Cinthya Guaña Córdova
Gabriela Enríquez
Estudiantes de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito
El aislamiento, el abastecimiento limitado y la comunicación intermitente debido a una conexión a Internet inestable son problemas que los habitantes del Archipiélago enfrentan en la cotidianidad. Una zona geográfica pequeña y cuatro islas habitadas por 30 mil personas maximizan el peligro de propagación de la COVID-19. En este escenario, la situación se agudiza. Hasta este 17 de abril, los casos confirmados son 73.
Norman Wray, presidente del Consejo de Gobierno de Régimen Especial de Galápagos (CGREG), asegura que ningún contagiado es extranjero. Todos son residentes permanentes de las islas. Y hasta este jueves el virus ha cobrado la vida de dos personas: 1 falleció en Santa Cruz y otra, residente de Galápagos, murió en una unidad de cuidados intensivos en Ambato (Tungurahua). Otro está aislado en la provincia de Guayas.
El 15 de abril, el Celebrity Flora, crucero a flote que se encuentra cerca de Baltra y que alberga a 69 tripulantes, confirmó que 48 están contagiados con el nuevo coronavirus. Los pacientes reciben atención diferenciada dentro de la embarcación.
Sin embargo, Andrés Ordóñez, director de la Cámara de Comercio de Galápagos (Capturgal), confirma que la actividad turística fue pausada a mediados de febrero. El turismo navegable en las islas no tiene arribos extranjeros. “Los cruceros son locales y salen a aguas internacionales solo para mantenimiento, una o dos veces al año”, aclara Wray. Él cuenta que se supo de la embarcación gracias al aviso de la tripulación de que había un posible caso sintomático.
La alianza entre el CGREG, el Ministerio del Ambiente, la Universidad de las Américas (Udla) y el Instituto de Microbiología de Galápagos logró abrir un laboratorio que ofrece pruebas que detectan la COVID-19 en tiempo real. Esto fue clave para detectar los 48 contagios en el Celebrity Flora.
Actualmente, ninguno de los casos es crítico. Los síntomas de los contagiados avanzan de forma regular. El presidente del Consejo de Gobierno de Galápagos adelantó que otro equipo de pruebas llegará este fin de semana y será instalado en San Cristóbal, con la colaboración de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
El 96,7% de las islas es zona protegida. Apenas el 3,4% es habitado. Eso maximiza las posibilidades de contagio, pero facilita la articulación de organismos públicos y privados. La alianza entre el CGREG, los ministerios de Gobierno y de Turismo, Capturgal, los municipios de la zona y la gestión de fondos privados provenientes en su mayoría del turismo resultó en la creación de un centro de aislamiento en la zona alta de Santa Cruz, fuera del área habitada, a mediados de febrero. El centro está listo desde mediados de marzo y cuenta con habitaciones, camas y ventiladores artificiales. También se compraron insumos médicos: guantes, batas, gorros, zapatillas, mascarillas. Este lugar está en la capacidad de albergar hasta 40 contagiados con complicaciones leves.
El área de cuidados intensivos tiene capacidad para 6 personas en estado crítico. Por el momento, hay 2 personas hospitalizadas en el centro de aislamiento y 20 personas aisladas en los hospitales Oskar Jandl de Puerto Baquerizo Moreno, San Cristóbal y el IESS de Puerto Ayora, Santa Cruz. De este último, las especialidades de Obstetricia, Ginecología y Pediatría fueron removidas y trasladadas a la Cruz Roja, para reducir la vulnerabilidad de los pacientes que no están contagiados.
Otra preocupación para el CGREG son 2800 residentes del Archipiélago que permanecen en el continente desde que las medidas preventivas fueron tomadas y los vuelos fueron cancelados. El 40% se encuentra en Guayaquil, el 25 % en Quito, y el 35% en Ambato, Loja, y Manabí. Las autoridades trabajan para idear e iniciar un proceso ordenado de retorno, priorizando a grupos vulnerables. Otros grupos que deberán ingresar a las islas a corto plazo son fuerza pública y personal de salud.
En medio de este escenario, una persona ya fue dada de alta. No se trata del caso cero en Galápagos, pero sí uno de los primeros. Este paciente fue sometido a dos pruebas PCR, con 48 horas de diferencia entre ellas, para confirmar que no tiene carga viral.
Para Felipe Larrea, director ejecutivo de la Asociación de Armadores de Turismo de Galápagos (Adatur), “este momento exige sumar todos los esfuerzos y actuar juntos de forma inmediata”. Por esto, se ha gestionado la implementación de servicios para la comunidad como la telemedicina, a la que se puede acceder a través del servicio MediTur Galápagos; la movilización, en coordinación con el CGREG y ECU 911, de profesionales médicos de las embarcaciones del sector turístico; la dotación de insumos médicos en las cuatro islas habitadas, Santa Cruz, Isabela, San Cristóbal y Floreana; la adquisición de equipos de diagnóstico desde Corea del Sur; y la campaña Somos Galapagueños, direccionada a fortalecer la cultura de prevención y la responsabilidad ciudadana para asumir el tiempo de cuarentena dentro de casa.
Los organismos articulados están conscientes de que, si una crisis sanitaria se desata y los casos incrementan, Galápagos no está en la capacidad de cubrirla. En las islas existe un solo hospital nivel 2, lo que significa que puede atender casos medianamente complicados, pero que no cuenta con máquinas médicas o instrumentos requeridos para tratarlos. Por esta razón, se ha solicitado al CGREG no descartar la posibilidad de hacer traslados al continente. Sin embargo, todos concuerdan en que el plan es atender las necesidades con los recursos disponibles y aguantar con eso hasta nuevo aviso. “Movilizar a un paciente contaminado implica mucho riesgo”, dice Ordóñez.
Pero la salud este no es el único problema. La economía de las islas, dinamizada por la actividad turística, está paralizada. “La cadena de valor, la agricultura, la ganadería, la producción de café está directamente ligada al turismo. El 90% del desarrollo productivo de Galápagos depende del turismo”, dice Andrés Ordóñez y explica que la COVID-19 significa cero ingresos y pago de sueldos.
Los aeropuertos reciben únicamente vuelos de abastecimiento, lo que significa que los turistas que se han quedado varados en las islas deberán esperar. Galápagos solo tienen conexión con el continente y no conexión internacional.
“El turismo será el último sector en recuperarse”, afirma el director de Capturgal.



