El panorama para el segundo semestre de este año es, en principio, menos alarmante que el del año anterior, según la entidad. Las miradas ahora se enfocan en la represa de Mazar, de la que depende el complejo hidroeléctrico que cubre el 38% de la demanda diaria de electricidad.
POR: Juan Camilo Escobar
Mientras la Sierra, Costa y Galápagos avanza hacia los meses más secos del año, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) advierte que, si bien no se espera una sequía tan severa como la de 2024, la reducción progresiva de precipitaciones ya es evidente en varias regiones clave para la generación hidroeléctrica.
Vladimir Arreaga, director de Pronósticos del Inamhi, sostuvo que las lluvias ya comenzaron a disminuir, como ocurre usualmente cada año entre junio y agosto, pero recalcó que los modelos actuales no proyectan un déficit crítico como el registrado en el segundo semestre de 2024, cuando los embalses llegaron a niveles peligrosamente bajos.
Aquel evento, sumado a la crisis de la infraestructura del sector eléctrico, obligó al Gobierno a racionar el servicio de electricidad en el país. Los cortes comenzaron el 18 de septiembre y se prolongaron hasta diciembre, con interrupciones que llegaron a durar hasta 14 horas por día en varias zonas del país.
Ante este escenario, el Inamhi indica que, según los modelos y análisis climáticos disponibles hasta la fecha, no se proyecta una temporada seca tan extrema como la de 2023, cuando la escasez prolongada de precipitaciones redujo de forma crítica el caudal de los embalses y comprometió la generación hidroeléctrica.
Como se recuerda, por ejemplo, el caudal del embalse de Mazar, del que depende el complejo de tres centrales hidroeléctricas que cubren el 38% de la demanda diaria nacional, se desplomó drásticamente de 90,32 m3/s en junio a apenas 13,44 m3/s en noviembre.
A partir de ese punto bajo, el caudal empezó a subir de 40,3 m3/s hasta 186,76 m3/s. Desde ese punto, el más alto del año, empezó el paulatino descenso, sin pausa, hasta caer, este 26 de junio a 141,59 m3/s.
Según el Inamhi, las intensas lluvias de enero a marzo de este año—especialmente en la Amazonía y la Sierra sur— permitieron mantener los embalses en niveles óptimos. Actualmente, el embalse de Mazar, en la cuenca del río Paute, se encuentra al máximo de su capacidad. Sin embargo, desde finales de mayo se ha registrado una estabilización y posterior descenso de los caudales, lo que es una señal clara de que ha iniciado el periodo seco.
“Los caudales comenzaron a caer, pero eso no necesariamente refleja menos lluvias aún. Es una medida estratégica: La Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec) ha reducido el caudal de salida para conservar reservas”, explicó Arreaga.
La represa Mazar, de la que depende el antes mencionado complejo que cubre el 385 del suministro diario de electricidad, alcanzó este junio una cota de 2.153,91 metros sobre el nivel del mar (msnm), superando incluso el nivel máximo técnico de operación definido oficialmente en 2.153 msnm, según reportes actualizados de Celec.
Este dato confirma una recuperación extraordinaria del embalse, tras el colapso hídrico experimentado en el último trimestre de 2024, cuando el nivel de la represa descendió a 2.112,41 msnm en diciembre, en un nivel crítico.
Entre diciembre de 2024 y junio de 2025, el embalse de Mazar experimentó un aumento acumulado de más de 41 metros en su nivel de agua, impulsado por un régimen de lluvias excepcionalmente alto en el primer trimestre del año. Solo en el mes de febrero, la cota subió a 2.149,94 msnm, y ya en marzo alcanzó 2.153,56 msnm, rozando el límite técnico.
“Este ascenso sostenido es un reflejo de la abundante precipitación registrada entre enero y abril en la Amazonía y la Sierra sur, regiones claves para la cuenca del Paute”, señaló una fuente técnica del Cenace.
Con este nivel, Mazar supera por segundo mes consecutivo su cota de operación, lo que ha obligado a la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec EP) a reducir estratégicamente los caudales de salida, almacenando reservas de agua para el periodo seco que ya ha comenzado.
En semanas anteriores, expertos consultados recordaron que junio marca tradicionalmente el arranque del periodo seco en la Sierra ecuatoriana. Sin embargo, el hecho de que Mazar registre una cota por encima de la máxima operativa (2153,91 msnm) al iniciar esta etapa, da al país un margen de “seguridad hídrica”, es decir de reservas, que no existía en 2024, cuando las reservas cayeron al punto más crítico en más de una década.
En contraste, agosto de 2024 cerró con una cota de apenas 2.152,22 msnm, mientras que en diciembre se hundió a 2.112,41 msnm, en medio de la peor sequía en décadas.
EVOLUCIÓN DE LA COTA DE MAZAR (2024–2025)
(Fuente: Celec)
| Mes | Cota Mazar (msnm) |
| Ago 2024 | 2.152,22 |
| Dic 2024 | 2.112,41 |
| Ene 2025 | 2.126,22 |
| Feb 2025 | 2.149,94 |
| Mar 2025 | 2.153,56 |
| Abr 2025 | 2.153,61 |
| May 2025 | 2.153,69 |
| Jun 2025 | 2.153,91 |
Contraste con 2024: año seco y sobrecalentado por el fenómeno de El Niño
“Este año estamos bajo condiciones climáticas neutras, sin presencia de ‘El Niño’ ni ‘La Niña’. Eso significa que esperamos un comportamiento estacional normal, sin extremos, aunque con la reducción típica de lluvias en esta época”, explicó Arreaga.
El experto explicó que la diferencia con el año pasado es marcada: en 2024, la influencia de un evento El Niño provocó un patrón contradictorio. Mientras la Costa experimentó lluvias excesivas e incluso inundaciones, la Amazonía —clave para alimentar los ríos que abastecen las principales hidroeléctricas— sufrió un fuerte déficit hídrico.
“El Niño afecta a cada región de forma distinta, en la Amazonía genera sequía. Esa fue la principal causa de la crisis energética de 2024. Ahora, con condiciones neutras y sin El Niño, hay más estabilidad en el régimen de lluvias”, puntualizó el director del Inamhi.
Otra diferencia clave este año es que la demanda eléctrica ha disminuido levemente, gracias al descenso de temperaturas en la Costa. Arreaga atribuye este fenómeno a la llegada de la corriente fría de Humboldt, que ha reemplazado al calentamiento extremo del primer semestre de 2024. “Guayaquil y Manta han registrado temperaturas matinales de hasta 21 °C en los últimos días, en contraste con los 26 °C de inicios del año”.
Esto implica menos uso de aire acondicionado y, por tanto, una menor presión sobre el sistema eléctrico nacional, al menos desde la demanda.
Alerta por incendios forestales
No obstante, el Inamhi advierte que julio, agosto y septiembre son los meses críticos para incendios forestales en la Sierra, donde ya se registran condiciones de radiación solar intensa, baja humedad y vientos secos. En 2024, Ecuador vivió su peor temporada de incendios en años, con más de 3.000 eventos registrados, muchos en zonas urbanas.
2024, uno de los peores años en la historia reciente en cuanto a incendios forestales, con un saldo de más de 83.000 hectáreas de vegetación arrasadas, seis personas fallecidas y al menos 257 damnificados, de acuerdo con un informe oficial difundido hoy por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.
Según el reporte de situación No. 87, con corte al 26 de diciembre de 2024, en ese año se registraron 5.815 incendios forestales en 22 de las 24 provincias del país. El impacto ha sido tal que, el 17 de noviembre, el Gobierno decretó un estado de emergencia nacional por 60 días debido a la magnitud de los eventos, agravados por un déficit hídrico y sequías generalizadas.
Las provincias más afectadas por la pérdida de cobertura vegetal fueron Loja, con 33.949 hectáreas quemadas; Azuay, con más de 15.800; y Pichincha, que si bien sufrió una menor afectación en superficie (6.372 ha), registró la mayor cantidad de siniestros: 1.162 incendios, lo que representa casi el 20% del total nacional.
El mes más crítico fue noviembre, cuando se concentró el 38% de la superficie total quemada, equivalente a más de 32.000 hectáreas. En ese mismo periodo se emitieron varias alertas rojas y naranjas para al menos 18 provincias.
Además de las pérdidas humanas y materiales, el informe detalló importantes afectaciones a la producción y la fauna. Se contabilizaron 5.489 hectáreas de cultivos perdidas y la muerte de más de 44.800 animales, entre bovinos, aves, caballos y otros.
El balance oficial también indicó que 29 brigadas de respuesta a incendios forestales (BRIF) fueron activadas a lo largo del año, en coordinación con cuerpos de bomberos, fuerzas armadas y la colaboración internacional de la Fuerza Aérea del Perú. En total, se realizaron 172 operaciones aéreas, descargando más de 2,5 millones de litros de agua para sofocar las llamas en zonas de difícil acceso.
Proyecciones
El Inamhi tiene previsto actualizar sus proyecciones climáticas el próximo 10 de julio, cuando estarán disponibles nuevas “corridas” de modelos numéricos. Arreaga insistió en que las proyecciones no son certezas, pero sí herramientas fundamentales para anticipar escenarios.
“Hoy por hoy, el escenario para el resto de 2025 es de condiciones normales. Eso no significa que no lloverá menos, sino que no enfrentaremos una crisis hídrica, si se gestiona bien el recurso”, concluyó.
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