Con los hospitales convertidos en un espacio de riesgo biológico y las restricciones de movilidad impuestas por la emergencia sanitaria declarada en Ecuador el 12 de marzo por la COVID-19, el nacimiento de ecuatorianos se ve matizado con protocolos nuevos de atención.
Daniela Sangurima, de 23 años, empezó la cuarentena en la semana 30 de su segundo embarazo. Asistía a los controles ginecológicos los martes, cuando su vehículo tenía permiso de circulación. Entraba al consultorio sola y con mascarilla. Planificó dar a luz en una clínica de Guayaquil, pero tuvo que hacerlo en la puerta de su casa en Samborondón (a 18,5 km) en el auto estacionado de su esposo, Allen Panchana. Fue él quien recibió a Constanza en una sábana blanca y, aún unida a su bebé mediante el cordón, viajaron hasta el centro de salud. “La doctora trató de guiarme, pero preferí llevarlas a la clínica convenida, pasándome todos los semáforos y controles, a las 04:30 de la mañana”.
Al llegar, mamá y papá se enfrentaron a una sala de cuneros vacíos. En los primeros días de la cuarentena, hospitales y clínicas tuvieron que restringir la atención hasta controlar el manejo de pacientes contagiados.
Ahora, la primera medida es hacer la prueba de COVID-19 en la semana 37 de gestación. Durante el parto, se exige el uso de mascarilla y -en caso de cesárea- no se permite la presencia del padre en el quirófano, explica la doctora Dennys Rendón.
Además, se recomienda limitar las visitas prenatales para evitar contagios en el traslado. “El riesgo de contagio que tiene una embarazada es el mismo de una mujer que no lo está. Hay que evitar las aglomeraciones porque las embarazadas tienen su capacidad pulmonar disminuida, aunque se han hecho estudios que demuestran que no hay transmisión vertical de COVID-19”, refiere Rendón.
En caso de que la mujer tuviera un diagnóstico positivo de coronavirus, el parto vaginal sería más seguro, porque el electrobisturí también es un factor de riesgo. Si hubiera que practicar una cesárea, se puede aplicar la anestesia; pero, se debe evitar aplicar el óxido nítrico (anestésico para dormir a la mujer) porque -al ser inhalado- podría complicar el cuadro.
Entonces, ¿parir en casa se vuelve la mejor opción?
Rendón considera que dar a luz en la casa es un riesgo cuando no se está preparado para una emergencia obstétrica. Y la principal, la más frecuente y la más mortal, dice, es el desangramiento, si la placenta se queda atascada. Por ello, recomienda un plan que contemple contingencias y rutas a establecimientos de salud, guiado por profesionales calificados.
“Desafortunadamente, aquí no estábamos preparados no solo para atender a los pacientes con COVID 19 sino para seguir atendiendo al resto de pacientes que no tenían esta infección, y no había dónde atender partos”, recuerda. El Hospital Alfredo Paulson de Guayaquil, enteramente obstétrico, adoptó restricciones desde el 17 de marzo, permitiendo la entrada únicamente de las pacientes y los médicos de planta e implementando un área de aislamiento. Ahora, las clínicas Kennedy ya no tienen pacientes COVID y es seguro ir allá. El Omni Hospital aún tiene pacientes de COVID, pero en áreas separadas.
Paulina Vallejo, doula (mujer que ya ha sido madre y que acompaña en el alumbramiento) y creadora de Continuum.Ec (centro de atención prenatal), comenta que las restricciones por el nuevo coronavirus atentan el derecho de muchas mujeres a estar acompañadas durante el alumbramiento. “Afortunadamente, he asistido a más de un parto en casa en esta época de pandemia”. El 10 de mayo, por ejemplo, asistió a una mujer que dio a luz a su cuarto bebé, acompañada por su esposo, hijos y una obstetra, después de seis horas de labor activa.
En los partos con pertinencia intercultural que se aplican en Ecuador, ellas pueden estar acompañadas por sus familiares, pueden deambular y no necesariamente deben permanecer acostadas. El Hospital Básico de Cayambe Raúl Maldonado Mejía, que se caracteriza por la atención materna, cuenta con una sala de parto en libre posición que fue creada para el alumbramiento de acuerdo a las costumbres y rituales de cada cultura. Matilde Farinango, enfermera y apoyó en la implementación del parto con pertinencia intercultural, explica que “es diferente al parto ginecológico, en el que la mujer debe ingresar sola y no puede elegir la posición”.
En el contexto de la COVID 19 existe un nuevo protocolo creado para la atención durante el embarazo, el parto, puerperio, periodo de lactancia; anticoncepción y recién nacidos en caso de sospecha o confirmación del virus. De acuerdo a la normativa del Ministerio de Salud Pública (MSP), no ha cambiado nada en relación al parto con pertinencia intercultural, continúa el acompañamiento, el pinzamiento del cordón umbilical, las bebidas aromáticas, la entrega de la placenta, pero con medidas de bioseguridad y equipos de protección. “En caso de que sea una mujer con sospecha o confirmación de COVID-19 se le busca un espacio físico diferente en el cual pueda ser atendida”, dice Farinango.
En los cantones de Cayambe y Pedro Moncayo (Pichincha), el 97 % de las mujeres de la zonas rurales acude al hospital para la atención. Alicia Chicaiza, especialista de Provisión y Calidad de los Servicios de la Salud, señala que “tenemos estándares que debemos cumplir en la atención del parto, estamos permitiendo el acompañamiento familiar a todas la mujeres, incluso para los partos por cesárea. Se está trabajando con las Unidades Operativas de Salud (UOS) informando a la comunidad que, a pesar de la pandemia, permitimos el acompañamiento familiar. El acompañante tiene que venir en buenas condiciones, no tener síntomas respiratorios y acudir con mascarilla”.
El Hospital de Cayambe tiene 28 camas, 8 designadas para partos que -mensualmente- ascienden a 90. Sin embargo, en los últimos tres meses hay un incremento:
| Mes |
Normal |
Cesárea |
| Febrero |
87 |
20 |
| Marzo |
83 |
16 |
| Abril |
111 |
29 |
Una vez que se decretó el estado de excepción, la asistencia de las mujeres a los talleres de psicoprofilaxis para la preparación bajó de 300 en enero a 139 en marzo. Para llegar a las mujeres embarazadas con las medidas de cuidado y preparación para el parto, han tenido que incrementar el tiempo de atención de 30 a 45 minutos en los controles prenatales.
Incremento de nacimientos en casa
Durante marzo y abril, el ECU 911 reportó un incremento de 167% en las llamadas al 911 sobre labor de parto, en comparación con el mismo período 2019. Estos avisos de emergencia se han recibido desde domicilios, vehículos o carreteras, informó un comunicado.
Actualmente, a diario, a escala nacional se reciben aproximadamente 110 llamadas reportando labor de parto. En marzo y abril de 2019 se registraron 2.530 llamadas y en este año hubo 6.754, que equivale a un incremento del 167%. Hay provincias como Guayas, Pichincha, Chimborazo, Azuay… donde estas cifras son más marcadas.
El Registro Civil expone, con base en las inscripciones de nacimiento, que entre el 20 de abril y el 7 de mayo de 2020, en plena cuarentena, en Ecuador nacieron 1508 bebés. En el mismo periodo, el Registro Civil inscribió 5.783 defunciones.
Aunque también podría haber un subregistro, pues los padres tienen hasta 90 días para hacer el trámite de la inscripción del nacimiento de un bebé. El Registro Civil suspendió la atención el 17 de marzo y la reactivó para inscribir nacimientos el 4 de mayo.
Los datos más actualizados del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (Inec) datan de 2018 y exponen que entonces nacieron 293.139 ecuatorianos. 61 % de los partos ocurrió en establecimientos del Ministerio de Salud Pública del Ecuador, 19 % en privados y 2 % en casa.
El 36 % de nacimientos atendidos en el sector público (213.401) fue por cesárea. Mientras que en los centros privados esa tasa alcanzó un 82 % (67.444).
La decisión de parto en casa o parto en hospital la deben tomar en conjunto el médico y la paciente, detalla la ginecóloga Rendón, y no necesariamente responde a si la madre tiene COVID-19.
Post Views: 4
Relacionado