El Presidente se posesionó hoy frente a la Asamblea Nacional. Esta ceremonia dejó mucho a la vista: un mandatario de pocas palabras y poco efusivo, además de una relación distante con su vicepresidenta, Verónica Abad. Todo lo que no viste por televisión.
POR: Paola Simbaña Ramos y Hugo Constante
Las comparsas, las trompetas y los tambores se escucharon. Los granaderos de Tarqui hacían corte, mientras por la alfombra roja caminaba con rostro sereno, el presidente Daniel Noboa junto a su esposa Lavinia Valbonesi, quien sonreía. Sus dos hijos también acompañaron al primer mandatario en la ceremonia de posesión. la niña entraba de la mano de su padre, mientras el niño lo hacía de la mano de la primera dama.
Antes de cruzar la puerta de entrada a la Asamblea Nacional, Henry Kronfle, presidente del Legislativo; Viviana Veloz, primera vicepresidenta; y Eckenner Recalde, segundo vicepresidente, recibieron a Noboa. “Señor presidente electo, bienvenido a esta, su casa, la Asamblea Nacional”, fue el saludo que le dio Kronfle al mandatario. Con un apretón de manos y un abrazo a Valbonesi, posaron ante las cámaras las tres autoridades de la Asamblea con Noboa y su familia. “Papá, papá”, se escuchó decir al pequeño mientras posaban para la imagen, para luego dirigirse al salón del Pleno.
“Ingresa Daniel Noboa Azín, presidente constitucional electo”, se escuchaba y, enseguida, comenzaron los aplausos de recibimiento para el mandatario. Noboa, junto con Kronfle, se dirigieron hacia el centro del salón Nela Martínez. El Presidente saludó breve y fríamente a su vicepresidenta, Verónica Abad.
Un momento incómodo
Abad fue recibida con fríos aplausos, más por protocolo. Igual de rutinario fue el saludo que sostuvo con el vicepresidente saliente, Alfredo Borrero.
Aunque, el momento más incómodo para la Vicepresidenta fue su encuentro con Daniel Noboa. Durante 16 minutos tuvieron que esperar a Guillermo Lasso para que inicie la ceremonia. En esos minutos se encontraban sentados uno junto al otro, pero distantes. Noboa no cruzó palabra con Abad, ni siquiera le miró de reojo. Una actitud que duró a lo largo de la ceremonia y que dejó una imagen muy particular en el ámbito político: al finalizar la ceremonia, Daniel Noboa y Henry Kronfle se tomaron de la mano y levantaron los brazos en señal de triunfo, gesto que no lo tuvo con Verónica Abad.
La ceremonia
El acuerdo de gobernabilidad del que se ha hablado en la Asamblea y que permitió la elección autoridades se reflejó en esta ceremonia de posesión. En primera fila estuvieron los asambleístas de ADN, que desde hoy es el ala oficialista; luego, los socialcristianos y, tras ellos, la mayor parte de la bancada del correísmo. De esta agrupación, Virgilio Hernández, en su calidad de parlamentario andino, y Marcela Aguiñaga, prefecta de Guayas, que en días recientes ha marcado distancias con sus coidearios.
Desde las 08:55 pudieron ingresar los invitados y desde las 10:00 empezaron a entrar las distintas autoridades. Ya en el salón, pese a contar con protocolo, los invitados tardaron varios minutos para encontrar su asiento.
A la ceremonia también asistieron exasambleístas, como Luis Almeida, quien en la Asamblea disuelta se quejó de que los 3.300 dólares líquidos que ganaba no le alcanzaban ni una semana; Wilma Andrade, de la Izquierda Democrática; Lourdes Tibán, ahora prefecta de Cotopaxi; o Cristina Reyes, actual parlamentaria andina; Sylka Sánchez, exdiputada y mano derecha de Álvaro Noboa, entre otros.
Este encuentro reunió a empresarios, diplomáticos y autoridades de control.
Tras entonar el Himno Nacional, Kronfle dio su discurso para dar paso a la toma del juramento a Daniel Noboa. «El valor de la palabra se debe recuperar. Repito: el valor de la palabra se debe recuperar», enfatizó. Esto, en clara alusión a Lasso, que en el 2021 rompió el acuerdo que se había logrado entre socialcristianos, correístas y CREO —que era el oficialismo—, para designarlo como Presidente de la Asamblea. El acuerdo se frustró el día de instalación de la Asamblea y, tras varias negociaciones, en las que CREO dio sus votos para designar en ese cargo a Guadalupe Llori, del movimiento Pachakutik.
“Señor presidente electo de la república de Ecuador, lo invito a que juntos trabajemos para lograrlo. Lidere usted a Ecuador hacia un futuro de paz, seguridad, progreso y libertad, y hacia un futuro de crecimiento económico en que el Estado regule, y en donde las empresas y los ciudadanos sean el motor del desarrollo sostenido y sostenible (…)”, decía Kronfle a Noboa.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue el último en ingresar al cambio de mando presidencial; entró brevemente y con pasos apurados, caminando por la alfombra roja. Tras su llegada al salón del Pleno, mientras el presidente del Legislativo continuaba con su discurso, ingresó, por lo que Kronfle, queriendo saludarlo, cometió un error: “Le doy la bienvenida, presidente de la República del Ecuador, Gustavo Petro” y enseguida estrecharon sus manos; sin embargo, no corrigió el error.
Tras el discurso del presidente del Legislativo, se tomó juramento al presidente entrante. “Señor Daniel Noboa Azín, jura usted por su honor ante Dios y la Patria que cumplirá fielmente las funciones otorgadas por la Constitución de la República y la Ley, en el desempeño del mandato conferido por el pueblo ecuatoriano como Presidente Constitucional”, a lo que Noboa exclamó: “Sí, juro”, con la mano derecha levantada. Y Kronfle lo posesionó como primer mandatario, mientras le colocaban la banda presidencial.
Entonces, el presidente Noboa dio su discurso, que duró 7 minutos, y dijo que el resultado de estas elecciones anticipadas lleva a reflexiones importantes: “Que aquellos que ven la política como una realidad de extremos y revanchas no tendrán el respaldo popular”. Destacó su juventud y los retos que tiene el país.
“Pero, más allá de los malos momentos, sólo les pido que recuerden que estos sacrificios son pocos, comparados con los sacrificios que tiene que hacer la mayoría de los ecuatorianos, en un país con violencia, miseria y marginación; y que ese sacrificio sea el mayor ejemplo de sus vidas. (…) El éxito no es haber llegado aquí, sino que en el día que nos toque marchar, tener el respeto y el cariño de los ecuatorianos, y ese éxito sólo va a ocurrir si nos unimos. La tarea es dura y difícil, y los días son pocos, manos a la obra y a trabajar. ¡Viva el Ecuador!”, finalizó Noboa.
En total, la ceremonia tuvo una duración de una hora y 10 minutos. Entre la entrada del estandarte y la salida de Verónica Abad del palacio Legislativo.
La salida
Guillermo Lasso fue el primero en salir, luego de que le colocaron la banda presidencial a Noboa. Lasso salía apoyado en un escolta, con una clara incomodidad para caminar, con una aparente sonrisa en el rostro, aunque durante un pequeño tramo a su salida estuvo mirando al piso y cabizbajo. Alfredo Borrero fue más efusivo, una sonrisa más natural y un gesto de despedida con su mano fue su manera de decirle adiós a la Vicepresidencia.
Al terminar la ceremonia, Noboa salió acompañado de Kronfle y su esposa, Lavinia Valbonesi, mientras el alto mando militar y policial saludaban al flamante Presidente. El primer mandatario Salió de la Asamblea para dirigirse hacia su nuevo hogar durante un año y medio: el Palacio de Carondelet.
Tras varios minutos de espera, Noboa llegó al Palacio de la mano de Valbonesi y de su hijo menor. Para este arribo, se mantuvo el mismo operativo de seguridad en torno a la Plaza de la Independencia, que incluyó una barrera con vallas metálicas que cercaba el frente y los costados, así como la presencia de una gran cantidad de policías y militares.
Antes de poner un pie en el Palacio, Noboa se acercó al balcón para saludar brevemente a sus simpatizantes, alzando varias veces su mano. Los actos protocolarios y formales de la posesión de Noboa continuaron con un almuerzo que ofreció a invitados especiales, nacionales y extranjeros. El primero en llegar y ser recibidos con honores de los Granaderos de Tarqui fue el Presidente de Colombia.
A Noboa le esperaba asumir en su despacho los principales temas del país. La primera medida anunciada es la firma de los primeros decretos ejecutivos para nombrar a los ministros del nuevo gabinete presidencial.
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