Por: Pablo Terán Vaca
Cuando la pandemia empezaba a dar tregua, aparecía otro momento de conmoción para Ecuador: las intensas manifestaciones en contra del Gobierno. La ‘fecha cero’: 13 de junio del 2022. Una movilización en contra de las políticas del presidente, Guillermo Lasso, por algunas organizaciones sociales, principalmente por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), se convertiría en 18 días de paro y confrontación; y nosotros, los periodistas, estuvimos en la mira de las acusaciones, porque muchos de los manifestantes decían, a viva voz, que somos “corruptos” o “vendidos”.
Desde el primer día, salí a cumplir con mi oficio: ver los hechos y relatarlos, para que la ciudadanía estuviera informada. Me dirigí hacia uno de los puntos conflictivos en el norte de Quito: San Miguel del Común, antes de llegar al peaje camino a Guayllabamba. Allí, un grupo de indígenas había bloqueado los dos lados de la carretera con montañas de tierra. Me acerqué para que dieran sus versiones. Al inicio, permitieron que los entrevistara, pero conforme pasaban los minutos, el ambiente se volvía hostil.
“¿De qué medio eres?”, me empezaron a interrogar. “Ándate, prensa corrupta”, me decían, al igual que a mis colegas que estaban en el sitio”. La cobertura se tornaba difícil, nos teníamos que alejar, pues nos amenazaban con palos y látigos, querían quitarnos los celulares y los equipos con los que realizábamos nuestro trabajo. Incluso pasó una ambulancia con la sirena encendida, llevaba a algún enfermo, y no dejaron que pasara.
En los días siguientes fui a varias zonas del norte de la ciudad, las calles estaban ardiendo, literalmente, por las llantas quemadas. Parecía una guerra. No había buses, medios de transporte; casi era un campo desierto. Visité algunos mercados y negocios, porque ya había desabastecimiento, no faltaron los infiltrados, gente que se aprovechaba de la coyuntura para crear caos. Todos los días iba a la tribuna De los Shyris, donde se concentraba una marcha, denominada ‘por la paz’. No sé si se podía hablar de paz: al final del cuento, cada parte defendía lo suyo y era notable un país dividido, furioso.
Durante los 18 días de paro se realizaron 66 verificaciones de los cuales, 32 resultaron contenidos falsos, 5 engañosos, 10 imprecisos, 3 sátiras y 1 inverificable. Es decir, apenas 15 (el 22%) correspondieron a información verdadera.
Contar esta historia, desde las calles, con datos, con evidencia, es también luchar contra la desinformación. Por eso, considero que el papel que hizo Ecuador Chequea durante el paro fue fundamental. Los momentos de conmoción social son un caldo de cultivo para la desinformación; y además del fact-checking, informamos durante el paro, desde nuestras redes, con coberturas en vivo, desde la página y desde todas nuestras plataformas. Ojalá venga una etapa de paz y reconciliación. De todas formas, nosotros estaremos listos, para cuando los hechos —o la lucha contra la desinformación— nos vuelvan a convocar.