonia. Esto, antes de que las autoridades, quienes se encontraban en el borde de la cruz Kitu Kara, comenzaran a bailar en círculos acompañados por el sonido de los tambores y los pingullos, una flauta hecha de madera. “Esta es una ceremonia para compartir con todos, en comunidad, así que todos los asistentes pueden acercarse a coger comida. Tenemos mote con hornado para todos, así que vayan y celebren con nosotros”.
Con esto, la ceremonia finalizó, pero no la celebración.
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El parque lucía lleno de rostros, colores y vestimentas en representación de la diversidad cultural del país. Este espacio, conocido oficialmente como El Arbolito, ha sido un lugar característico de la resistencia de las comunidades indígenas. Esto, luego de que en 1990, con la primera movilización indígena, este espacio se convirtiera en el lugar de acogida de las nacionalidades. De hecho, en junio de 1990, las comunidades colocaron una insignia en este espacio llamándolo como ‘Parque de las Resistencias’.
Desde ese entonces, El Arbolito se ha convertido en un espacio de comunión entre la capital y las comunidades, tanto en movilizaciones como celebraciones, entre estas el Inti Raymi.
Entre música y rondas de baile, que formaban círculos alrededor del espacio verde, el evento continuó en una mezcla de mestizos, extranjeros e indígenas; recordando y haciendo lujo de su nombre que, aunque no oficial, ha marcado el rumbo de este espacio a lo largo de los años.
Con esto, finalizó lo que abre las puertas a un nuevo año solar, a una nueva etapa de la vida de las comunidades y de su mezcla con la ciudad y el ruido.
“Todos aquí somos hijos de la tierra, todos somos hermanos. Blancos, negros, mestizos. El difundir nuestra historia es nuestro objetivo y nuestra meta en este camino. Este es el legado que queremos dejar, para que nuestra cultura y nuestra identidad nunca muera”, concluyó Jahuaco entre el ruido, los bailes, las fiestas y el movimiento; toda una fiesta.
Él, en representación de su pueblo, uno que sobrevivió incluso a la llegada de los Incas y que habitaba Quito desde tiempos de antaño, hoy, continúa el legado en esta fiesta, una expresión de su cultura y su historia.

Desalojo por la fuerza
Pero no todo fue celebración y bailes. Según reportes de las organizaciones que se encontraban en la zona, la Policía Nacional terminó desalojando el parque El Arbolito previo a la finalización del evento, que se esperaba para las 18:00.
A las 14:30, ya se reportaron incursiones policiales que retiraron bebidas alcohólicas de forma violenta a vendedores y estudiantes que se encontraban en este espacio.

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