Hoy se celebra el ‘Día internacional de las mujeres y las niñas en la ciencia’ y es la oportunidad para recordar sus contribuciones en la investigación, el camino recorrido, pero también todo lo que falta para llegar a la equidad. “No hay cosas de niños o de niñas, sólo hay ideas increíbles esperando que una mente curiosa las encuentre”, dice la pequeña Anne Sophie Lluis, de 9 años de edad, una de las protagonistas de esta historia.
POR: Karen Mantilla Ulloa
El amor por la ciencia no tiene edad. Anne Sophie Lluis, una pequeña quiteña-catalana de 9 años de edad, estudiante del colegio La Dolorosa, es una muestra de ello. Con voz suave y dulce relata que está en quinto de básica y se entusiasma cuando cuenta que sueño es ser parte de la NASA.
A los cuatro años, Anne Sophie aprendió a programar en ‘Scratch’. Aunque no sabía escribir, esta aplicación le permitía programar por bloques. Ese sería el inicio al mundo de la ciencia y la tecnología. A los cinco participó en un Boot Camp y un concurso mundial de inteligencia artificial. Empezó a programar en Pictoblox. A los seis, construyó un robot y fue parte de un curso de prueba que trató sobre la democratización de la tecnología en edades tempranas. Como le interesó el tema, se lo tomó muy en serio y a los siete ingresó a la escuela de robótica Robotic Minds para hacer estudios formales.
Anne Sophie Lluis, una pequeña científica
Su historia viene a colación porque hoy se celebra el ‘Día internacional de las mujeres y las niñas en la ciencia’, instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, para promover y visibilizar su participación en este campo.
Aunque la pasión de Anne Sophie es la ciencia, también disfruta de bailar flamenco y la gimnasia. “Desde el 2020, soy parte del Foro Nacional de las Niñas y Mujeres en la Tecnología. Aquí comparto mis experiencias en este mundo tan divertido”, cuenta.
Además de ser científica tiene un programa de radio que se llama ‘Steministas’, que en un principio lo hizo en conjunto con Ciespal y después con Flacso radio.
“En este programa entrevistamos a mujeres científicas para animar a otras niñas desde nuestra voz para que se interesen por las carreras Stem, que son las que se relacionan con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas”, asegura.
Anne Sophie Lluis en su programa radial
Para la pequeña de 9 años, la tecnología y la ciencia no tienen género; dice que sólo tiene mucha curiosidad, creatividad y ganas de cambiar el mundo.
“No hay cosas de niños o de niñas, sólo hay ideas increíbles esperando que una mente curiosa las encuentre. Que todo el mundo sepa que las niñas también construimos robots, vamos al espacio, programamos, hacemos experimentos y creamos el futuro”, dice con entusiasmo.
Su madre, Ana Gabriela Valdiviezo, cuenta que el amor hacia este gran mundo fue “a primera vista”, mientras ella hacía su máster en Big Data; Sophie siempre estuvo a su lado y ella sabía que le interesarían estos temas porque la curiosidad siempre estuvo presente.
“Poco a poco, iba descubriendo conmigo todo este mundo, ella se interesó tanto que yo le apoye y ahora este es el resultado, una niña que siempre quiere saber más y dejar un mensaje a las demás, que estas carreras no son sólo para hombres”, asegura Valdiviezo.
Anne Sophie Lluis, con su madre.
Panorama
Claudia Segovia, cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas, cita la cifra más reciente de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y asegura que el 44% de las mujeres que tienen estudios en Iberoamérica se dedica a la investigación científica. Segovia comenta que, aunque no está mal, ese porcentaje podría ser más alto, pero el acceso de las mujeres a la ciencia puede ser más complejo de lo que se cree.
Claudia Segovia, científica y cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres científicas
“Del total, se evidencia que las mujeres que están liderando proyectos o liderando artículos científicos son mucho menos de las que aparecemos realmente en ese porcentaje”, cuenta.
Segovia comenta que la idea del trabajo en la ciencia casi siempre está asociada a un hombre. “Cuando tú dices yo hago ciencia, hay un porcentaje de personas que se sorprenden porque tienen un estereotipo de que esto no está dado para una mujer; entonces implica que toca demostrar más”, señala.
Pese a que el camino no ha sido fácil, con el paso del tiempo, las mujeres han ido abriendo sus propias puertas. Desde Caroline Herschel, quien nació en Alemania en 1758 y descubrió nuevas nebulosas y cúmulos de estrellas; Marie Curie, la famosa física y química polaca que tuvo los primeros estudios de radiación; hasta la gran ecuatoriana Matilde Hidalgo, quien se convirtió en doctora y logró romper con todos los prejuicios de la época. Estas mujeres abrieron el camino para que otras sigan andando y formando uno más largo.
Y, aunque los años han pasado, las mujeres en la ciencia aún están expuestas a la desigualdad de género. Segovia, por ejemplo, dice que hay mujeres que aún enfrentan la invisibilización de sus logros.
Con esto concuerda la profesora e investigadora matemática Nela Pastuizaca, quien considera que no siempre hay la oportunidad para todas las mujeres, más cuando están en el área rural, como en la que ella creció, en la parroquia Roberto Astudillo, del cantón Milagro, en Guayas.
“Siendo niñas hay esta percepción de hasta dónde puede una niña estudiar, que haga una carrera, si siendo mujer igual se va a casar, va a ser mamá. ¿Qué sentido tiene hacer una inversión? O cosas así, siempre hay esa formas de pensar en la Sierra y la Costa”, comenta Pastuizaca.
Científica Nela Pastuizaca, profesora e investigadora
“Ser mujer, a veces, nos limita porque recibimos comentarios como ‘las matemáticas no son para ti’, o ‘esa carrera no es para niñas y cosas por el estilo”, cuenta.
Para las dos científicas, estos micromachismos están ahí a diario y seguirán, si no se pone un alto; y para ello hay que empezar a nombrar las cosas como son.
“A nosotras siempre nos tratan con diminutivos. Por ejemplo, no somos doctoras en ciencia, somos ‘doctoritas’ y eso siempre sucede cuando estamos hablando. De hecho, podemos tener muchas certificaciones, acreditaciones o el tipo de título que tengamos; incluso hay casos en que las que hemos obtenido certificaciones mucho más válidas en el mundo académico que un hombre, pero él es el doctor y yo soy la doctorita. Eso cuando nos dicen doctorita, si no es mija o mi reina”, asegura la científica Claudia Segovia.
A pesar de los avances, aún existen barreras que limitan la participación de las mujeres en la ciencia. Los obstáculos en Ecuador son muchos y van desde los estereotipos de género, la falta de acceso a recursos y las brechas salariales.
“Por ejemplo, en el área de física, de matemática, astronomía, la ciencia en sí, es un ambiente sumamente masculinizado y dentro de eso usualmente nuestra imagen de ciencia y de científico está asociado a un hombre blanco mayor. Entonces, si tú no cumples esos estereotipos, usualmente te cuesta más entrar, te cuesta más demostrar”, comenta Pastuizaca.
“Las científicas tenemos que combinar los otros roles que tenemos. Muchas de nosotras tenemos papás que dependen de nosotros, tenemos hermanos que dependen de nosotros y ese es un papel que lo asume usualmente una mujer, además el de madre y de esposa”, cuenta.
Inspirar a futuras generaciones
Aunque los desafíos están ahí, las mujeres en la ciencia tienen que seguir saliendo a la luz y la única manera de hacerlo es que más niñas se interesen en estos temas, los espacios deben ser más amplios.
Según Claudia Segovia, se deben crear distintos eventos, como talleres de ciencia para niñas, además, de conferencias en las que se conozca el trabajo de las mujeres científicas y, sobre todo, campañas de sensibilización para así dar a conocer el amplio mundo de la ciencia.
Para Pastuizaca, la educación es la base primordial, para que las niñas empiecen a interesarse en la ciencia y tener una red de apoyo. Y, sobre todo, es importante para el área rural, en donde todas las falencias son más.
Los docentes también pueden motivar a las niñas, para que se abran a las carreras de ciencias, que ahora se necesitan. Además, recuerda la importancia de continuar trabajando por una ciencia inclusiva y equitativa. Por lo que es importante, que tanto el sector público como el privado se unan para apoyar a las mujeres científicas y eliminar las barreras que limitan su participación.
Y aunque falta aún mucho camino por recorrer, las acciones salen a la luz. Esta semana, por ejemplo, fue el lanzamiento de ‘Genia’, la escuela de liderazgo para mujeres en ciencia. Este es un proyecto que está diseñado para empoderar a mujeres científicas en Ecuador, financiado por la convocatoria Innova Mujer de la GIZ-Agencia Alemana de Cooperación y ejecutado en colaboración con la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci) y la Red Ecuatoriana de Cooperación Internacional (Recid), que busca promover la interacción entre investigadoras sénior y júnior, fortaleciendo sus carreras en el campo de las ciencias.
La Escuela tiene como propósito, crear un ecosistema de innovación, a través de un programa de formación virtual, que proporcione a las participantes herramientas en liderazgo, comunicación, gestión de proyectos y estrategias de incidencia, permitiéndoles generar un impacto en sus distintas áreas.
La convocatoria estará abierta desde el 11 hasta el 23 de febrero y se seleccionará a 30 participantes, que recibirán una beca del 100% para acceder al programa.
Para postular se debe cumplir con ciertos requisitos como: ser mujer investigadora y estar vinculada a una institución en Ecuador, completar el formulario de aplicación y adjuntar su propuesta de proyecto.
