La noticia es un género periodístico que implica un trabajo técnico y profesional de investigación, verificación y contraste. Por ende, no se debe hablar de ‘noticias falsas’ o ‘fake news’. Ciertos sectores han acuñado estos términos para desacreditar a la prensa.
¿Ha escuchado los términos fake news o noticia falsa? Estas palabras se han popularizado bastante, sobre todo para los contenidos que circulan en internet. Pero, ¿es adecuado denominar así a los contenidos que circulan en redes sociales y que son falsos? ¡NO!
Es importante no utilizar el término ‘noticias falsas’ cuando nos referimos a las mentiras fabricadas que circulan en internet, a manera de mensaje de texto, video, fotografía, audios o capturas de pantalla. Eso se llama desinformación.
Para entender por qué no debemos llamarla ‘noticias falsas’, es necesario entender qué es una noticia: se trata de un género periodístico, que implica un proceso profesional de investigación, verificación y contraste. Colocar el adjetivo ‘falsa’ al sustantivo ‘noticia’ atenta contra el trabajo periodístico y puede generar en los usuarios la confusión y la falsa idea de que los medios o los periodistas son actores de la desinformación; o que cuando se habla de desinformación se puede regresar a ver hacia ellos.
Tania Orbe, periodista y docente de Periodismo de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), menciona: “Esto es erróneo porque ‘fake news’ significa ‘noticias falsas’ y una noticia, en su naturaleza, no es falsa”.
Entonces, este término de ‘fake news’ “no es correcto, la academia no lo usa”. Orbe explica que el origen del término ‘noticia falsa’ proviene directamente del polémico expresidente de Estados Unidos Donald Trump, durante su campaña presidencial en 2016 y, fue Trump, el primero en acuñar ese término de manera pública y popularizar el término, para desacreditar a los periodistas y medios por hacer su trabajo.
“Fake news, fake news, fake news”, se escuchaba decir al expresidente Trump cuando no le gustaba alguna publicación de un medio. Por ello, utilizaba ese término para desacreditar el trabajo de la prensa. En Ecuador, ha sucedido lo mismo. Por ejemplo, en el 2019 y en el 2022, durante las protestas sociales que se registraron, los manifestantes seleccionaron qué medios podían entrar a una cobertura o no, dependiendo de su propia valoración sobre un medio.
Y el uso que han hecho los gobiernos del término ‘noticias falsas’ o ‘fake news’ ha permitido a políticos, partidos y demás actores sociales descalificar a periodistas o medios, dependiendo de si lo que publican les gusta o no, lo cual viola la libertad de prensa y expresión, y pone en riesgo el derecho de la ciudadanía a estar informada y realizar su propio análisis.
“La desinformación constituye una de las mayores preocupaciones de los países democráticos. Detrás de este fenómeno se articula, en numerosas ocasiones, estrategias para manipular la opinión pública y erosionar la estabilidad de los Estados y de sus instituciones”, explica el Gobierno de España. Pues, los bulos y la desinformación representan una amenaza global para la libertad y para la democracia. Sin embargo, este fenómeno también puede incrementar los niveles de polarización de una sociedad.
Producto de esta, pueden aumentar los niveles de violencia. Por ejemplo, en Ecuador, durante el paro de octubre del 2019, se registraron 138 periodistas y trabajadores de la comunicación agredidos, mientras que, en el paro de junio del 2022, que duró los 18 días, Fundamedios registró que, 114 periodistas, 80 medios de comunicación; 40 reporteros gráficos y camarógrafos fueron agredidos.
En este período que vive Ecuador y con las puertas a estas elecciones exprés, los precandidatos han colocado la palabra falso en varias publicaciones de prensa. E incluso el colectivo Yasunidos calificó como “fake news” a una nota periodística sobre la consulta popular, debido a que se usaron cifras que ellos contradicen.
Por ello, hacemos un llamado a políticos, periodistas, usuarios digitales, para no usar el término ‘fake news’ o ‘noticias falsas’, porque puede afectar seriamente el trabajo de la prensa y de los periodistas.
Entonces, ¿cuándo debemos hablar de desinformación?
La Unesco explica que la desinformación tiene una intención nociva con repercusiones sin precedentes porque, a través de internet, se convierte en viral y traspasa fronteras.
Por esta razón, cuando observamos contenido falso que circula en redes sociales en formato de cadena de texto, videos, fotografías, audios o capturas de pantalla, lo correcto es referirse a ese tipo de contenido como desinformación.
Según Verificat, la desinformación tiene que ver con la difusión de información falsa con la intención deliberada de engañar y manipular. Además, es una práctica histórica. Sin embargo, instituciones internacionales como la Comisión Europea o la Unesco hacen un llamado para referirse al tema como desórdenes informativos o desinformación, pues argumentan que, decir ‘noticias falsas’ promueve el desprestigio a la prensa.
“La desinformación es el contenido falso diseñado para causar daño y está motivada por tres factores como: ganar dinero, tener influencia política o causar problemas a otros”, detalla la plataforma.
Para evitar caer en esta práctica, Arturo Torres, periodista de Código Vidrio, explica que es necesario un programa de alfabetización digital de quienes consumen información en redes sociales, para que puedan estar al tanto de que “buena parte, como entre el 50 y el 60% de lo que circula en redes sociales, tiene muchos elementos de desinformación”.
Además, el periodista hizo un llamado a que los ciudadanos deben dudar de todo el contenido como herramienta fundamental para luego proceder a verificar el contenido o la información que circula.
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