Tras la serie de atentados, el presidente, Guillermo Lasso, ordenó una respuesta “con dureza, dentro del marco de la Ley”. Nueva ola de violencia, nuevo Estado de Excepción, la misma pregunta: ¿Soluciona esto la inseguridad del país?
La jornada de violencia que vivió el país la madrugada de hoy, principalmente en Guayas y Esmeraldas, hizo que el presidente de la República, Guillermo Lasso, suspendiera el viaje que tenía previsto realizar del 2 al 6 de noviembre a Estados Unidos. Así lo informó la Secretaría de Comunicación, a través de un comunicado. Según esa dependencia, Lasso se queda en el país para liderar la lucha contra la amenaza que representan el narcotráfico y las bandas organizadas.
Según los reportes oficiales, en el transcurso de esta madrugada se produjeron tres atentados con artefactos explosivos y carros bombas en Esmeraldas y seis en Guayaquil. Dos policías fallecieron en estos ataques y tres más fueron asesinados en horas de la tarde; se registraron amotinamientos en la cárcel de Esmeraldas con la retención de siete guías penitenciarios, que fueron liberados posteriormente.
Hace pocos minutos, a través de cadena de televisión, el Presidente informó que se decreta el estado de Excepción en Guayas y Esmeraldas, con toque de queda desde las 21:00 de hoy. Lasso aseguró que los ataques son una declaratoria de guerra contra el Estado de derecho, el Gobierno y la ciudadanía. Agregó que está dispuesto a actuar con dureza en el marco de la Ley. “Estoy aquí y he dispuesto actuar con dureza, dentro del marco de la Ley. Antes de nuestro Gobierno, la narcodelincuencia vivía en un paraíso, hoy se siente incómoda y manifiesta su malestar con violencia. Se están quedando sin amigos, ni palancas y pretenden sembrar miedo. Pero, ¿saben algo? No les tenemos miedo. Buscamos acabar con esa condición de cuarteles generales del crimen en los centros de reclusión”, dijo el primer mandatario.
Los efectos de narcotráfico
Según el coronel (sp) Mario Pazmiño, exdirector de Inteligencia y consultor en temas de seguridad, la crisis, que se salió de control desde hace dos décadas atrás, ha facilitado que el crimen organizado avance en su posicionamiento territorial dentro de la débil democracia ecuatoriana. El especialista considera que el crimen organizado ha penetrado las estructuras gubernamentales, de control, de los operadores de justicia y de la misma sociedad. Pazmiño asegura que lo ocurrido en Esmeraldas obedece a que, al ser una zona limítrofe con Colombia, hay rutas para el paso de la droga que están en disputa por parte de las organizaciones narcodelictivas, que buscan dominar esos corredores. Menciona que operan carteles mexicanos, como el Jalisco Nueva Generación que, de por sí, son de violencia extrema.
Para el sociólogo y también analista en seguridad Lautaro Ojeda, lo ocurrido en Guayaquil y Esmeraldas es una manifestación de poder de las bandas narcodelictivas que se ha dado abiertamente a través de atentados para generar miedo en la población y, a la vez, neutralizar a la fuerza pública con ataques sincronizados y focalizados. Recuerda que Ecuador, desde hace tiempo, dejó de ser solo un país de paso de la droga, para convertirse en distribuidor, al igual que sus vecinos Colombia y Perú, por las facilidades de paso. “Antes la droga se pagaba en efectivo, ahora ya no. Parte de esa droga se queda en el país para nutrir el microtráfico y a las organizaciones criminales locales en sus respectivos territorios”, dice Ojeda. Agrega que el problema es más complejo en la Costa y que eso demuestra lo sucedido en Guayaquil y Esmeraldas, donde las bandas llegan a zonas de extrema pobreza para reclutar a su gente. “Las condiciones de pobreza y condiciones sociales paupérrimas crean las mejores condiciones para el crimen organizado para fortalecer su negocio”, dice.
El efecto cárceles
Por su parte, el coronel (sp) y exdirector de la cárcel de Latacunga, Mario Carrillo, asegura que los hechos violentos tienen relación directa con el traslado de presos de la Penitenciaría hacia otras cárceles del país. Carrillo menciona que, si bien el censo penitenciario era necesario, no se lo aplicó adecuadamente, ya que no se trata sólo de pedir el número de cédula y otros datos personales, sino de preguntarles si pertenecen a una determinada banda y a cuál, cuántas veces ha estado detenido, qué delitos han cometido, entre otros detalles. Opina que un error que están cometiendo las autoridades es agrupar a los detenidos en los pabellones de acuerdo con las bandas que pertenecen, lo que produce que se enfrenten, por decirlo, pabellón 3 contra pabellón 4; o Tiguerones contra Lobos, generando guerras en el interior de las cárceles. “Eso está matando al sistema, están haciendo las cosas de manera antitécnica”, dijo. Lamenta que no se haya recogido un proyecto para mejorar el sistema penitenciario presentado en su momento a distintas autoridades, como al presidente de la Comisión de Seguridad de la Asamblea, Ramiro Narváez, e incluso documentación que remitieron a la Presidencia de la República. “La gente que está en las cárceles también tiene gente afuera, son parte de las bandas y por eso vienen todas estas repercusiones que coinciden con las horas de traslado con las horas de los atentados”, dijo.
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