Hace 11 años, aproximadamente, dos directivas se disputaban la Presidencia de uno de los partidos tradicionales. Hubo un leve renacimiento, pero hoy la historia se repite.
La Izquierda Democrática reedita una profunda división interna que recuerda la crisis que mantuvo a fines del 2011, cuando dos directivas se disputaban la Presidencia del partido y que, a la larga, tuvo como resultado la eliminación del partido del registro electoral en el 2013.
Si a esa fecha la Presidencia se disputaban el hoy asambleísta Dalton Bacigalupo y Henry Llanes, esta vez la pugna es entre Guillermo Herrera, presidente oficial del Partido y Enrique Chávez, quien junto a otros militantes acudió el lunes al Consejo Nacional Electoral (CNE) para solicitar que se inscriba una la nueva directiva, que él preside, y que resultó electa en una convención nacional del 30 de abril, en Portoviejo.
“Fue una convención nacional convocada legal y legítimamente por los presidentes (provinciales) del partido, donde estuvieron presentes los delegados de 19 provincias, más las circunscripciones internacionales”, manifestó Chávez. Añadió que tiene el respaldo de esas 19 provincias y que sólo tres respaldan a Herrera, mientras que otras dos provincias no hay directivas. Aseguró que su misión será la de unificar el bloque de asambleístas y unir a la militancia.
Sin embargo, ni Herrera ni su grupo, entre ellos la segunda vicepresidenta de la Asamblea, Yeseña Guamaní, dan como válida esa convención y no reconocen a la nueva directiva. “Yo le reto a Enrique Chávez a que presente el certificado del CNE que indique que él es el presidente, que está inscrito y legalmente en funciones. Y si no lo tiene, que pida disculpas a la militancia de la Izquierda Democrática, al país, por tantas ilegalidades y mentiras”, dijo Guamaní.
Mientras que Herrera, en entrevista con Radio Élite, dijo que en diciembre cumplirá el periodo por el cual fue electo y que una semanas antes convocará a la convención nacional para renovar la directiva. “No nos quedaremos un día más de los que la militancia nos eligió”, manifestó. Agregó que el evento protagonizado por Chávez no fue más que un “show”.
En esta disputa las acusaciones son mutuas. El grupo de Chávez, que lo integran también los asambleístas Johanna Moreira y Alejandro Jaramillo, asegura que Herrera responde a los intereses del Gobierno y que su único objetivo es poner a sus candidatos para las elecciones seccionales del 2023, entre ellos al excandidato presidencial Xavier Hervas, que iría por la Alcaldía de Quito.
Mientras que el grupo de Herrera acusa a los contrarios de hacerle el juego al correísmo y que por eso en la Asamblea han coincidido en algunas votaciones con UNES. Señalan específicamente la integración multipartidista que evalúa la gestión de la presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori. Como parte de esa comisión fue nombrada Lucia Placencia (ID), pero el grupo de Herrera no la reconoce como su representante. Por su parte, Moreira aseguró que pondrá una denuncia penal contra Herrera por alterar las fichas de afiliación al partido.
La reinscripción
Luego de que la Izquierda Democrática desapareció como partido, en el 2013, la hoy asambleísta Wilma Andrade fue quien prácticamente se puso la organización ‘al hombro’, trabajó en la recolección de firmas y logró la reinscripción como partido político en el 2016 y hasta el 2020 fue su presidenta nacional.
Andrade evita comentar sobre la situación actual de la Izquierda Democrática; prefiere mantenerse al margen, dice. Pero se le nota decepcionada y contrariada por los conflictos internos, luego del trabajo que ella impulsó para poner a la agrupación de vuelta en el escenario político.
El efecto en la bancada
En este periodo legislativo la Izquierda Democrática logró 18 asambleístas, convirtiéndose en un importante bloque luego de UNES y de Pachakutik, y a la par del PSC, que obtuvo el mismo número de curules. La expectativa por la gestión del bloque fue grande porque en el anterior periodo legislativo apenas había alcanzado una curul propia (con Andrade) y dos más en alianzas.
Ni bien iniciada la presente gestión, este bloque fue el primero en registrar ‘camisetazos’. El 20 de mayo, Eitel Zambrano presentó su renuncia irrevocable al bloque mientras que Amanda Ortiz fue separada por haber votado con el PSC.
Luego vinieron la expulsión del partido de Bella Jiménez, que también perdió la curul acusada del cobro de diezmos; y de Eckenner Recalde, también acusado de diezmos pero que mantuvo su curul por falta de votos en su contra.
Las discrepancias en el interior de la bancada se ahondaron y reemplazaron al coordinador del bloque Alejandro Jaramillo, sobre todo por sus discrepancias públicas con Herrera y por las críticas, también públicas, a Hervas. Luego le expulsaron del partido, y separaron de la bancada a Johanna Moreira por idénticas razones.
Finalmente, Xavier Santos, Rocío Guanoluisa y Lucía Placencia también fueron separados de la bancada por no apegarse a la línea política de esta organización. Separaciones que tuvieron el aval de Herrera, y que es uno de los hechos que, molestan a Andrade, quien indignada critica que hayan pasado de 18 legisladores a contar con solo 10 asambleístas.
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