Aunque los valores más bajos en la capital se dieron por la pandemia, las cifras han mantenido una tendencia al alza en los últimos años. La situación sería más grave si la medición se hiciera en estándares internacionales. Hacen falta medidas más drásticas.
El humo opaco sale de un tubo metálico que avanza detrás de un ruido de motor al arrancar. El vapor oscuro se eleva en el aire antes de estancarse en la atmósfera, un panorama que forma parte del día a día de Quito, ciudad donde la contaminación ha seguido una tendencia al alza, que ha recobrado fuerza a partir de la disminución que se presenció en la pandemia.
Según datos de la Secretaría de Ambiente de Quito, alrededor del 90% de contaminantes que se emiten a la atmósfera de la ciudad provienen del transporte terrestre. En la capital, además, circulan alrededor de 550 mil vehículos, una cifra que también ha permanecido al alza con el pasar de los años. A este porcentaje le siguen otros sectores que emiten contaminantes todos los días, como las industrias, residuos, generadores de energía termoeléctrica, entre otros. Todos estos representan el 10% de gases y partículas que se emiten al aire de la ciudad.
A lo largo de los años, la emisión de gases y contaminantes en Quito ha variado, pero la tendencia al alza se ha mantenido. Valeria Díaz, coordinadora de la red de monitoreo de calidad del aire de la Secretaría de Ambiente, asegura que las mediciones en la ciudad se han reducido paulatinamente desde 2015, llegando a sus puntos mínimos en 2020 y 2021, por la pandemia. Sin embargo, a partir de este punto, la ciudad vivió un aumento considerable de los contaminantes emitidos al aire, “recuperando la tendencia pre pandemia”.
La ciudad mide diferentes tipos de contaminantes: dióxido de nitrógeno, carbono, dióxido de azufre y partículas menores a 2,5 micras (que vienen de procesos de combustión). Como se puede ver en el gráfico, todos estos compuestos han presentado alzas considerables en los últimos años, llegando a presentar sus picos a partir de 2022. Sin embargo, según Díaz, estos picos no representan un despunte conforme a los estándares que establece la Norma Ecuatoriana de Calidad del Aire, que fue expedida en el 2011; aunque esta norma no contempla los estándares internacionales emitidos por la Organización Mundial de la Salud, que son aún más severos en los límites permitidos de contaminantes en la atmósfera para evitar problemas en la salud.
Según los datos de Ambiente, en el 2023 se observó que el 24% de los días del año la calidad del aire se mantuvo en condiciones deseables, es decir, por debajo del 50% de Nivel de Estándares de Calidad del Aire. Asimismo, el 71% de los días se mantuvo en un estado aceptable, bajo los límites establecidos. Por último sí se reportó que en el 5% de los días evaluados, equivalente a 19 días en el año, la calidad del aire se encontró en estado de precaución, superando los estándares nacionales.
Expertos, sin embargo, cuestionan estas estadísticas, pues los valores máximos definidos por la norma ecuatoriana se alejan de los límites impuestos por la Organización Mundial de Salud. Carlos Páez, experto en eficiencia vehicular y catedrático de la Escuela Politécnica Nacional, asegura: “Vale la pena precisar que han reducido los niveles de contaminación del aire, con respecto a los años anteriores, pero los niveles están aún por encima de lo que la OMS recomienda para considerar que un aire es limpio, libre de contaminación, que no representa un riesgo a la salud para las personas que lo respiran”. dice. “El aire actualmente en Quito tiene niveles que según la OMS son considerados de contaminación moderada. Por tanto, la autoridad pública de ambiente y salud debe insistir y profundizar en medidas que se orienten a que se descontamine el aire que respiramos”.
Por esto, si bien las cifras se encuentran dentro de lo aceptable por los estándares nacionales, levantan las alertas de expertos por las últimas recomendaciones que ha dado la OMS al respecto. Con esto en mente, cabe preguntarse qué efectos puede tener respirar este tipo de aire para la salud.
Efectos en la salud
Valeria Díaz explica que todos estos compuestos que se miden pueden generar complicaciones para la salud y para quienes los respiran en su día a día, “unos más que otros”. En el caso de los contaminantes como las partículas mayores de 10 micras y las menores a 2,5 micras pueden generar lesiones o afecciones al sistema respiratorio superior. Por otro lado, compuestos como el dióxido de azufre pueden generar otro tipo de enfermedades, que pueden ser cardíacas o vasculares.
Páez explica que los principales problemas de salud que pueden surgir derivan de los elevados contaminantes que se emiten desde el sector del transporte terrestre.
“La principal fuente de emisión de gases y partículas que contaminan el aire que respiramos en Quito es el tráfico vehicular, tanto de buses y camiones que se mueven a diésel, como los vehículos livianos, que utilizan gasolina. A veces existe esta percepción de que sólo los buses contaminan, por la humareda que sale por el escape, pero los vehículos a gasolina y motos son una fuente importante de liberación de contaminantes”, dice.
Asegura que una de las causas de que esto ocurra es la flexibilidad de la norma con relación al desempeño ambiental de los vehículos que llegan al país. Por esto, detalla que es importante que estas normas sean aún más rígidas, con el objetivo de que se exija una mayor eficiencia ambiental, que puede variar y debe acoplarse a las condiciones medioambientales de una ciudad como Quito.
Páez, sin embargo, explica que el uso de combustibles de mala calidad es uno de los principales factores que impactan en la emisión de contaminantes dañinos para la salud.
“Hay una característica que genera el impacto ambiental y es el contenido de azufre que tiene el diésel. Unos ocupan el azufre, ese azufre, cuando entra al motor y se quema hace que por el escape de buses y camiones se emitan óxidos de azufre y que se transformen en la atmósfera en partículas muy finitas que le hacen negro al humo. Esas partículas son las más peligrosas, esas son en las que la OMS pone todos los atentos. Estas producen enfermedades no sólo pulmonares, como irritación, ardor de ojos, sino que, a largo plazo, estas partículas tienen la capacidad de atravesar el sistema respiratorio y penetrar los alvéolos y entrar al torrente sanguíneo”, dice.
El 24%, 1 de cada 4 muertes por isquemia cardíaca, recae en la contaminación del aire. Lo mismo en accidentes cerebrovasculares, alumbramiento, prematuros. “Incluso hay investigaciones que hablan de afectaciones al sistema neurológico y el alzheimer, muchos de estos radican en estas partículas. Estas tienen una buena parte de su origen en las emisiones del diésel, y se atribuyen al contenido de azufre en el diésel”. Según la OMS, también un tercio de las muertes por accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y cardiopatías en el mundo se deben a la contaminación del aire. Esto representa alrededor de 7 millones de muertes cada año.
Páez explica que estos efectos han generado que las normas de países de otros continentes establezcan que el diésel no puede contener más de 10 partes por millón de azufre; en ciudades latinoamericanas, donde se mantiene un estándar bajo, la norma no permite más de 50 partes por millón. Sin embargo, en Quito el común denominador del diésel se mantiene entre las 100 partes millón y más 450 partes por millón. Para él, este es uno de los aspectos donde el Gobierno nacional y el Municipio debe poner énfasis para contribuir a la mejoría en la calidad del aire del país, en general.
Por otro lado, Fernando Guzmán, doctor en medicina, asegura que este tipo de contaminantes son los principales causantes de enfermedades, sobre todo en las grandes ciudades. Asegura que, por esto, es necesario informarse a través de páginas oficiales o climatológicas sobre la calidad del aire actual según la zona del país y, ante esto, tomar precauciones.
“Se debe preferir salir con mascarilla en caso de ser necesario para evitar respirar contaminantes. Esto puede evitar en gran medida las enfermedades a futuro. Estas se generan con la exposición continua a los gases, por lo que sobre todo en zonas de alto flujo vehicular se deben tomar precauciones”, dice.
Cifras y ausencia de cifras
En Quito existen horarios donde se presentan mayores contaminantes en el ambiente. Estos se presentan sobre todo durante el mediodía, en horas pico.
Según los datos de la Secretaría de Ambiente, la concentración de dióxido de nitrógeno para el 2023 experimentó un aumento significativo en comparación al 2022. Este incremento se presentó principalmente en enero, febrero, abril y octubre, mientras que en el resto de los meses se mantuvo en niveles similares al año anterior.
En contraste, la concentración anual de material particulado fino para el año 2023 fue notablemente menor que en 2022, con una reducción destacada del 26% durante los meses de noviembre y diciembre. Según el informe anual de la institución, existen varios factores que podrían haber contribuido a estos cambios. Durante septiembre, se registraron bajos niveles de precipitación y fuertes vientos, lo que provocó la resuspensión de lateral particulado en la zona norte de Quito. Además, a partir de octubre se presentaron cortes de energía eléctrica, lo que resultó en un aumento de emisiones provenientes de las termoeléctrica de Guangopolo y generadores particulares.
Sobre el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, gases altamente contaminantes, en el 2023 se registró un aumento significativo en las concentraciones de estos gases contaminantes, especialmente durante los períodos de racionamientos de luz. Esta situación se ha dado por la quema de combustibles.
A pesar de que Quito cuenta con gran cantidad de datos sobre este particular y sobre la contaminación en el ambiente, es la única ciudad, junto a Cuenca, que mide este tipo de estándares y condiciones contaminantes. Así lo detalla Valeria Díaz.
Páez asegura que la falta de datos en otras ciudades y zonas genera un subregistro sobre la calidad del aire real en el territorio nacional.
“Hay un viejo dicho de que lo que te importa lo tienes que medir, porque no sabes en qué estado se encuentra, no sabes si está bien, mal. Como no se mide la calidad del aire, pese a que es una obligación establecida en la norma, no se conoce el problema. Los gobiernos autónomos descentralizados, en coordinación con Ambiente, deben implementar sistemas de información en la calidad del aire, pero solo Quito y Cuenca lo miden. La gente no se informa si el aire está contaminado o no, y la autoridad no sabe si debe hacer algo o no”, dice. “La gente tiene derecho a conocer la calidad del aire que está respirando y a exigir a las autoridades que cumplan con su trabajo”.
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