¿Cómo contrastan los planes de gobierno y los discursos de los finalistas? En vísperas de las elecciones, expertos recomiendan leer entre líneas y hacerse tres preguntas: ¿cómo van a financiar sus planes?, ¿es viable lo que prometen?, ¿cuentan con una mayoría para hacerlos realidad? Ecuador Chequea realiza un análisis de lo que dicen los planes y los pronunciamientos de Daniel Noboa y Luisa González.
POR: Esteban Cárdenas
Palabras escritas o pronunciadas, vagan en el aire de una campaña de la que, en 10 días, saldrá el nombre de quien llegará a sentarse en el sillón de Carondelet. Pero, ¿qué cartas pone sobre la mesa cada uno de los candidatos, tanto en el papel como en su discurso político? Aquí te lo contamos.
El Plan del correísmo

En los papeles, el plan de gobierno de Luisa González se presenta en un documento de más de 90 páginas. Este, aunque repetido de la elección anterior casi en su 100%, presenta sus propuestas desde una fuerte impronta estatal, y una transición económica que busca dejar atrás la dependencia petrolera sin abandonar del todo el extractivismo. Todo, iniciando con una carta al pueblo ecuatoriano en la que expone los valores de la candidatura, expresados desde el correísmo. ¿Qué dice este documento en los temas más relevantes para el país?
Seguridad
La seguridad, por ejemplo, no se plantea como una guerra, como lo hace su rival, sino como un asunto de convivencia pacífica, institucionalidad fortalecida y justicia social. En el documento, González propone reestructurar todo el sistema institucional del área: restituir el Ministerio Coordinador de Seguridad y el de Justicia y Derechos Humanos, depurar las filas policiales y penitenciarias, recuperar el control del sistema de rehabilitación social y limitar el porte de armas exclusivamente al Estado. “La seguridad será humana, no militarizada”, se lee.
Además, plantea una agencia especial para enfrentar delitos cibernéticos, el uso de tecnología para prevenir el crimen y herramientas comunitarias como alarmas, botones de pánico y asambleas barriales. La atención a víctimas también ocupa un lugar importante, con propuestas de asistencia legal, emocional y médica. Finalmente, el plan sugiere una “reconstitucionalización” del país como solución estructural, sin detallar si se refiere a una Asamblea Constituyente.
Eje social
En lo social, la candidata promete salud como un derecho universal y gratuito, acceso pleno a medicamentos, un sistema robusto de atención médica, y programas especiales para adultos mayores, personas con discapacidad y niños.
Propone un plan nacional de vivienda, rehabilitación de hogares en condiciones precarias, arriendos sociales asequibles y regulación de precios. La alimentación atraviesa varias propuestas: desde la eliminación del IVA a la canasta básica para la primera infancia, hasta el fortalecimiento de los comedores escolares y las huertas comunitarias.
Incluso el deporte y la salud mental se integran en este enfoque social. González plantea que las adicciones deben ser tratadas como un problema de salud pública, no como un delito, y propone políticas que integren el deporte a la prevención de violencia, cohesión comunitaria y promoción del bienestar.
Economía
En el campo económico, su apuesta es más compleja. El documento propone la protección absoluta de la dolarización a través de una gestión ordenada de la liquidez y la reactivación de la economía desde el aparato estatal. El plan contempla un ingreso básico universal, formalización laboral sin contratos precarios, e incentivos tributarios para micro y pequeñas empresas.
González se distancia del modelo liberal: habla de justicia económica, no sólo de crecimiento, y plantea medidas redistributivas con fuerte presencia estatal. Una de las novedades es el énfasis en la economía popular y solidaria, que ocuparía un rol estructural. Se proponen ferias virtuales, cadenas de valor campesinas, créditos preferenciales, y una red de capacitación técnica para los actores de este sector.
También promete la creación de empleo joven mediante el modelo de formación dual, becas, primer empleo y créditos para emprendimientos. Se suman reformas estructurales al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), con mayor transparencia, restitución del aporte estatal y modernización del sistema.
Crisis eléctrica
En el plano energético, el plan abandona la narrativa de los megaproyectos petroleros y plantea una transición energética justa. La propuesta incluye incentivos para cocinas de inducción, uso de energías limpias, redes inteligentes y movilidad eléctrica. Se contemplan trenes eléctricos interprovinciales, puntos de carga para autos, y estímulos fiscales para empresas que inviertan en tecnologías verdes.
Pero el Estado no sólo se ve como impulsor, sino también regulador: se plantea controlar a los oligopolios energéticos y redefinir la estructura de precios para que las energías renovables no compitan en desventaja. La meta es clara: alcanzar la soberanía energética con control estatal sobre la generación hidroeléctrica y participación del sector privado sólo bajo estricta regulación.
Palabras que van y vienen
Por más de una hora, Luisa González habla de país, pobreza y promesas. Lo hace desde una tarima en Guayaquil, en una radio popular en Quito o en una entrevista formal para televisión nacional. Lo repite como un mantra: “Amor por la patria, amor por el pueblo, amor por el Ecuador”; o al menos así se vende al público a través de mítines e intervenciones públicas. En algunos puntos, sus intervenciones incluso difieren del plan de gobierno. Por esto, Ecuador Chequea analizó entrevistas, mítines y declaraciones públicas realizadas por la candidata en las últimas semanas para hacer un análisis sobre todo lo que se aborda desde su candidatura.
González, candidata presidencial por la Revolución Ciudadana, lleva meses en campaña repitiendo una consigna de unidad que, asegura, trasciende partidos y banderas. Pero más allá del tono conciliador de su discurso, sus declaraciones públicas y entrevistas revelan un entramado de propuestas que van más allá de lo que recoge su plan de gobierno oficial. Entre mítines, conversaciones radiales y ruedas de prensa, la candidata ha delineado un proyecto político que combina las bases del correísmo con matices nuevos. Pero, ¿cuáles son los temas que más topa y hasta dónde llegan sus propuestas, lejos del plan de gobierno?
Seguridad
Si algo ha marcado su narrativa en torno a la seguridad es el rechazo frontal al enfoque militarizado del actual gobierno. “No se trata de declarar la guerra, sino de construir la paz”, repite. Para ella, la respuesta al crimen organizado pasa por recuperar la justicia social y reactivar los servicios públicos, no por militarizar las calles o firmar acuerdos con empresas privadas de seguridad.
En su propuesta, la coordinación entre la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los sistemas de inteligencia, como el ECU 911, se complementa con la restitución del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, institución que se creó e implementó durante el correísmo. En entrevistas, ha mencionado además que es urgente fortalecer la UAFE (Unidad de Análisis Financiero y Económico) para detectar el lavado de activos, una medida que ha establecido como clave para golpear la estructura financiera del narcotráfico.
Fuera del plan oficial, ha prometido establecer una política binacional con Colombia para fortalecer la vigilancia fronteriza en el Putumayo y ha insistido en que, de ganar las elecciones, deportará a ciudadanos extranjeros que cometan delitos en Ecuador, aludiendo principalmente a venezolanos; incluso durante el debate, la candidata hizo referencia a la estrategia estadounidense en estos temas al asegurar que se tomarán medidas similares.
También la candidata se ha referido a la cooperación internacional en temas de seguridad: “No habrá base militar de Estados Unidos, pero sí cooperación en inteligencia y tecnología”, dijo en una entrevista realizada en la última semana.
Eje Social
En cada espacio mediático, Luisa González vuelve una y otra vez sobre los mismos rostros: adultos mayores, personas con discapacidad, niños, jóvenes y mujeres. Dice que han sido sistemáticamente excluidos y que su gobierno garantizará una inclusión real.
Promete restituir la devolución del IVA a adultos mayores, entregar el bono a personas con discapacidad y asegurar el cumplimiento de la ley que exige que al menos el 4% de los empleados públicos pertenezca a ese grupo poblacional. Dentro del plan Impulsa, ha identificado cinco grupos prioritarios: mujeres, especialmente cabeza de hogar, niños, jóvenes, personas con discapacidad y adultos mayores. Esta es una de las propuestas que ha destacado en sus intervenciones públicas.
Sus declaraciones también hablan de fortalecer el sistema de educación intercultural bilingüe y de garantizar el acceso gratuito a la salud y a la educación. A esto se suma el compromiso de otorgar becas, abrir el ingreso a la universidad pública y fomentar las carreras técnicas y tecnológicas.
Cabe destacar que fuera del documento programático, ha defendido públicamente la entrega del salvoconducto a Jorge Glas para que pueda acogerse al asilo político otorgado por México, así como ha reiterado que una Asamblea Constituyente no es prioridad en su eventual gobierno.
“Primero está sacar adelante a los 18 millones de ecuatorianos”, ha dicho.
Economía
Uno de los anuncios más comentados en su campaña ha sido la intención de reducir el IVA del 15% al 12%. Aunque esta propuesta no consta en su plan de gobierno, González ha argumentado que esta medida busca aliviar el costo de vida de las familias y que se compensaría con inversión pública eficiente, mayor recaudación tributaria y cobro de deudas al Servicio de Rentas Internas (SRI).
Insiste en que más de 1.500 millones de dólares podrían recuperarse de grandes deudores, entre ellos, ha mencionado directamente a la familia del presidente, Daniel Noboa; deuda que asciende a los $94 millones. “Si un ciudadano común no paga el SRI, lo sancionan. ¿Por qué no se cobra a los más poderosos?”, ha cuestionado.
Parte de su plan expuesto en declaraciones públicas plantea generar dos millones de empleos en cuatro años sin reformar el Código Laboral y descartando el contrato por horas. También propone créditos de hasta $500.000 para pequeñas y medianas empresas, con tasas de interés de un solo dígito, lo que complementa con una política de alianzas público-privadas para infraestructura y producción.
Además, ha hablado de la necesidad de ejecutar rondas petroleras para aumentar la producción nacional y recuperar soberanía energética. La inversión pública, según sus declaraciones, se concentrará en obra civil, salud, educación, seguridad e infraestructura vial, y se hará sin persecución ni bloqueos a empresarios. “La inversión pública y la privada no son excluyentes, son complementarias”, ha dicho.
Sector eléctrico
En estos temas, González ha prometido reactivar la Refinería del Pacífico, una obra fallida del correísmo, con inversión internacional, y avanzar en la construcción de proyectos hidroeléctricos como Cardenillo y Santiago, además de energía eólica y fotovoltaica.
La matriz energética, según declaraciones de González, debe diversificarse, blindarse de apagones y estar bajo control soberano. El objetivo es asegurar el abastecimiento, pero también crear empleo y confianza para atraer capital. Sin embargo, más allá de esto, no ha brindado mayor detalle sobre las propuestas concretas.
La ¿otra? cara del correísmo
La Revolución Ciudadana intenta posicionar la idea de un nuevo rostro, pero la vieja figura del movimiento sigue proyectando su sombra sobre ella. Luisa González ha intentado, en cada discurso, dejar claro que será ella quien gobernará si gana las elecciones. Pero la pregunta se repite con insistencia: ¿hasta qué punto su campaña es realmente suya y no un eco del liderazgo de Rafael Correa?
Los paralelismos son inevitables. González reivindica el legado del expresidente, sentenciado por corrupción y prófugo de la justicia, al que llama “un hombre inocente” y cuya gestión defiende.
El politólogo Daniel Vásquez cree que “González busca capitalizar el legado de Correa, pero también intenta desmarcarse de las controversias asociadas a su figura, presentándose como una opción renovada y moderada dentro del mismo movimiento”, explica. Es un equilibrio complejo: mantener viva la memoria de un gobierno popular, pero sin cargar con el peso de sus polémicas.
Las diferencias también se expresan en las propuestas. Mientras Correa inició su mandato impulsando una Asamblea Constituyente para refundar el país, González ha dicho que no es una prioridad en este momento. Mientras él centralizó el poder y polarizó el debate, ella promete abrir el diálogo con empresarios, movimientos sociales y actores políticos diversos. La suya es una campaña que, si bien mantiene el énfasis en los derechos sociales, introduce matices más pragmáticos: alianzas público-privadas, apertura a la inversión extranjera, e incluso una propuesta de reducción del IVA, medida poco convencional para el correísmo clásico.
Sin embargo, la herencia no se borra con facilidad. En los debates, en las entrevistas, en redes sociales, el nombre de Rafael Correa sigue apareciendo como un actor omnipresente. Ella responde con firmeza, a veces con fastidio, otras con ironía. “Aquí está Luisa González. Soy yo quien conduce mi partido, mi campaña, mi plan de gobierno”, ha dicho. Pero incluso en esa defensa hay un subtexto de continuidad. Porque al final, lo que ofrece no es un proyecto nuevo, sino una versión adaptada, femenina, sensible y un poco más moderada del correísmo. Así lo detalla Vásquez.
Daniel Noboa: el plan escrito
En el documento de su plan de gobierno, titulado ‘Plan de trabajo. Movimiento Acción Democrática Nacional’, Daniel Noboa busca consolidar los cimientos que asegura haber instalado en su corta administración, mientras perfila una agenda para el futuro inmediato. A diferencia de su retórica de campaña, el texto se articula con un lenguaje técnico y estratégico, dividido en ejes sectoriales y con énfasis en la eficiencia institucional, la estabilidad económica y la transición energética. ¿Qué dice el documento?
Seguridad
La política de seguridad se presenta como un eje de continuidad. El documento sostiene la necesidad de “construir infraestructura carcelaria adecuada y digna”, ampliando la capacidad del sistema penitenciario para reducir el hacinamiento. También se menciona el fortalecimiento de la Policía Nacional, con la incorporación de tecnología de punta y mejores condiciones laborales para los agentes. En línea con lo ejecutado durante su presidencia, se plantea la implementación de herramientas de vigilancia basadas en inteligencia artificial, monitoreo territorial y cooperación internacional en la lucha contra el crimen organizado.
El plan también reconoce el papel de los gobiernos locales y comunidades en la prevención del delito. Se aboga por una gobernanza multinivel de la seguridad, que permita detectar amenazas a tiempo y actuar con rapidez, sin descuidar los mecanismos judiciales de protección de derechos.
Eje social
En el apartado social, Noboa propone ampliar la cobertura de programas de atención integral para grupos vulnerables, incluyendo la entrega de créditos, vivienda digna, educación y salud. Promete fortalecer los servicios públicos, modernizar el sistema de protección social y optimizar la asignación de subsidios. En la línea de su gestión, el plan remarca que las políticas sociales deben tener un enfoque territorial, reconociendo que las necesidades en la Costa, Sierra y Amazonía son distintas.
También plantea una reforma educativa orientada al desarrollo de habilidades digitales y técnicas, con especial énfasis en jóvenes y mujeres. Se habla de una transformación del sistema de salud con mayor inversión en tecnología, prevención y descentralización de servicios.
Economía y empleo
La economía ocupa un lugar central. Noboa busca continuar con la estabilización fiscal y la reducción del déficit, pero sin sacrificar la inversión pública. Promete inyectar liquidez mediante obra pública, créditos productivos e incentivos para sectores estratégicos como la agroindustria, el turismo, la economía del conocimiento y la tecnología.
En el frente laboral, su plan propone una reforma para fomentar la formalización del empleo, fortalecer el emprendimiento juvenil y promover alianzas público-privadas. También promete mantener los programas de empleo temporal como ‘Jóvenes en acción’, pero busca evolucionarlos hacia empleos sostenibles mediante capacitación y conexión con el sector privado.
Sector eléctrico
El documento dedica un capítulo a la transición energética. Propone diversificar la matriz con inversiones en energía solar, eólica, geotérmica y nuclear, una línea coherente con sus declaraciones en medios. Se plantea una ‘Estrategia Nacional de Transición Energética’, que involucre al sector privado en la construcción de infraestructura renovable, y que incentive la eficiencia energética en hogares e industrias.
Además, se prevé la modernización del parque termoeléctrico, la creación de redes inteligentes de distribución eléctrica y la implementación de tecnologías para movilidad limpia, como el impulso al uso de vehículos eléctricos y sistemas ferroviarios de carga.
Noboa en palabras
A diferencia de su contrincante, Daniel Noboa no busca suavizar la campaña ni rehuir los términos duros. Su narrativa es bélica, de urgencia. Él mismo ha dicho que “Ecuador está en guerra” y que su gobierno lidera una “contraofensiva” ante una amenaza que ha crecido durante años: las bandas narcoterroristas, a las que describe como “organizaciones armadas con 14 o 15 mil hombres, que operan como ejércitos paralelos”.
Desde esa premisa, construye su discurso de campaña. Uno que no se aparta de la gestión que ya ejecuta, sino que se proyecta como una continuación. De hecho, lo ha dicho sin matices: “Este no es un nuevo gobierno. Es una segunda etapa. En 2024 corregimos, en 2025 vamos a crecer”.
Seguridad
El eje que más se repite en sus declaraciones es la seguridad. En entrevistas con medios nacionales e internacionales, como BBC, Televistazo, Hora 25 y en un Diálogo Electoral de la Universidad de Guayaquil, Noboa ha reforzado la narrativa de que Ecuador enfrenta una amenaza transnacional y necesita actuar con ayuda internacional. “Quiero que los GDO sean reconocidos como grupos terroristas. No son pandillas, son ejércitos”, dijo en la BBC.
La herramienta central para esta guerra es el controversial ‘Plan Fénix’, que según el propio presidente tiene varias fases. La primera fue de “choque y confrontación”, y dio como resultado la captura o neutralización del 70% de los objetivos de alto valor. La segunda, que está por comenzar, incluirá implementación tecnológica, inteligencia artificial y cooperación internacional. Ha firmado acuerdos con EE.UU., Canadá, Brasil, Argentina y la Unión Europea.
Además, ha expresado abiertamente su intención de permitir la presencia de fuerzas extranjeras en territorio ecuatoriano, aunque todavía necesitaría un cambio legal para hacerlo. “Sí, quiero que vengan fuerzas especiales, no mercenarios, sino soldados aliados que nos ayuden en esta guerra”, dijo a la BBC en marzo.
Otro de los pilares de su propuesta es reformar el sistema penal a través de una Asamblea Constituyente. “No puede ser que los criminales tengan más derechos que las personas que cumplen la Ley”, sostuvo en un conversatorio con universitarios en Quito. En otras entrevistas ha explicado que se trata de “corregir los errores de Montecristi”, con reformas como la prisión preventiva obligatoria para criminales violentos y el respaldo legal a policías y militares que actúen en cumplimiento del deber.
Como complemento, ha anunciado la construcción de dos nuevas cárceles: una en La Unión del Encuentro, que se prevé esté lista en el tercer trimestre de 2025, y otra en Anconcito, para 2026. Estas infraestructuras, según explicó en un Diálogo Electoral, buscan descongestionar la Penitenciaría del Litoral y aislar a los criminales más peligrosos.
Eje social
Aunque el foco de su discurso está en la seguridad, Noboa ha buscado mostrar su plan en temas sociales. En varias apariciones ha compartido escenas íntimas de su vida en el Palacio: las crisis nerviosas de su hijo menor, los juguetes en salones antiguos, los baños compartidos con sus hijos. Todo eso construye una imagen de cercanía que contrasta con su retórica bélica.
Siguiendo esta línea, en materia social, Noboa ha asegurado que ha impulsado bonos de arriendo para damnificados, planes de reconstrucción de viviendas, y ha afirmado que más de 560 millones de dólares se han inyectado en ayudas sociales durante 10 días en marzo. “No se trata sólo de limpiar las calles tras las lluvias, sino de devolverle un hogar a la gente”, dijo en TC Televisión.
También ha puesto énfasis en la salud pública. Ha denunciado redes de corrupción en el sistema de derivaciones médicas y ha iniciado la implementación de un sistema basado en inteligencia artificial, en alianza con Google, para optimizar citas médicas, identificar camas disponibles, y reducir los “hospitales fantasmas”. “Se acabó la mafia del call center”, dijo en una entrevista con un medio de comunicación local.
En temas de igualdad, ha planteado eliminar la brecha de género en el acceso a créditos, afirmando que las mujeres “son mejores pagadoras y administradoras” y que es injusto que deban pagar intereses más altos que los hombres.
También ha implementado apoyo a migrantes ecuatorianos retornados de EE.UU., incluyendo tres meses de salario básico, asistencia psicológica y apoyo en caso de amenazas de redes de trata o deuda con coyoteros.
Daniel Noboa ha querido marcar su diferencia con otros líderes mostrando su experiencia en el sector privado. Su discurso económico es técnico, con cifras, porcentajes y promesas de liquidez.
“Vamos a inyectar tres mil millones de dólares en 2025, en obra pública, créditos productivos, hipotecarios y apoyo directo”, dijo en TC. Asegura que su gestión ya muestra resultados: crecimiento de doble dígito en ventas, récord de exportaciones no petroleras, y dinamización del consumo interno.
Además, su plan económico apunta a fortalecer sectores estratégicos como el agrícola, el minero y el logístico. En El Oro, por ejemplo, anunció el fortalecimiento de vías para el transporte de productos mineros y agrícolas, y el relanzamiento de zonas como Puerto Bolívar, que según él fueron abandonadas por la inseguridad.
Sector eléctrico
La crisis energética de 2024 fue uno de los golpes más duros a su administración, y lo sabe. Por eso, Noboa ha insistido en mostrar logros concretos en ese campo: “Hemos recuperado 500 megas de generación termoeléctrica, reactivado Toachi-Pilatón, incorporado tres barcazas. Hoy incluso le estamos vendiendo energía a Colombia”, dijo en entrevista con TC Televisión.
Según sus declaraciones, no habrá apagones en todo 2025 ni en 2026. Este abastecimiento se complementa con una estrategia de diversificación energética:
- Licencias para 500 MW en energía solar y eólica.
- Proyectos en exploración para energía geotérmica en la Sierra.
- Promoción de alianzas público-privadas en generación de hasta 1.000 MW.
También ha mencionado que está evaluando reformas legales para permitir mayor inversión privada en el sector eléctrico, algo que requeriría cambios constitucionales.
Constituyente
Noboa ha expresado fervientemente su deseo por armar una nueva Constitución. Para el presidente-candidato la Constitución del 2008, redactada en Montecristi bajo el mandato de Rafael Correa, representa un obstáculo más que una garantía. Lo ha dicho con claridad en distintos espacios: el marco legal actual “protege más a los criminales que a las víctimas”. Por eso, una de las propuestas más controversiales y ambiciosas de su campaña presidencial es la convocatoria a una Asamblea Constituyente. No se trata solo de una reforma institucional, sino de una maniobra de poder que busca moldear el país desde la raíz.
“La actual Constitución tiene muchas fallas. Fue pensada para una realidad distinta. Hoy estamos en guerra, y no podemos combatir el crimen organizado con herramientas diseñadas para una sociedad en paz”, dijo Noboa en un conversatorio con estudiantes de la Universidad de Guayaquil, durante su jornada de campaña denominada ‘Diálogo electoral’.
En entrevistas y en medios, Noboa ha señalado que el núcleo de su proyecto constituyente es una reforma profunda al sistema penal y judicial. Plantea la prisión preventiva obligatoria para criminales violentos, la eliminación de medidas sustitutivas para delitos de terrorismo y narcotráfico, y un respaldo constitucional más amplio para policías y militares que actúan “en cumplimiento del deber”.
Según Noboa, uno de los principales frenos en la lucha contra el crimen organizado ha sido la “puerta giratoria” de la justicia. “Los jueces liberan a los delincuentes porque la ley los obliga. Vamos a cambiar eso. No puede ser que un criminal armado tenga más derechos que un ciudadano honesto”, dijo en una entrevista televisiva en Guayaquil.
Pero su visión va más allá de la seguridad. En su discurso, la constituyente es también una oportunidad para redefinir la relación del Estado con los ciudadanos y con el sector privado. Ha planteado que las reformas deben abrir el camino a mayor participación del capital privado en sectores estratégicos, como el energético, sin que eso implique perder soberanía. En otras palabras: una constitución que combine orden, inversión y control.
Pero el simbolismo también ha mostrado que le importa. Noboa ha mencionado su intención de instalar el proceso constituyente en Riobamba, la ciudad donde se firmó la primera Constitución ecuatoriana, en 1830. “Hay que volver a nuestras raíces republicanas”, dijo, en un gesto que busca diferenciarse del correísmo, cuyo texto constitucional se escribió en Montecristi.
Aunque no ha detallado un calendario ni el mecanismo para convocarla, la propuesta está lanzada. Para algunos, es una jugada para consolidar poder en caso de reelección; para otros, una forma de legitimar el nuevo orden que él quiere instaurar.
Cara a cara
En la recta final de la campaña presidencial, Luisa González y Daniel Noboa han presentado dos proyectos de país con diferencias marcadas en estilo, discurso y enfoque. Ambos han difundido planes de gobierno que definen sus prioridades, pero son sus intervenciones públicas las que permiten comprender qué temas realmente dominan su narrativa y qué otros quedan relegados o tratados de forma superficial. A primera vista, cada candidato parece tener una agenda propia, pero al contrastar ambos discursos, el formal y el mediático, las ausencias y contradicciones se vuelven evidentes.
Daniel Noboa ha hecho de la seguridad su eje central. En casi todas sus apariciones insiste en que el país está en guerra contra el narcoterrorismo y que esta situación exige respuestas excepcionales: cooperación militar internacional, inteligencia artificial, reforma judicial, y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Su plan de gobierno respalda esta visión con propuestas de infraestructura carcelaria, modernización tecnológica y reorganización institucional. Pero para el experto en seguridad Diego Pérez, tanto Noboa como González fallan en una dimensión clave: ninguno aborda la seguridad como una política pública de largo plazo. “La seguridad está tratada desde lo coyuntural. No hay una comprensión estructural del problema, ni en el discurso ni en los planes”, advierte. Pérez alerta, además, que las propuestas son dispersas y, en algunos casos, legalmente cuestionables, como el intento de Noboa de incorporar fuerzas privadas o extranjeras sin un marco constitucional claro.
Luisa González, en contraste, se refiere a la seguridad desde una perspectiva social y comunitaria. Habla de paz con justicia social, restitución de ministerios eliminados, fortalecimiento del sistema judicial, y prevención del delito desde la inclusión. Su plan de gobierno propone herramientas tecnológicas, estructuras territoriales y atención integral a víctimas, pero en campaña no ha convertido el tema en prioridad narrativa. Frente a la presencia constante de Noboa en este eje, su voz suena más difusa. Según Pérez, esto evidencia otro problema: una oferta de campaña que no logra desprenderse del momento electoral para convertirse en política pública estructurada. “Lo que están planteando es simple oferta por oferta. No hay una visión de país. No hay intención de buscar acuerdos mínimos entre bloques enfrentados”, señala.
En materia social, el panorama se invierte. González domina la narrativa: adultos mayores, salud gratuita, educación pública, economía popular, vivienda digna. Son los temas que repite en cada intervención y que desarrollan de forma extensa en su plan de trabajo. Noboa los menciona en función de programas específicos, como bonos de arriendo o becas, pero los presenta como logros de gestión más que como componentes de un modelo de protección social. En su plan de gobierno, estas áreas se abordan desde una mirada tecnocrática, con énfasis en eficiencia y territorialidad, pero sin el peso simbólico ni discursivo que sí les da su contrincante.
En la economía, ambos candidatos dan protagonismo al tema, aunque con visiones divergentes. Noboa habla de inversión, infraestructura, exportaciones, créditos, empleo joven. González propone redistribución, fortalecimiento del IESS, ingresos básicos, apoyo a la economía popular y solidaria. Ambos modelos están desarrollados en sus respectivos planes, y son frecuentemente citados en entrevistas. Pero, como advierte el politólogo Daniel Vásquez, las propuestas de campaña rara vez se cumplen con precisión. “En Ecuador, el plan de gobierno no es un contrato. La mayoría de candidatos promete cosas que luego no pueden ejecutar, sea por falta de mayoría legislativa o por falta de viabilidad técnica”, explica. Para Vásquez, el problema está en que el sistema incentiva promesas maximalistas y cortoplacistas: “Ambos candidatos ofrecen cosas que no están diseñadas para ser viables. Lo que prima es la necesidad de marcar agenda, no de construir consensos”.
Un caso paradigmático es el sector eléctrico. A pesar de que los apagones marcaron el inicio del gobierno de Noboa, ni él ni González lo priorizan en sus discursos. Sus planes de gobierno, en cambio, sí incluyen propuestas técnicas: Noboa plantea diversificar la matriz con energía solar, eólica, geotérmica y nuclear, mientras González defiende la soberanía energética con control estatal y una transición justa hacia energías limpias. Pero para el experto eléctrico Víctor Herrera, ambas propuestas carecen de urgencia y realismo. “Hablan de transiciones energéticas, pero no de los déficits actuales. No consideran que el país arrastra un hueco de 2.000 megavatios desde hace años”, dice. Según Herrera, la crisis energética no puede esperar nuevos planes estratégicos, sino que exige decisiones inmediatas: acelerar proyectos con factibilidad aprobada, reactivar infraestructura envejecida y garantizar generación para sostener empleo e inversión. “No se puede hablar de generación de empleo si no se garantiza primero energía suficiente. Las empresas no invierten donde no hay seguridad energética”, concluye.
La comparación de propuestas, tanto en planes como en declaraciones, revela entonces más que una disputa ideológica: muestra qué temas dominan el imaginario de cada candidato y cuáles son invisibilizados. Noboa habla más de seguridad, tecnología y reformas estructurales; González, de inclusión, derechos sociales y economía comunitaria. Pero ambos arrastran vacíos importantes. Noboa evita temas como derechos colectivos, diversidad y género. González reduce la crisis de violencia a un problema de pobreza, sin responder con medidas urgentes. Y los dos, como advierten los expertos, corren el riesgo de ofrecer promesas de campaña sin anclaje institucional ni proyección de Estado.
¿Cómo entender las propuestas?
Para el politólogo Daniel Vásquez, en una elección tan polarizada y cargada de ofertas contradictorias, el principal desafío del electorado es saber leer entre líneas. No basta con escuchar los eslóganes o emocionarse con las promesas. “Hay que preguntarse siempre tres cosas: ¿es viable lo que me están proponiendo?, ¿cómo lo van a financiar? y ¿con qué mayoría legislativa lo van a ejecutar?”, sostiene.
Vásquez recomienda mirar más allá de los discursos emocionales o espectaculares. Advierte que muchos candidatos ofrecen medidas que no pueden aplicar por falta de atribuciones o recursos. “No todo lo que dice un presidente se vuelve realidad. Un plan de gobierno no es un cheque en blanco”, afirma.
Sugiere además que los votantes contrasten los discursos con los planes escritos y, si es posible, con los antecedentes de cada actor político. “No se trata de creer o no en un candidato, sino de asumir el voto como un ejercicio crítico. Leer, comparar y pensar: eso también es hacer política”, concluye.
Además, cabe destacar que si quieres saber más sobre las propuestas de los candidatos y el análisis de sus planes de Gobierno puedes visitar el siguiente GPT, creado por Ecuador Chequea.
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