Esta madrugada, el embalse de Mazar colapsó y dejó de producir electricidad. Frente a la situación, se reprogramaron los cortes de luz que empiezan este mediodía y que serán de hasta diez horas.
POR: Juan Camilo Escobar
Esta mañana, el ministro de Energía, Antonio Goncalves, informó en rueda de prensa que el nivel de la represa de la central hidroléctrica de Mazar se encuentra cerca de su límite mínimo, ha obligado al gobierno a tomar medidas urgentes para evitar un colapso energético a nivel nacional. Ante esta situación, dijo, se reprogramaron los cortes de electricidad en todo el país, los cuales se extenderán hasta por 10 horas diarias.
Frente a la situación el Ministerio de Energía dio a conocer los nuevos horarios de cortes que se darán desde este mediodía. En el siguiente link puede consultar su horario: acortar.link/7reWpc
A la 01:00 de esta madrugada, la central hidroléctrica de Mazar colapsó y dejó de producir electricidad. Esto, luego de que se paralizaran sus dos unidades de generación. Esta situación es más crítica de la alerta que se emitió el 2 de octubre por Celec, en donde anticipó la desconexión de sólo una de las dos unidades para el 18 de octubre, cuando el embalse descendiera a los 2.110 metros sobre el nivel del mar.
Sin embargo, hoy a las 09:00 fue reactivada una de las dos turbinas de electricidad de la central hidroeléctrica de Mazar. La generación de esa planta, con corte a las 10:00, llegó a los 57,99 megavatios, lo que significa que el 34,1% de su capacidad, de acuerdo con el reporte de Celec. Tras la desconexión de ambas unidades, que se realizó a la 01:00, el nivel de embalse logró recuperar 11 centímetros, por lo que pasó de 2.113,12 a 2.113,23 metros sobre nivel del mar. Aunque, tras la reactivación de una de las dos unidades, el agua descendió a 2.113,20 metros sobre el nivel del mar.
Ayer, el reporte gráfico de generación eléctrica de la Corporación Ecléctrica del Ecuador (Celec), frío e implacable en sus trazos, revelaba un fenómeno inquietante: la tendencia al desplome en los niveles de agua en Mazar, la gigantesca central hidroeléctrica que, por años, ha sido el corazón energético de Ecuador.
El 28 de julio, el agua alcanzaba su cúspide, rozando los 2.152,42 metros sobre el nivel del mar. Pero, al día siguiente, comenzó un descenso vertiginoso. Día tras día, la línea en el gráfico empieza a hundirse, con escasos días de tregua, hasta llegar a las 15:00 hoy, 8 de octubre, donde el nivel se encuentra en su punto más bajo: apenas 2.113,94 metros.
En pocas palabras, durante estos últimos dos meses, coincidiendo con una disminución de lluvias en la cuenca del Paute, en el sur del país, el nivel del embalse pasó de estar a sólo 58 centímetros de alcanzar su cota máxima de operación, situada en 2.153 metros, a descender hasta quedar a 15 metros y 94 centímetros por encima de su cota mínima, que es de 2.098 metros.
Tal es el volumen de descenso que sólo entre las 00:00 y las 15:00 de hoy, la cota cayó casi dos metros. Esta nueva caída elimina por completo la recuperación que experimentó entre el 25 de septiembre y el 1 de octubre pasados, cuando el embalse se incrementó de los 2.116,78 a los 2.119,90 metros, según se puede constatar en la página web de Celec.
A las 07:00, el nivel del embalse cayó a 2.114,59 metros, lo que provocó la detención de una de las dos unidades de generación de energía, que vio su producción reducirse de 73,36 a 55,78 megavatios. La segunda unidad se reactivó a las 10:00, logrando una producción de 105,22 megavatios, lo que equivale a sólo el 61,9% de su capacidad total de 170 megavatios.
Este descenso sigue encendiendo las alarmas de diferentes sectores —desde el pequeño comerciante que no puede facturar ni producir con normalidad hasta los grandes inversionistas extranjeros, que observan con preocupación la evolución de los índices de Riesgo País—, sino que también ha hecho estallar en mil pedazos las ilusiones de todos: pese a las lluvias registradas desde el 26 de septiembre, las esperanzas de que se mitigue la crisis energética se han desvanecido, y el país continúa enfrentando apagones, que ya se extienden por cuatro semanas consecutivas.
El vasto reservorio de la central hidroeléctrica Mazar, de más de 30 kilómetros de extensión, enclavado en las montañas de Azuay y Cañar, es mucho más que un embalse, con una capacidad estimada que supera los 400 millones de metros cúbicos de agua.
A pesar de que su capacidad de producción es de sólo 170 megavatios, equivalente a apenas el 4,25 % de la demanda nacional, estimada por Celec en 4.000 megavatios, esta hidroeléctrica y su reservorio, siguen siendo una arteria vital para el complejo entramado energético del país.
Desde el reservorio de Mazar, las aguas discurren hacia tres colosales centrales hidroeléctricas: la de su mismo nombre, Paute-Molino y Sopladora, gigantes de concreto que, en conjunto, generan 1.756 megavatios de energía, suficientes para cubrir el 38% de la demanda eléctrica nacional. Además, estas tres centrales superan en capacidad a Coca Codo Sinclair, la mayor planta hidroeléctrica individual del país, que genera 1.500 megavatios, según datos oficiales.
Así, Mazar y sus dos hermanas son un recordatorio silencioso de lo frágil y poderoso que puede ser que millones de abonados del servicio eléctrico dependan del curso del agua.
En este contexto, precisamente, se emitió una primera alerta el 2 de octubre por parte del Operador Nacional de Electricidad (Cenace), luego de que el Gobierno redujera los apagones a menos horas de las necesarias para recuperar los niveles del embalse de Mazar. Esta desesperada alerta destacaba, con letras mayúsculas, la necesidad de los racionamientos y contenía lo siguiente:
“Considerando las medidas informadas, el embalse va a seguir cayendo y el riesgo de colapso aumenta, puesto que no se tendría control sobre el nivel del embalse, perdiendo potencia de la central Mazar. Alrededor del 18 de octubre de 2024 se alcanzaría la cota de 2.110 m.s.n.m., en la cual se pierde la primera unidad de esta central. En este escenario, SE DEBERÁN REALIZAR RACIONAMIENTOS FORZOSOS para garantizar la operación del Sistema Nacional Interconectado, sin control en la programación de los racionamientos y la toma de decisiones sobre el corte de carga en la operación en tiempo real”.
En una segunda alerta emitida el 4 de octubre, el Cenace volvió a advertir sobre la gravedad de la situación ante la posibilidad de contingencias que afecten la producción termoeléctrica de electricidad. Al igual que en la primera alerta, la entidad volvió a señalar los riesgos con letras mayúsculas: “Estas disminuciones de oferta registradas en la planificación y operación del sistema obligarían al Cenace a realizar programaciones de cortes en períodos NO autorizados en el comunicado emitido por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República”.
Al día siguiente, el 5 de octubre, el Gobierno ordenó racionar el suministro eléctrico a las industrias por hasta 10 horas, lo que generó una ola de indignación entre los dirigentes de las cámaras de producción, quienes fueron recibidos de urgencia en el Palacio de Carondelet por altos funcionarios del Gobierno. Aunque su propuesta de suspender urgentemente los racionamientos sólo fue recibida con el ofrecimiento de que se revisaría, ambas partes se comprometieron a mantener un canal de diálogo. Así, hoy se volvieron a reunir en “mesas técnicas” con el propósito de analizar posibles medidas.
Alfredo Mena, exgerente general del extinto Instituto Ecuatoriano de Electrificación (Inecel) y actual director de la Corporación para la Investigación Energética de Ecuador, calificó como crítica la situación de las centrales hidroeléctricas, especialmente las tres que dependen del reservorio de Mazar. Mena señaló que, para la primera y segunda semana de octubre, los embalses ya deberían estar llenos, pero la falta de lluvias ha impedido que se genere la producción esperada.
Se trata, dijo, de un problema sin ninguna solución viable en el corto plazo, con excepción de la contratación de emergencia de producción termoeléctrica, que, aunque cara, se puede movilizar en pocos meses. “No hay más remedio”, enfatizó al recordar que aproximadamente el 60% de la demanda de electricidad se cubre mediante centrales hidroeléctricas.
Eso sí, agregó el experto, es necesario que el Gobierno central y las distintas entidades involucradas en la actual emergencia redoblen todos sus esfuerzos para cumplir las planificaciones de racionamientos y que estos sean razonables.
Las lluvias que comenzaron el 26 de septiembre en las estribaciones de la cordillera amazónica y en áreas de la Sierra norte podrían continuar hasta el 12 de octubre, según el Instituto de Hidrología y Meteorología (Inamhi). Estas precipitaciones, con variada intensidad y acompañadas de tormentas eléctricas, podrían aliviar la situación en esas zonas.
En cambio, en el sur del país, donde se ubican las centrales hidroeléctricas alimentadas por el embalse Mazar, las lluvias podrían ser menos intensas, explicó Guillermo Flores, técnico del Inamhi: «Esperamos que las lluvias en el sur ayuden a recargar el sistema hídrico y los embalses», afirmó.
