Este pequeño poblado de agricultores quedó herido tras los deslaves en la zona de Baños este fin de semana. 9 casas fueron reducidas a escombros y las labores de búsqueda de desaparecidos continúan. Hace dos años hubo una advertencia: deslaves que, aunque de menor magnitud, encendieron las alarmas, pero moradores dicen que nada ha cambiado. Una crónica desde la ‘zona cero’. 

POR: Juan Camilo Escobar

El informe oficial presentado al caer la tarde de ayer por el Puesto de Mando Unificado para atender la emergencia ocasionada por los deslaves en la vía Baños-Puyo reportó un número “indeterminado” de desaparecidos y 12 cadáveres encontrados en la zona más afectada. Además, se señaló que entre Baños y la ‘zona cero’ se registraron 12 tramos afectados desde la madrugada del domingo.

Al proporcionar este balance, el comandante del Puesto Unificado, Eduardo Villavicencio, señaló que, ante la magnitud del deslave, que redujo a escombros 9 casas del caserío Quilloturo, ubicado cerca de Río Verde, «se superó la capacidad operativa de los bomberos» de Baños y se recibió la ayuda de los bomberos de Ambato, Latacunga, Shell y Mera.

«Lamentablemente, tenemos muy poco personal operativo», dijo el jefe de los bomberos, tras estimar que, a pesar de la ayuda, se requerían «varios días» para remover los escombros de las casas afectadas y retirar toneladas de lodo y piedras.

Villavicencio dejó en claro que el tiempo de respuesta no sólo depende de la cantidad de personal y recursos con los que se cuenta para la emergencia, sino por las condiciones del clima en pleno inicio de invierno en la zona, caracterizado precisamente por fuertes precipitaciones como las que ocurrieron el fin de semana anterior.

“Depende de la velocidad y la cantidad de maquinaria que tengamos y que el clima nos permita. Hoy (ayer) el clima nos ha ayudado bastante, pero el momento en que empiece a llover tenemos que, lamentablemente, suspender hasta que las condiciones de seguridad sean adecuadas”, comentó.

El balance oficial no alcanzaba a describir el dolor en este pequeño caserío de agricultores dedicados al cultivo de mandarina, naranjilla y tomate de árbol, quienes fueron sorprendidos por la tragedia la madrugada del domingo.

Ese día, en cuestión de minutos, cuando apenas empezaban a despertarse y levantarse para dedicarse a sus cultivos, una parte de la montaña, a cuyos pies viven, se vino abajo.

Nueve de las 30 casas de Quilloturo quedaron reducidas a escombros y sepultadas por un alud que descendió de la montaña, la cual se sobresaturó con las fuertes lluvias de inicio de invierno, que fueron aún más intensas este fin de semana.

Los agricultores del caserío cuentan que todos, sin excepción, acudieron a las casas destruidas en respuesta al pedido de auxilio de familiares y amigos que empezaban a buscar a sus seres queridos.

Con los primeros rayos del sol, ayer, los habitantes de Quilloturo pudieron evidenciar con mayor claridad la magnitud de la tragedia: la cantidad de lodo y piedras casi alcanzaba la altura de cuatro metros del gigantesco letrero vial de bienvenida a la parroquia de Río Verde.

Esa gigantesca cantidad de lodo y rocas arrasó sin piedad los hogares de nueve familias. Las autoridades calificaron este escenario como la “zona cero” y ordenaron concentrar gran parte de los esfuerzos para atender la emergencia ocasionada por los deslizamientos.

Ante este panorama, los moradores de la zona no dejaban de expresar a los responsables de bomberos, policías y militares, que se encontraban en el Puesto de Mando Unificado, el temor que sentían de que la tragedia se volviera a repetir. Así, la tarde de este lunes, tres grupos de moradores les indicaron en voz alta, visiblemente preocupados: “Arriba está represada una laguna que puede caer en cualquier momento”. “Tienen que hacer algo”, reclamaban de manera insistente luego de recordar que hace exactamente dos años, en temporada invernal, se registró un deslizamiento de menor magnitud que debía convertirse en una alerta para realizar obras de prevención.

“Igual que ahora, vinieron, nos ofrecieron, pero todo ha quedado en nada. No puede ser que nada se ha cumplido”, lamentó Yolanda Cabrera.

Diferentes responsables intentaban llamar a la calma, indicándoles que realizaron “levantamientos fotográficos” de la zona del desastre y descartaban la existencia de la mencionada laguna. Sin embargo, no tenían una respuesta clara sobre el reclamo de las medidas de prevención que las propias autoridades ofrecieron hace dos años.

El morador Hugo Paredes indicó: “Ayer (domingo) no llegaron a tiempo. Ahora les vemos que ya están aquí, pero lo que necesitamos, luego de que ayuden a rescatar a las víctimas, es que nos ayuden a reconstruir el pueblo. No sabemos qué vamos a hacer”.

En todo caso, estos eran los reclamos a viva voz que realizaba la gente luego de que cerca de las 16:00 de ayer, cuadrillas de obreros municipales y, sobre todo, los propios moradores de Quilloturo, rescataran dos cuerpos sin vida tras horas de remover, con la ayuda de una gigantesca pala mecánica, una gran cantidad de escombros de lo que hasta la víspera fuera la casa de una familia con ocho miembros, de los cuales solo sobrevivieron dos.

Un perro adiestrado de una de las unidades caninas de la Policía Nacional olfateó y dió señales de dónde se encontraban los cadáveres, bajo la atenta mirada de decenas de moradores concentrados en el sitio.

A pocos metros de distancia, al costado de lo que fueran otras ocho casas, también reducidas a escombros, personas seguían su camino a pie, ya sea en dirección hacia Puyo o hacia Baños.

Eran personas de todas las edades y condiciones, algunos con niños en brazos, otros solos, en pareja o en pequeños grupos, para ir a sus lugares de trabajo o estudio en Baños, Ambato u otras ciudades de la Sierra.

Contaban que caminar era la única opción que les quedaba para sortear una veintena de deslizamientos a lo largo de la vía, pero este, el que atravesaban en ese momento, era el más grave de todos porque «casi borra del mapa» a todo un pueblo.

Entre los caminantes se encontraba Sonia Castillo, que iba en dirección a Río Verde, donde desapareció su hermano. “Mi hermano venía desde Puyo, en compañía de un amigo. Él nos llamó para contarnos que ambos se bajaron al mismo tiempo del carro y empezaron a correr, a pesar de que las piedras le golpeaban duro en el brazo izquierdo, pero cuando regresó a verle sólo vio que todo estaba cubierto por el lodo”, relató Castillo.

Esta caminata masiva se extendía hasta la misma entrada a Baños, atravesando 12 deslaves, uno de los cuales se produjo en pleno costado de la central hidroeléctrica Agoyán. 

Así, la circulación permaneció cerrada durante todo este lunes, en la segunda jornada consecutiva de remoción de escombros en esta estratégica vía.

La interrupción dejó a decenas de comerciantes varados en Baños con grandes cantidades de frutas y verduras provenientes de las provincias de la Sierra, destinadas a más de 120 tiendas en Puyo. Los comerciantes lamentaban que, además de la incomunicación, enfrentan pérdidas económicas inminentes.

«Desde las cinco de la mañana de ayer (domingo) estamos con 30 camiones sin poder pasar, con tantas cosas que ya se nos están quemando por el sol como la fresa, la mora, que se pueden terminar perdiendo», testificó el comerciante Wilson Toabanda.

A la espera de la reapertura de la vía, una gran cantidad de ciudadanos que se dirigían a Puyo permanecían en la incertidumbre, con sus vehículos particulares estacionados en el acceso norte a Baños.

Quienes llegaron a Baños en buses interprovinciales tampoco sabían qué hacer, ya que regresar a Quito o al Valle de los Chillos para intentar ingresar por la otra vía de acceso tampoco era una opción, debido a otras interrupciones en la vía a Baeza y Tena.

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