Hace dos años, la Asamblea declaró el 23 de junio como el Día Nacional de los Páramos. Pero esta ‘nomenclatura’ no ha cambiado la realidad de estos ecosistemas, vitales para el medio ambiente y la provisión de agua. ¿El gran desafío? ¡A recuperarlos!
Como una colosal esponja que absorbe y retiene las diminutas y cristalinas gotas de rocío, el páramo se convierte en un manantial donde el aire, al enfriarse, se transforma en agua.
Visto desde lejos o sólo en fotos, para muchos puede parecer un territorio inhóspito; sin embargo, en realidad, los páramos son un símbolo de vida y vitalidad. Sus beneficios quedaron evidenciados a través de testimonios en primera persona recopilados por la revista Mongabay Latam.
Se trata de las historias de vida de integrantes de la comunidad indígena kichwa de Chilco, en los páramos de Ibarra, que lograron enfrentar exitosamente una sequía de cinco meses que ponía en peligro no sólo sus medios de subsistencia en la montaña, sino también sus propias vidas.
Esa sequía se produjo precisamente debido a la sustitución de más de 90 hectáreas de pajonales, plantas y árboles nativos del páramo, incluso mediante su quema, por el cultivo de papa y el pastoreo.
Era un panorama tan devastador que, al solo mirarlo, un experto en recuperación de páramos quedó impactado y declaró que personas y animales iban a morir. Al principio, la gente tomó esta frase con la gravedad de una sentencia inapelable, pero luego reaccionó con solidaridad encarnada en la minga, es decir, el trabajo comunitario.
Así, lograron recuperar su páramo y con él, su función de esponja gigantesca o humedales, sus cristalinas fuentes de agua que alimentan a sus viveros y animales, convirtiéndose en sus nuevos medios de vida.
Esta historia comunitaria pone de manifiesto la importancia de cuidar los páramos. No se trata sólo de una visión romántica o políticamente correcta, sino de una cuestión vital tanto para quienes habitan en estas zonas como para la población en general.
Frente a esta relevancia, que ha llegado a ser tan crucial que no faltan voces que advierten que en el futuro las guerras mundiales podrían ser por el agua, Ecuador tomó una decisión legislativa.
En el 2021, los antecesores de la recientemente cesada Asamblea Nacional, declaró de manera oficial el día 23 de junio de cada año como el Día Nacional de los Páramos.
Consultada por Ecuador Chequea, Elizabeth Bravo, representante de Acción Ecológica, una de las principales organizaciones ambientalistas en Ecuador, destacó la importancia simbólica de dicha declaratoria para generar conciencia sobre la protección de estos ecosistemas como los principales proveedores de agua para la Sierra y la Amazonía. Sin embargo, señaló que, lamentablemente, no se han observado cambios significativos frente a las continuas amenazas que enfrentan los páramos.
“No se han percibido avances significativos hasta el momento, a pesar de la declaración de algunas reservas de protección hídrica. Sin embargo, es importante destacar que los páramos continúan enfrentando amenazas constantes. Es de esperar que el aumento en la conciencia ambiental de la sociedad sea suficiente para garantizar la protección de estos ecosistemas valiosos”, expresó.
¿Cuál es la situación actual?
Una investigación independiente realizada por 45 académicos, editada por USFQ Press y presentada hoy al Ministro del Ambiente, advierte sobre la delicada situación en la que se encuentran los páramos. El documento indica que, a pesar de que su importancia socioeconómica y ambiental ha sido reconocida oficialmente, estos ecosistemas se ven seriamente amenazados por actividades antrópicas, como la agricultura y la minería.
El estudio señala que la alteración de los páramos y los ecosistemas asociados, como los humedales altoandinos, es resultado de estas actividades, especialmente del método a cielo abierto. Esto implica la remoción total de la cobertura vegetal, la apertura de caminos, la excavación, el movimiento de tierras, el uso de maquinaria pesada, el desvío de los cursos naturales de agua, la compactación del terreno y la instalación de infraestructura, entre otras acciones.
Según la investigación, no se cuenta con un dato preciso sobre la superficie total de páramo en Ecuador ni en Colombia. Los resultados varían en función de la metodología utilizada para el mapeo y la definición exacta del ecosistema.
El estudio establece que la estadística del Ministerio del Ambiente correspondiente al año 2023 es de 1,52 millones de hectáreas, mientras que en el 2014 se registraron 1,48 millones y en 2003 alrededor de 1,29 millones de hectáreas.
Estas cifras, en todo caso, plantean interrogantes acerca del supuesto aumento de la superficie de los páramos, ya que podrían estar relacionadas con una nueva interpretación de imágenes satelitales y la toma de decisiones sobre qué áreas deben considerarse como páramo y cuáles no.
El desafío de la recuperación
Nicolás Borja, ingeniero agrónomo que por su trabajo en entidades públicas y privadas conoce bien los páramos del país, dijo a Ecuador Chequea que sí existen numerosas fundaciones y organizaciones sin fines de lucro que en la actualidad enfrentan un desafío cada vez mayor para frenar la expansión del pastoreo y la siembra de papas en estos valiosos ecosistemas.
Borja destacó que este trabajo es arduo, pero también gratificante cuando logran involucrar a comunidades de Chimborazo e Imbabura, por ejemplo, en iniciativas para proteger y restaurar sus páramos. Estos proyectos permiten a las comunidades obtener una licencia del Ministerio del Ambiente como recolectores de mortiño orgánico. Para ello, es necesario capacitarse en la protección y cuidado de los páramos, de modo que los mortiños puedan crecer de manera natural, sin intervención humana, enfatizó.
¿Y el cambio climático?
Dicho estudio, considerado el más completo y actual en términos científicos llevado a cabo en el país, también revela evidencias de que el cambio climático está alterando las condiciones ambientales fundamentales para la estructura y el funcionamiento de los páramos. Sin embargo, existe una falta de información suficiente sobre este tema.
Lo que sí tienen claro estos científicos es la contribución de los páramos en la lucha contra el cambio climático. Los pajonales, que son habitantes de los páramos, desempeñan un papel fundamental en la captura de carbono en el suelo. Esto ayuda a regular el agua, mantener los suelos estables y reducir el impacto del cambio climático.
“Los páramos son la principal fuente de agua de Ecuador”, se destaca en mensajes promocionados en redes sociales por el Ministerio del Ambiente en el marco de la presentación de una investigación científica sobre la materia que se organizó, precisamente, por el Día de los Páramos.
En el caso de Quito, los páramos que rodean a la ciudad desempeñan un papel fundamental en el suministro de agua. De hecho, al menos el 85% del agua que llega a la ciudad proviene de estos ecosistemas, según datos del Municipio.
Como vimos líneas arriba, en el caso de la comunidad de Chilco, los páramos son vitales para regular el flujo de agua, ya que tanto sus suelos como su vegetación actúan como almacenamiento natural del líquido vital. Después, de manera gradual, liberan el agua hacia los pequeños arroyos, riachuelos, ríos y lagunas.
El recurso hídrico, por ejemplo, viaja desde diferentes páramos, como el Pichincha-Atacazo, cerro Puntas, Antisana y Cotopaxi, así como Papallacta-Oyacachi. En conjunto, estos páramos proveen aproximadamente 8,000 litros de agua por segundo, asegurando el abastecimiento de agua para los habitantes de la capital.
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