Por José Saldaña
El proceso para la elección del próximo Secretario General de las Naciones Unidas no ha comenzado formalmente, pero ya se respira ambiente de competencia en Nueva York y en varias capitales. Los movimientos diplomáticos se aceleran y los nombres empiezan a circular con fuerza.
El medio especializado PassBlue, medio de referencia entre diplomáticos, funcionarios de organismos y expertos internacionales, publicó esta semana los resultados de una encuesta entre sus lectores sobre quién debería suceder a António Guterres cuando su mandato concluya el 31 de diciembre de 2026.
El ejercicio, informal pero seguido con atención por embajadores ante las Naciones Unidas y quienes circulan por los pasillos multilaterales, refleja una segunda fotografía de preferencias y percepciones dentro de los círculos internacionales. La primera encuesta fue publicada el 4 de abril de 2024. Al igual que entonces, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet encabeza las menciones con un 29 % de apoyo, seguida por la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, con un 13,7 %, desplazando al tercer lugar a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, con un 8,9 %, quien se encontraba en segundo lugar en las preferencias de los círculos diplomáticos en la edición anterior.
Candidaturas y tiempos políticos
Aunque la carta conjunta de convocatoria, que deberá ser firmada por la Presidencia de la Asamblea General y la Presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad, se prevé para finales de 2025, tres gobiernos latinoamericanos han anunciado candidaturas con perfiles de peso y posibilidades reales de competencia.
El 23 de septiembre de 2025, el presidente de Chile, Gabriel Boric Font, anunció la postulación de la ex presidenta Michelle Bachelet, a quien describió como “una figura capaz de tender puentes entre el Norte y el Sur”. El 8 de octubre de 2025, el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves Robles, presentó oficialmente la candidatura de Rebeca Grynspan, actual secretaria general de la UNCTAD, destacando su experiencia en las Naciones Unidas.
Ambos movimientos responden a cálculos estratégicos cuidadosamente medidos. En el caso de Chile, el calendario político está marcado por las elecciones presidenciales del 16 de noviembre de 2025; en Costa Rica, por las elecciones generales del 1 de febrero de 2026. Anticipar las nominaciones permite asegurar visibilidad política y apoyo diplomático antes de que las agendas nacionales se concentren en sus respectivas contiendas internas y escenarios políticos inciertos.
Antes, el 1 de julio pasado, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció en su conferencia matutina su respaldo a Alicia Bárcena Ibarra, secretaria de Medio Ambiente y ex ministra de Relaciones Exteriores, como candidata para la Secretaría General, y señaló que es “lo mejor que tiene México”. Sheinbaum destacó su amplia trayectoria internacional y su experiencia en el sistema de las Naciones Unidas, donde Bárcena ha ocupado cargos de alto nivel, entre ellos la Secretaría Ejecutiva de la CEPAL.
Lo que muestra la encuesta: una carrera que ya comenzó
El valor de este sondeo no reside en su capacidad predictiva, sino en el reflejo del ambiente político en la sede de las Naciones Unidas. PassBlue, un medio fundado por periodistas especializados en diplomacia multilateral, suele captar el pulso de las conversaciones informales que preceden a los anuncios oficiales.
La presencia simultánea de Bachelet, Espinosa y Mottley en los primeros lugares confirma un consenso creciente en torno a que ha llegado el momento de que una mujer lidere la ONU.
En los próximos meses, se espera que los países, tanto de forma individual como en grupos regionales, mantengan contactos discretos con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad —Estados Unidos, China, Rusia, Francia y el Reino Unido—, actores cuyo respaldo o veto será determinante en la contienda. Al final, todos deberán coincidir en un nombre, o al menos no oponerse a él.
El calendario apunta a que el proceso se desarrollará a lo largo del primer semestre de 2026, con audiencias públicas y entrevistas abiertas, tal como se instauró en la reforma de 2016. El nuevo Secretario General asumirá funciones el 1 de enero de 2027.
Para los Estados de América Latina y el Caribe, y para quienes conocen de asuntos políticos internacionales, está claro que el tablero empieza a configurarse. Falta aún la partida diplomática, un juego de alta política y proyección internacional, pero las piezas ya se están moviendo.
